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LA BELLEZA DE LO COTIDIANO

Por Argelia Davila

Existe una sutil diferencia entre lo cotidiano y lo rutinario. Según la Real Academia Española, lo cotidiano proviene del latín quotidianus que significa: de todos los días. El diccionario etimológico además explica, que este concepto se refiere más a lo que sucede diariamente en las comunidades; como la ruta del transporte que se desplaza por la ciudad y se detiene en puntos estratégicos, por el contrario, lo rutinario es lo que en lo personal, las familias o los individuos llevan a cabo, dentro de su propio contexto y su propia realidad. 

Es aquí donde ambos conceptos se aproximan, ya que nuestras acciones individuales impactan directa o indirectamente en las acciones colectivas. Cada persona, desde su propia realidad, tiene un efecto -dependiendo de las mismas- positivo o negativo en su entorno. Las fachadas arquitectónicas, juegan un importante papel en la cotidianidad de la ciudad,porque en ellas se representa esta frontera entre lo público y lo privado. Este elemento, es privado ya que pertenece a alguien; a un particular, pero al mismo tiempo es público porque es lo que se puede observar desde la calle. Un peatón, ya sea habitante o no de una ciudad o comunidad, tiene acceso por medio del sentido de la vista a la fachada de cualquier edificación, por lo que ésta se convierte en una imagen cotidiana que se va grabando en la mente de las personas. Las edificaciones antiguas o patrimoniales son un reflejo histórico de la forma de pensar y sentir, de la usanza de épocas pasadas o de los recursos planteados por una moda de un tiempo específico, de ahí su importancia y trascendencia, asimismo lo que construimos hoy, será un testigo tridimensional de lo que somos que en el futuro dará testimonio de nuestras tradiciones constructivas y entregará a las generaciones venideras, una pista de nuestros intereses y gustos. Porque la arquitectura nos sobrevive a todos. El edificio en general tiene una temporalidad mayor a la que una persona promedio vive, por lo tanto la arquitectura, se convierte en un documento histórico que da fe de nuestro presente, en el futuro. 

La velocidad es el cambio de posición de un objeto con respecto al tiempo, entonces nuestros edificios históricos son representaciones que se encuentran enmarcadas en otro espacio y velocidad temporal ¿quién no ha sentido al entrar en un edificio construido en otra época que la velocidad disminuye? Encontrar belleza en lo cotidiano, es también estar conscientes de nuestro entorno y observarlo, disminuir la velocidad y apreciar nuestro contexto, porque en este transcurrir del tiempo y nuestra capacidad de mirar, está también la posibilidad de apreciarlo y entenderlo. Asimilar nuestra historia gracias a nuestro contexto y nuestros espacios públicos nos permitirá también tomar decisiones en lo individual pero que impacten directamente en lo colectivo. 

La arquitectura y sus edificios históricos son por ende, objetos que nos permiten disminuir este vértigo. Un importante ensayista sobre arquitectura dice: “la arquitectura es, ante todo, mediadora, nos sitúa en un espacio y un lugar, los paisajes y los edificios articulan nuestras experiencias de duración y tiempo entre la polarización del pasado y el futuro”. De ahí que esta experiencia arquitectónica sea tan importante, porque los edificios proyectan y conectan nuestro pasado y nuestro futuro. Nuestra cotidianidad.

Argelia Dávila: Soy arquitecta, mamá, maestra y siempre alumna, me encanta la fotografía, me maravillan los espacios, la luz y el lenguaje, lo que hay en ellos, lo tangible pero sobre todo lo intangible. Tejedora de ideas.
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