AMAMANTAR… ¿ES PARA MÍ?

Por Clara Zapata Tarrés / La Liga de la Leche A. C.

Los testimonios de madres que amamantan suelen imaginarse como un estado idílico poco conectado con la realidad. Me encanta tener las historias de madres reales que han pasado por todo tipo de circunstancias y que nos ayudan a aterrizar un poco más para darnos cuenta que todas podemos lograrlo con el apoyo de los que nos rodean y que la vida suele ser lo que muchas veces está fuera de nuestros planes. Esto es lo más rico de cada proceso vivencial.

Hoy les traigo la historia de una hermosa bailarina, con todas las pasiones en su corazón. Es una mujer con muchas preguntas, que cuestiona la vida y le sonríe con su tono norteño descarado. Su ironía envuelve la conversación y puede disfrutar enormemente de cada momento con un estilo muy suyo donde nos enseña que necesitamos disfrutar de las alegrías y aprender desde nuestro corazón. Ella es Tania y su bebé se llama Eloísa. ¡Forman un equipo maravilloso!

///////////

Mayo de 2018. 12:10 pm

 

Uno de mis mayores retos en la vida había sido el perfeccionar mi “técnica dancística”. Demostrar a mis maestros que sí podía ser bailarina profesional, graduarme y titularme.

Pues… ¡JA Y MÁS JA!

Mi mayor reto y dificultad en la vida fue enfrentarme a mis pezones agrietados, casi desaparecidos, a una bebé de 10 días de nacida llorando, y mi papel de madre primeriza frustrada y sin éxito.

“La lactancia no es para mí. Yo no puedo con esto.” Estos pensamientos gobernaban mis días con Eloísa quien en esos momentos, tuve que alimentarla con leche artificial. La lactancia materna comenzaba a dolerme.

Y como toda madre primeriza y sin previa información, empecé a dudar de mí y de mi naturaleza. De mi cuerpo.

“¿Ya te bajó la leche?”, “Pero ¡no le des fórmula!”, “¡Así duele! ¡es normal!”. Uso de pezoneras, varias pezoneras, pomadas, y llorar.  Llorar, llorar, llorar.

Dejé de dar pecho por un par de días. Mi dolor era tan grande que ni dormir (de no dormir) podía. Recuerdo que hablé con el pediatra de mi hija quien en todo momento me apoyó y sobretodo me comentó: “La lactancia no se debe sufrir.” Y estas palabras resonaron más fuerte en mi cabeza.

A la distancia, desde CDMX, mi amiga (desde la primaria) Arlen Cabello me mandaba audios: “Amiga, te dejo terapia de lejos. Inhala profundo, exhala. Tranquila, todas pasamos por esto”.

Mi amiga Sofi Castillo (quien también se estrenaba como madre primeriza)  me echaba porras, me escuchaba casi al borde del llanto y me decía no desistir y que lo estaba haciendo muy bien. Me insistía en ir a una reunión de la Liga de La Leche.  Cabe mencionar que dudaba muchísimo de ello: mi cuerpo estaba atravesando cambios nuevos, mi vida era otra, me había mudado de nuevo a Saltillo (viví 10 años en Monterrey y me costó mucho aceptar este cambio nuevamente). Me sentía muy insegura de mí y no quería sentirme juzgada o señalada. Sofi me pasó datos de las líderes, entre ellas: Olga, Clara e Hilda. Yo le escribí a Hilda.

Hilda Vargas me escribía casi a diario para seguir animándome a rescatar mi lactancia. Ella también me insistía en acudir a una reunión, que el hablar personalmente funcionaría mejor. Y sin poner más pretextos, hablé con mi mamá y con mi pareja: “Voy a ir con las de La Liga de La Leche”.

Mamá nos acompañó un miércoles de reunión nocturna, donde me recibieron Ana Celia y Melody y otro grupo de mamás: mamás con sus bebés, futuras mamás, mamás y papás… Fue algo sorprendente para mí. Eloísa tenía escasos 14 días de nacida, creo era de las más pequeñas.  Escuché con mucha atención, y conocí términos como: lactancia mixta, lactancia tándem, etc. Recuerdo perfectamente a la mamá de Ema (no recuerdo el nombre de ella pero sí el de su hija, muy güerita), quien había pasado por una situación difícil cuando nació su hija. Ella finalmente logró ofrecer lactancia materna. Recuerdo que dijo: “si yo pude, tú puedes”. Me sentí a salvo. La vi amamantando a Ema y fue inspiración para mí. Al final de la charla, me acerqué con Melody y Ana Celia quienes vieron mis pezones destrozados y me comentaron que había esperado mucho (recordé: la lactancia no se debe sufrir), que poco a poco me iba a recuperar, que sí estaba muy lastimada pero que lo lograría. Me pasaron más tips y regresamos a casa. Yo me sentía iluminada, ¡lista para comenzar! Esperanzada de que sí lo iba a lograr! Yo quería ser mamá de lactancia materna!

Mi amiga Verónica Moreno, también me ayudó a orientarme. Nos vimos y me platicó su experiencia con Alana. Y me siguió animando para no desistir.  Me prestó un extractor eléctrico para aumentar mi producción y hacer mi banco de leche.

Poco a poco pude entender mi cuerpo y las grietas fueron sanando. Hasta que un domingo entero, Eloísa sólo había tomado de mi leche: no había preparado “bibi” alguno con fórmula.

Y de ahí, hasta la fecha.

Meses más tarde, consulté con Goretti Castro para un nuevo “achaque” de la lactancia y ella me iluminó con su preparación. Retomamos aquellos días de grietas y sangre,  y con solo ver una fotografía de mis pezones (que ya no había pezón, la verdad) ella me mostró la posible causa del dolor y lo que muy seguro pasaba con Eloísa. Más información y entendimiento sobre mi cuerpo y la lactancia. Recuerdo que le dije: “¿Por qué no te conocí antes?”, jajaja

A estas alturas del partido, con la lactancia a favor y Eloísa feliz y sana, mi bandera en alto de “Sí se puede! Sí se puede!”, supe que existe un banco de leche humana aquí en Saltillo. Mi corazón vibró y me propuse compartir leche a otros bebés que lo necesitan. Justamente hace un año fue nuestra primera donación y desde entonces ya no habíamos donado. Hace unos 4 o 5 meses que volvimos a donar y me propuse hacer un “juntadito” para ir cada 15 días a dejarlo. La cantidad que se juntara! Sin clavarme en lo mucho o lo poco. Que lo poco a poco, se convertirá en suficiente. Es una labor que me hace sentir muy bien! Me emociona llegar con el químico Erik, llevarle mi hielerita con frascos o bolsitas de leche materna. Emocionarme al saber que se beneficiarán muchos bebés y que ese banco no estará tan solito. Las redes sociales han hecho lo suyo y amigas mías (lecheras) se han sumado para compartir de su leche, también.

Mi choro mareador (jeje) es sólo para compartir mi historia. Decirte que no estás sola y que sí se puede. Que sí: lo natural siempre va a ser lo mejor. Y que la leche materna además de ser lo mejor para tu bebé, es una experiencia demasiadamente linda a pesar de las desveladas y las altas demandas de bebé a todas horas. Es algo que me ha sensibilizado como mujer, como persona. La lactancia materna como el maternar me han hecho más empática con otras mujeres, con situaciones, quizás. No juzgo a quienes decidieron desistir de la lactancia materna, para nada! Pero a quienes están en esa “lucha”, en ese momento crítico, te comparto mi historia como en algún momento alguien me compartió la suya: sí se puede.”  ~Tania

Clara Zapata

Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS