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CAÍ EN EL SÍNDROME DE LA IMPOSTORA

Por Brenda Castillo

Este es el clima ideal para regresar a escribir. Hoy está lloviendo.

Por el ventanal del comedor puedo ver el hermoso mezquite bañado con las gotitas de agua que todavía bajan por sus ramas.

Noto el pequeño arroyito que toma su cauce en medio de mi jardín, las lavandas, romeros, jazmines y la noche buena que parece que este invierno si se va a lograr.

Todo se va más bonito con la lluvia. Y mientras veo a mis perros jugando, de repente siento que soy tan afortunada.

Mis hijas y mi esposo están conmigo y me invade un sentimiento de profunda gratitud. No puedo evitar algunas lágrimas y el corazón se me llena de alegría.

Mientras esta escena transcurre me decido por fin a retomar mi columna.

Agradecida por la paciencia de mi editora. Hago mío este espacio en el que tengo la oportunidad y yo diría el privilegio, de expresarme y compartirme contigo.

Y precisamente hoy quiero platicarte de una de las experiencias que más aprendizajes y confianza me ha dado.

“El síndrome de la impostora”

Hace poco más de un año obtuve un nombramiento como Jueza Laboral.

Eso le dio un giro a mi vida profesional y familiar, para una madre de nos niñas pequeñas sonaba como el trabajo ideal, y profesionalmente hablando lo vi como un reconocimiento a mi trayectoria como abogada especialista en materia laboral.

Con el apoyo de mi esposo y de toda mi familia, acepté iniciar esta experiencia que me ha dejado llena de satisfacciones.

Llegar a este punto en mi vida profesional no fue fácil,

Cuando nació mi primera hija yo tenía ya 11 años, como abogada especialista en materia laboral y decidí que me dedicaría a ser mamá de tiempo completo.

Así que bajé el ritmo en el trabajo y aunque seguía atendiendo empresas y trabajadores que me buscaban para ayudarlos a solucionar sus conflictos legales, lo hacía teniendo como prioridad la atención de mis hijas.

Cuando mi segunda hija entro al maternal, yo tenía ya 4 años en esta “pausa laboral”. En aquel momento me invitaron a formar parte del equipo de abogados de un despacho que atendía asuntos corporativos y decidí que era el momento de retomar mi carrera como abogada.

¡Adios Gymbo… hola mundo legal!

Recuerdo muy bien que me sentía insegura, sentía que las abogadas que seguían trabajando, sabían algo que yo no.

Sentía que el mundo legal había avanzado y yo me había quedado en el mundo de la estimulación temprana, en el que felizmente era fan de “Gymbo el payaso”.

Me sentía “poco profesional”, que había salido del mundo legal y que ahora era en ese mundo, yo era invisible.

Como siempre lo hago, cuando me enfrento a algo que no puedo solucionar sola, empecé a ir a terapia.

Me desconocía totalmente. Antes de tener a mis hijas y cuando me dedicaba solo a mi carrera yo era una abogada decidida, dedicada, aguerrida y bastante ambiciosa.

Jamás me había sentido tan insegura como en aquel momento, aunque sabía que era muy buena en lo que hacía.

Sentía que no tenía espacio para segur capacitándome como abogada, si mi mente, y mi tablero de Pinterest estaban llenos de ideas de sombreros y peinados locos.

Recuerdo bien que, en la primera sesión con la terapeuta, le dije “no me siento profesional” como si los años fuera de ”circulación” me hubieran restado capacidad o inteligencia.

Aun así, decidí aceptar la propuesta laboral que tenía frente a mí y empecé a trabajar nuevamente (después de comprarme ropa porque ni modo que acudiera a las juntas con los clientes, con mi típico outfit de mamá, tenis, leggins, camiseta y una mascada).

Gracias Michelle Obama.

Después de varias sesiones de coaching y terapia, entendí que lo que me pasaba era más común de lo que yo creía.

Es algo que se conoce como “síndrome de la impostora”.

Empecé a investigar del tema y encontré una entrevista en la que Michelle Obama, confesó sentirse insegura ante sus responsabilidades como primera dama, y fue ella precisamente la que hizo conocido este término, con el que miles de mujeres nos enfrentamos a diario y a veces en silencio y soledad.

Así que ahí estábamos Michelle Obama y yo, “… dudando de nuestras ideas, de nuestras capacidades y de las razones para estar donde estamos”. Michelle Obama en una entrevista para la BBC.

Con el paso del tiempo aprendí a superar aquel sentimiento de inseguridad y si continúas leyendo hasta el final, vas a encontrar las 7 técnicas que realmente me sirvieron, para vencer el síndrome del impostor.

Hoy, 5 años después de aquella primera sesión de terapia, en la que me sentía “no profesional”, hay un abismo de diferencia entre aquella Brenda y la que soy ahora.

En retrospectiva le agradezco tanto, que haya dado aquel paso y se atreviera a hablar de cómo se sentía, que buscara ayuda y que pusiera los cimientos para mi desarrollo profesional.

Nunca subestimes la intervención divina.

Y porque siempre en mi vida (y estoy segura de que en la tuya también), el factor divino no puede faltar.

Como hago algo mandado hacer y a mi medida, unos meses después de aquel proceso, entro en vigor la Reforma Laboral, de la que ya te platiqué en mis anteriores entregas, y esta reforma, cambió por completo la forma en la que se llevaban los juicios laborales, y en consecuencia la impartición de la justicia en materia laboral.

Si así es, ¡¿Quién hubiera pensado que aquello por lo que tanto me preocupaba sería totalmente reformado y nuevo?! Por si todavía me quedaba alguna duda, esta circunstancia me puso en igualdad de condiciones que, a todos los demás abogados y abogadas del país, porque para todos, se trataba de un sistema nuevo y en el que nadie, ninguno, nobody, teníamos experiencia ni conocimiento.

Así que la Abogada competitiva y ambiciosa que solía ser, volvió al ruedo.

Esta vez más consciente, segura y tranquila, con mi esposo a mi lado, dos hijas, siete perros, cuatro gatos; y después de más de 15 cursos, diplomados y capacitaciones en el nuevo sistema de justicia laboral, un día llegó la oportunidad de concursar para ser Jueza.

Después de horas y horas de estudio, una serie de exámenes y un proceso de selección, obtuve el nombramiento como Jueza Laboral, que desempeñó desde hace poco más de un año, haciendo malabares para ser una mamá presente (pero eso lo platicamos en otra columna).

Brenda Castillo: Abogada, empresaria, esposa, mamá, y una apasionada por el desarrollo humano como camino para una vida plena y feliz. Jueza Laboral, especialista en el nuevo sistema de justicia laboral. A lo largo de mi vida profesional me di cuenta que si quería conseguir éxito y equilibrio como profesionista, dueña de negocio, esposa y mamá de dos, necesitaba herramientas que me ayudarán a estar en equilibrio, a tener inteligencia emocional y a darle prioridad a mi bienestar físico, espiritual y emocional, y así fue como conocí el desarrollo humano, porque estoy convencida de que, si yo estoy bien, mi negocio, mi familia y mis clientes estarán bien.
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