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Hablar en primera persona del singular es un muy buen hábito

Yo

Por Valeria González

“Es como cuando invitas amigos a tu casa y luego uno abre tu refri para sacar una cerveza, te sientes que no respetan.” Ese fue el comentario de una mamá del colegio de mi hija hace varios años durante un desayuno de integración, yo la veía con ojos redondos, ahí me di cuenta de que hablar en segunda persona o en primera persona, pero en plural hace que la mente asuma que los oyentes piensan como el que habla. Yo hubiera dicho exactamente lo contrario: “Es como cuando invitas a tus amigos a tu casa y te están pidiendo a cada rato bebidas y no se les ocurre sacar la cheve del refri ellos solos”.

Además de asumir que mis interlocutores piensan como yo, también es una manera de quitarme responsabilidad a lo que digo. Es muy diferente decir, “cuando pasa eso te sientes triste” a decir “cuando pasa eso me siento triste”, o “eso te enoja, te sientes enojada cuando te hacen eso” a decir “eso me enoja, me siento enojada cuando me hacen eso”.

Hay veces que si utilizaba la primera persona del singular pero muy despersonalizada por ejemplo cuando hablo de uno, “es que uno se siente de la patada cuando hacen esas cosas”, sí estoy hablando de mí, pero siempre he pensado que “uno” debería ser una nueva persona gramatical que me incluye a mí pero incluye a todos los “unos”, no es lo mismo decir: “es que yo me siento de la patada cuando hacen esas cosas”.

Al hablar en primera persona del singular estoy diciendo que ese es mi pensamiento o sentimiento y que los demás pueden pensar completamente distinto, además me hago completamente consiente y responsable de lo que pienso, siento y digo.

Desde ese incidente empecé a hablar en primera persona del singular, fue difícil al principio, sentía que me ponía en una situación vulnerable en cuanto al juicio, me daba miedo hacerme tan responsable.

Ahora ya ni me doy cuenta, ya es parte de mí, lo que ahora me pasa es que, al escuchar a una amiga hablando en segunda persona o primera persona del plural, me siento de pronto medio mal, pienso que asume que yo pienso igual, y me da un poquito de tristeza que la comunicación sea unidireccional. La comunicación con mi esposo mejoró muchísimo a partir de entonces porque ahora sí es bidireccional.

Es un cambio tan sencillo pero que de verdad me trajo muy buenas recompensas.

Valeria Gonzalez: Valeria González, esposa y mamá de una niña y un niño. Estudió Ciencias de la Comunicación, aunque profesionalmente se ha dedicado a la industria restaurantera. Actualmente se siente feliz siendo ama de casa ya que solo dedica unas horas a la semana a los restaurantes. Inicia su búsqueda o madurez espiritual con Yoga kundalini y más tarde y desde hace casi 4 años con Un Curso de Milagros y ahí dejo de buscar más no de aprender.
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