Parir en Libertad

Otro hermoso testimonio de vida, de lactancia, de amor, de libertad.

Por Clara Zapata Tarrés / La Liga de La Leche

 

Hace muchos meses que no traía un testimonio de una madre a este espacio. Ale Ibarra, forma parte de las madres que han podido experimentar en todas sus formas las maneras en que pueden nacer nuestros bebés y cómo es que esto influye en tener o no una lactancia como debe de ser: libre, pacífica y natural, sin intervenciones. Sin más preámbulo aquí les dejo el testimonio de lo que puede transformarse una madre informada y que puede decidir de manera autónoma.

 

Mi historia de maternidad

Por Ale Ibarra, mamá de 3 en Saltillo, Coahuila, México.

 

Cuando supe que estaba embarazada me tomó un par de minutos reaccionar, estábamos recién casados y el plan era “esperar 2 años”, sin embargo, apenas teníamos 2 meses de casados, viví mi embarazo muy contenta experimentando cómo un pequeño ser que crecía dentro de mí me cambiaba tanto.

Mirando el pasado y ahora que lo pienso me doy cuenta de que el ginecólogo me dio muchas “luces” de querer operarme antes de tiempo y no las reconocí, más bien, no las quise reconocer, y así fue. Era un jueves, día de consulta normal. Me dijo: “tienes ya contracciones aquí te vas a quedar”. No me dejó levantarme de la camilla, no pude ver a mi esposo, no me acompañó en todo el proceso y al final hicieron una cesárea innecesaria.

Recuerdo que me dijeron, ¡ya nació! sentí su mejilla húmeda junto a la mía y comencé a llorar y temblar, se llevaron a mi hija y pude volver a verla 13 horas después. Durante los 2 días y medio que estuve en el hospital la cargué solamente 3 veces y pude hacer el intento de alimentarla solo 2. Evidentemente el inicio de la lactancia no fue fácil, las rutinas en el hospital y mi poca información propiciaron una mala postura, empecé con grietas y de ahí siguió todo lo demás. Esos 40 días la pasé realmente mal, me dolía todo el cuerpo, si lloraba o si caminaba me dolía todo, veía a mi pequeña hija acostada en la cama tenía miedo de que no fuera realmente mi pequeña, recuerdo con mucho dolor esas primeras horas que yo la necesité y ella me necesitó a mí y estuvimos solas.

Cuando mi hija Gretel tenía 3 meses tuvieron que internarme una semana y aunque me saqué leche, esto desencadenó una mastitis. El doctor me recetó unas pastillas para “cortar la leche” y a mi pequeña le recetó fórmula. En mi ser solo existía un tipo de alimentación: la lactancia materna. Al pasar de los días en los que me tomé el medicamento dejé de lactar a mi hija, cuando acabe el tratamiento volví a aferrarme a la lactancia y dentro de todas las cosas que intentaba hacer llamé a una Líder quien me ayudó y asesoró y así fue como llegué a La Liga de La Leche: triste, desesperada, muy abrumada, pero ahí vi una gran luz en las palabras de las madres de ese grupo que llenas de empatía compartían mi sentir y para mi sorpresa había muchas experiencias igual a la mía y muchas otras de cómo me hubiera gustado vivir el primer nacimiento de mi hija y todo se tornó maravilloso.

Recuerdo mi primera reunión, creo que solo dije mi nombre, solo escuchaba, me sentí muy identificada, empecé a llenarme de fuerza y conocimiento, siguieron unos meses deliciosos de lactancia materna exclusiva que sanaron la herida de su nacimiento y crearon ese maravilloso vínculo que no se formó inmediatamente y que tanto necesitaba para conectarme con ella y con mi maternidad. Después de 22 meses y esperando felizmente a mi segundo hijo llegó el destete natural, tan maravilloso, no tengo un día exacto, simplemente pasó, de un momento a otro vi a mi pequeña hija llenarse de independencia y fue ella quien decidió eligió el momento, y la respeté.

Ese segundo embarazo fue mágico, lactancia en tándem, asistí desde la semana 14 a un curso psicoprofilactico que reforzó todas y cada una de las ideas que en mi corazón latían, buscamos muchos ginecólogos solo uno nos llenó el ojo. Tenía mucho miedo de preguntarle lo que tanto había buscado: ¿puedo tener parto natural después de una cesárea? Cuando tuve el valor, estaba yo llena de información el doctor me respondió: “vale la pena esperar hasta el último momento para decidir cualquier cosa”.

