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Un caso perdido

Por Liliana Contreras Reyes

Aunque me tardé más de lo habitual en escribir este post, que tenía el propósito de recordar a Benedetti, no puedo dejarlo en borradores.

Soy parcial.

Hace un año, dentro de un momento de capacitación previo a la apertura de la escuela en la que trabajo, realizamos una serie de cursos relacionados con la didáctica, disciplina positiva y el consejo técnico de la fase intensiva que pide la Secretaría de Educación.

En el grupo, había una maestra que duró solamente tres días de capacitación. Al ver el panorama (buscamos un modelo inclusivo), renunció.

Una de las actividades implicaba analizar la forma de trabajo con los niños y, dicha maestra, habló de tratarlos de manera imparcial, cuando, por ejemplo, los evaluáramos o al establecer el nivel de dificultad con ellos.

En el momento, opiné lo contrario. Sin pensarlo mucho, dije que debíamos ser parciales. Fue una respuesta impulsiva que, todavía un año después, sigue rondándome en la cabeza.

El porqué respondí eso, es lo importante, por un lado, porque creo que la maestra se fue al ver mi postura; por otro, porque sí, soy parcial. Aquí unos ejemplos:

Ejemplo 1.

No se mata. No importa si es mujer, hombre, niño. No se mata, independientemente del lugar, la hora, la ropa, las respuestas, la ideología, la postura frente a un tema. Lo pienso y me parece inverosímil que se mate a alguien, cualquiera que sea la razón con la que intenten explicarlo. Me sigo sorprendiendo y deprimiendo cuando leo casos como la muerte de Alondra, aquí en Saltillo, las 42 puñaladas que le dieron a Ana María (en ciudad Acuña) o del hombre que mataron por no traer cubreboca. ¿Matar es la respuesta? ¡Híjole!

Ejemplo 2.

Debemos ser justos. Incluso cuando mi trabajo fuera administrar las elecciones y tenga preferencia por un partido, mis acciones DEBERÍAN ser parciales hacia la democracia y la honestidad. Ser justos, como todos los valores, se aprende. Lo corroboré con Nicolás, mi hijo de 3 años:

La semana pasada vieron las profesiones en la escuela y se puso su traje de policía. Los visitaron algunos agentes, llevaron un pastor alemán para explicarles de su trabajo y Nico estuvo feliz, identificado con ellos. Desde entonces, dice que, cuando crezca, será policía, S. W. A. T. de hecho.

En estos días, íbamos en el carro y se quitó el cinto para asomarse a ver una patrulla que estaba estacionada en la calle, con la torreta encendida. Le dije que se sentara, porque lo iban a regañar y me dijo: “no, ellos son mis amigos”. Aunque me dio risa, le dije que aunque fueran sus amigos, si no llevaba cinto, lo regañarían, pero él insistía que no. Le dije que yo, aunque fuera su mamá, como quiera le llamaba la atención, pero él seguía repitiendo que los policías son sus amigos.

Ejemplo 3.

Cada niño tiene su propia personalidad, intereses, habilidades y debo tratarlo en consecuencia. Una de las más grandes injusticias dentro de las escuelas es tratar a todos por igual, exigir que todos sean igualmente buenos en matemáticas y en lectura o que todos participen en el show navideño, cuando habrá a quienes no les guste bailar o hablar en público.

Debería decir: cada persona es única y debemos tratarla en consecuencia. Una injusticia dentro de los trabajos es tratar a todos por igual, exigir que todos sean igualmente buenos para trabajar por objetivos o para trabajar siguiendo las indicaciones de un superior o que todos se apunten para organizar los eventos sociales de la empresa, cuando habrá a quienes no les guste que les estén recordando los pendientes a cada rato y los que necesiten que se les pongan fechas límite para entrar en acción.

La literatura, en este caso, la poesía, ha forjado en cierta medida quién soy. La maestra tenía razón. Deberíamos ser imparciales para resolver las situaciones que se presentan con los niños dentro de la escuela. Yo también tenía razón, tenemos que ser parciales ante cualquier situación de la vida.

Un año después, me doy cuenta de que mi postura estaba influenciada, pero influenciada a profundidad, por lo que he leído y, en ese momento, no hablaba yo, hablaba Benedetti (aunque diciéndolo me siento un poco soberbia).

