Por Liliana Contreras Reyes
Aprender a leer y disfrutar la poesía ha sido un proceso que me ha llevado toda la vida. Lo complicado fue encontrar a escritores que me quitaran el aliento con sus poemas, como me ocurrió cuando leí “Piedra de sol” o “Primero sueño”. Los poemas típicos, en donde la rima es muy forzada o donde las figuras son demasiado obvias, además de parecerme cursis, no dejan espacio para sentirme identificada con ellos.
En este análisis que estoy realizando sobre autores nacidos en Coahuila, he revisado algunos libros de poesía, como el escrito por Laura C. Galán Múzquiz, titulado Palabras. En él, aparecen más de cincuenta poemas, de temáticas diversas, como el amor, la desesperanza, la vida en nuestro desierto. Todos están escritos en verso libre. No aparecen versos rimados, pero tampoco es posible identificar figuras poéticas que nos ayuden a definir, con un poco más de claridad, las emociones, sentimientos o conceptos de los que se habla.
En este libro podemos encontrar los versos que nacen más de la inspiración y de un discurrir de conciencia, que de la intención de expresar, con lenguaje literario, un mensaje que vaya más allá de lo cotidiano (p. 75):
Cuando pienso en ti mis ojos se llenan de nostalgia
mientras el leve viento de la tarde sacude mis cabellos
y me pregunto qué estarás haciendo.
Tal vez, para quienes disfrutan de una lectura directa y sencilla, este poemario pueda resultar reconfortante, de fácil lectura y con imágenes comunes:
*la vida, el río que fluye.
*las palabras se las lleva el viento.
*el mar es un espejo.
Este libro me recuerda a un diario personal en que la autora nos comparte su forma de pensar, su gusto por la lectura y sus reflexiones de vida. No se trata del tipo de poesía que menciono al principio del texto. No es el tipo de libro que nos cambiará la vida.