Los siguientes meses fueron maravillosos y divertidos; disfruté tanto cada patadita y cada movimiento. El día que Marcelo Leonel dio señales de querer ver nuestro rostro, estuve en casa 16 horas de trabajo de parto y mientras mi esposo iba a casa de mis papás a dejar a mi niña, rompí fuente y me sentía realmente emocionada. ¡La oxitocina corría por mis venas! Cuando iba saliendo de casa vi el cielo. ¡Qué hermosas estrellas! ¡Estaba la luna radiante! Respiré profundo y seguimos el camino. Llegando al hospital cuando el doctor me realizó un tacto me dijo: “El bebé está perfecto y tu dilatada pero viene de nalgas, hay un riesgo que es mi deber decirte, es su decisión”. Nos dejó solos y yo no sabía qué pensar, me había preparado tantos meses que no quería volver a estar acostada con una enorme herida sin poder si quiera cargar a mis hijos, pero los amo tanto que no estaba dispuesta a poner su vida en peligro y optamos por una cesárea humanizada.

Cuando una mujer se prepara para el nacimiento de un hijo no se prepara para todas las cosas a las que pueda renunciar incluso si son las que desea con todo el corazón. Infinitamente agradecida tuve una cesárea humanizada, piel con piel y habitación conjunta, el hospital respetó dentro de sus posibilidades mi plan de parto y mis derechos humanos y los de mi hijo. No tenía ni 20 minutos de vida mi hijo y yo estábamos piel con piel y prendido al pecho, es indescriptible. La lactancia se dio de manera perfecta gracias a las buenas decisiones y casi ninguna intervención al momento de su nacimiento todo fluyó como río. Ese maravilloso lazo se creó inmediatamente es algo completamente ¡extraordinario!

Cuando Marcelo tenia 1 año 6 meses volví a embarazarme y nuevamente este bebé ¡nos llenó de luz! Tener 2 hijos ha sido la máxima prueba de paciencia en mi vida, de poner el amor incondicional y sus necesidades antes que las mías.

Les contamos a Gretel y Marcelo y de la manera más hermosa sus corazones se alegraron, fuimos al ginecólogo, vimos un puntito, lleno de vida, ya se estaba gestando la vida en mi ser, pero ahora todo sería diferente y eso lo tenía claro desde el primer momento.

Sabía qué errores habíamos cometido antes, no lo volveríamos a vivir, la cesárea innecesaria que vivimos del nacimiento de Gretel fue devastadora, nadie, absolutamente nadie merece vivir el nacimiento de un nuevo ser alejado de quien ha esperado con tanto amor 9 meses. El nacimiento de mi hijo una cesárea necesaria, fue hermosa.

En la semana 15 le dijimos al ginecólogo que yo quería tener un parto, y nos dijo que existía un riesgo, pero que yo estaba bien y mi bebé también. No había motivos para indicar otra cosa. Asistí con una doula, platiqué con ella mi deseo de tener un parto natural. Ella sin duda fue pieza clave para poder lograr un parto. Entre ejercicios con pelota, gateo, jugar con mis hijos, las idas y vueltas al colegio y las caricias a mi pancita se llegó el día del parto. Ese día salimos a caminar con los niños, empecé a sentir como un líquido salía involuntariamente de mí, llamé a mi doula y me dijo que era normal que me relajará y descansará, pero es tan imposible descansar cuando se tienen 2 niños que atender y un domingo con actividades por realizar. A las 7 de la tarde fuimos a la clínica a que mi doula partera me revisara, revisó y traía residuos de meconio, el corazón del bebé se escuchaba muy bien, estuvimos ahí una hora para estar completamente seguras de que el bebé estaba en perfecto estado. Mi doula me dijo que probablemente terminaría en cesárea por el exceso de meconio, tuve un shock, no sabía si llorar, el nacimiento de un hijo se relaciona a menudo con la experiencia más hermosa que debe vivir una mujer o así debe ser y la cesárea dista por mucho de serlo. Mi esposo salió con los niños, y yo empecé a llorar, ¿qué le falta a mi cuerpo para poder vivir esa maravillosa experiencia?, ¿qué tengo yo que no he podido parir a mis 2 hijos anteriores y esta oportunidad se escapa de mis manos?, ¿qué me faltó?, ¿qué me sobró?, ¿estoy realmente obsesionándome con la idea de que el parto es lo mejor?, ¿quién cuidaría a mis hijos si yo tendría una enorme cicatriz en el vientre?, ¿quién se haría cargo de ellos?, ¿otra vez? Estaba llorando y Dinorah me abrazaba y me dijo, ¡tranquila!, esperemos al doctor, tu bebé está en perfecto estado, sus latidos lo dicen, tranquila, llego el doctor y me dijo: “estás perfectamente bien, estás dilatada y tu bebé está bien, tiene un poco de meconio, pero no hay sufrimiento, ve a casa a descansar”.