Soy un caso perdido, lo declaro. Soy parcial, profunda y completamente parcial.

SOY UN CASO PERDIDO

Mario Benedetti, a cien años de su natalicio.

Por fin un crítico sagaz reveló
(ya sabía yo que iban a descubrirlo)
que en mis cuentos soy parcial
y tangencialmente me exhorta
a que asuma la neutralidad
como cualquier intelectual que se respete

creo que tiene razón
soy parcial
de esto no cabe duda
más aún yo diría que un parcial irrescatable
caso perdido en fin
ya que por más esfuerzos que haga
nunca podré llegar a ser neutral

en varios países de este continente
especialistas destacados
han hecho lo posible y lo imposible
por curarme de la parcialidad
por ejemplo en la biblioteca nacional de mi país
ordenaron el expurgo parcial
de mis libros parciales
en argentina me dieron cuarenta y ocho horas
(y si no me mataban) para que me fuera
con mi parcialidad a cuestas
por último en Perú incomunicaron mi parcialidad
y a mi me deportaron

de haber sido neutral
no habría necesitado
esas terapias intensivas
pero qué voy a hacerle
soy parcial
incurablemente parcial
y aunque pueda sonar un poco extraño
totalmente
parcial

ya sé
eso significa que no podré aspirar
a tantísimos honores y reputaciones
y preces y dignidades
que el mundo reserva para los intelectuales
que se respeten
es decir para los neutrales
con un agravante
como cada vez hay menos neutrales
las distinciones se reparten
entre poquísimos

después de todo y a partir
de mis confesadas limitaciones
debo reconocer que a esos pocos neutrales
les tengo cierta admiración
o mejor les reservo cierto asombro
ya que en realidad se precisa un temple de acero
para mantenerse neutral ante episodios como
girón
tlatelolco
trelew
pando
la moneda

es claro que uno
y quizá sea esto lo que quería decirme el crítico
podría ser parcial en la vida privada
y neutral en las bellas letras
digamos indignarse contra Pinochet
durante el insomnio
y escribir cuentos diurnos
sobre la Atlántida

no es mala idea
y claro
tiene la ventaja
de que por un lado
uno tiene conflictos de conciencia
y eso siempre representa
un buen nutrimento para el arte
y por otro no deja flancos para que lo vapulee
la prensa burguesa y/o neutral

no es mala idea
pero
ya me veo descubriendo o imaginando
en el continente sumergido
la existencia de oprimidos y opresores
parciales y neutrales
torturados y verdugos
o sea la misma pelotera
cuba sí yanquis no
de los continentes no sumergidos

de manera que
como parece que no tengo remedio
y estoy definitivamente perdido
para la fructuosa neutralidad
lo más probable es que siga escribiendo
cuentos no neutrales
y poemas y ensayos y canciones y novelas
no neutrales
pero advierto que será así
aunque no traten de torturas y cárceles
u otros tópicos que al parecer
resultan insoportables a los neutros

será así aunque traten de mariposas y nubes
y duendes y pescaditos.

¿Cómo se declaran?

Liliana Contreras: Psicóloga y Licenciada en letras españolas. Cuenta con un Máster en Neuropsicología y una Maestría en Planeación. Se dedica a la atención de niños con trastornos del desarrollo. Fundó el centro Kua’nu en 2012 y la Comunidad Educativa Alebrije en 2019. Ha publicado en la revista La Humildad Premiada, Historias de Entretén y Miento, La Gazeta de Saltillo, en los periódicos Vanguardia y Zócalo de Saltillo. Colaboró en el libro Cartografía a dos voces. Antología de poesía (Biblioteca Pape & IMC, 2017) y en el Recetario para mamá. Manual de estimulación en casa (Matatena, 2017). Publicó el libro Las aventuras del cuaderno rojo (IMCS, 2019), Brainstorm. Manual de intervención neuropsicológica infantil (Kuanu, 2019), Abuelas, madres, hijas (U. A. de C., 2022), Un viaje por cielo, mar y tierra. Aprender a leer y escribir en un viaje por México (Kuanu, 2022) y, actualmente, escribe para la revista NES, en la edición impresa y digital.
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