De camino a casa le dije a mi bebe lo que cada día al bañarme le decía: “mi Miguel Agustín, hijo, te amo, te espero ansiosa, quiero ayudarte a nacer por parto natural, déjame vivir contigo esa experiencia, estoy lista.” Eran las 6:30 am cuando llegamos al hospital sin no antes hacer una parada en casa de la abuela quien nos cuidaría a los hijos mayores. Entré en la tina de parto en agua, el agua deliciosa rosaba mi panza, y me relajé demasiado, dejé de sentir ganas de pujar, se paró mi trabajo de parto, salí del agua, ya era momento de pujar, pero él bebé no se asomaba, estaba ahí, lo sentía ya muy encajado, hubo un momento que el doctor dijo que me pasaría a cesárea porque ya habíamos intentado muchas veces, mi esposo estaba a mi lado y sus ojos estaban llorosos, yo dije que no, le dije que no al doctor, “no me va a hacer cesárea, él bebe está ahí, yo estoy bien, me siento bien, no quiero otra cesárea, no podré con otra cesárea”. Él dijo: “¿Te fue muy mal?” Y le dije: “Sí, ¡tenemos que esperar!”

Se escuchó la voz del pediatra que dijo: “Tú estás bien, ¿pero y él bebé?” ¡Ya tenía meconio! Hubo un silencio y Dinorah puso un monitor en altavoz para escuchar los latidos de corazón de mi bebé y dijo fuerte el corazón del bebé está bien, reforzando de manera maravillosa lo que yo sentía y no sabía cómo expresarles. Al siguiente pujo y yo más tranquila coronó, toqué su cabecita con mis manos, había esperado ese maravilloso momento desde mi primer embarazo y él me regaló ese momento ¡Gracias amado hijo! Sentir cómo se abría paso en mi ser, fue excelso y lloramos, pero esta vez de gozo, de alegría de poder tenerlo en mis brazos como tanto lo había anhelado, ¡la sincronía entre mi hijo y yo fue extraordinaria! Creo que estuvo lejos de mí 5 minutos, lo cargó mi esposo, no podía creerlo, ¡había tenido parto natural! Al ginecólogo le decía: ¡si pude doctor! ¡Si pude!!, a las enfermeras y a todos quería decirles que si había podido tener un maravilloso parto natural después de 2 cesáreas.

La recuperación fue maravillosa, los 40 días de Miguel Agustín fueron MA RA VI LLO SOS, la lactancia se dio ahí en el primer momento, piel con piel fue delicioso, la recuperación en casa fue demasiado rápida, a los 3 días de vida de mi hijo yo me sentía maravillosamente bien, era como estar de vacaciones, una verdadera celebración de nacimiento, estábamos acoplados todos con todos, los niños lo recibieron con una alegría hermosa, parecía que estábamos viviendo juntos desde hacía años, emocionalmente fue un poder interior indescriptible. Él era el signo de mi victoria, de mi poder femenino, de mi empoderamiento.

Todas las mujeres merecemos vivir una experiencia maravillosa en los nacimientos de nuestros hijos, merecemos un trato digno y respeto, merecemos sentirnos maravillosas en esos 40 días, días que yo solo había experimentado dolor. Todas las mujeres merecemos sentirnos amadas y respetadas por el equipo médico, por el hospital, merecemos vivir esos 40 días en descanso, no en dolor, no en angustia, no en incertidumbre. Las mujeres somos una potencia y llenar de información cada embarazo y lactancia nos hace maravillosamente poderosas. Mi lactancia en tándem por segunda vez fue guiada por mi corazón y el de mis hijos, seguí mi instinto y sus necesidades, aprendí mucho de esos momentos que fueron totalmente sublimes.

Miguel tiene 9 meses, 9 maravillosos meses de alegría, de risas, de llanto de agradecimiento y justo hace poco más de un mes Marcelo se destetó, sin prisa, sin reloj, otro mágico destete natural y es que cuando respetamos a nuestros hijos la sabiduría se hace presente.

Busca ayuda, investiga, acércate a los grupos de La Liga de La Leche, rodéate de mujeres poderosas, lee, créetela, eres una mujer capaz de gestar un bebé, capaz de parirlo, confía en tu cuerpo para poder alimentar a ese maravilloso ser, ¡créetelo!, eres hermosa y poderosa.

Gracias, gracias, gracias

 

¡No estás sola!

 

 

FOTOGRAFÍA: Edna Romero

Facebook: @EdnaRomeroFotografía

 

Clara Zapata

Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

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