DEPÓSITO DE RECUERDOS

Han pasado casi dos años desde que terminé mi tratamiento y poco a poco he recuperado mi vida.

Por Karla López

Hay memorias que se quedan en lo más profundo del alma, esas que sólo se activan al enfrentarnos a lo que algún día nos causó dolor o tristeza.

Han pasado casi dos años desde que terminé mi tratamiento y poco a poco he recuperado mi vida. Volví a realizar las actividades que dejé en pausa y mi cuerpo ha podido expulsar todo lo que en su momento ayudó a sanarme: No queda rastro de que alguna vez sufrió y se agotó. A pesar de todo eso mi mente no ha podido dejarlo atrás, parece ser que tardará más tiempo en sanar. Para poder sobrevivir he creado muy en el fondo de mi mente un depósito de recuerdos, donde he guardado cada de detalle doloroso de esta experiencia. Muy de vez en cuando intentan escapar y me muestran de diferentes formas que ahí siguen que no se irán, están en lo que para muchos pasa desparecido, pero para mí son tan detonantes que los alimenta.

He aprendido a convivir con esos recuerdos, que a veces se pasean por los pasillos de mi cabeza y luego regresan a donde pertenecen. Muchas veces en silencio y otras poniendo resistencia. La mayoría del tiempo permanecen inmóviles hasta que me enfrento a regresar al lugar donde se crearon y son atraídos de nuevo por el olor del hospital que aún me genera náuseas. Se despiertan al escuchar cualquier sonido parecido la máquina de infusiones, incluso cuando rezo mis plegarias, o cuando escucho algunas canciones, cada que veo mis cicatrices, o la regadera de mi baño donde tantas veces me escondí para llorar, cuando observo la cronología de las fotos del día de la madre y notar la diferencia de lo largo de mi cabello.

Parecía que cada día era más fácil que el anterior, hasta que tuve mi dosis de realidad. Hoy he tenido que enfrentarme al miedo, a la incertidumbre, a las agujas y la anestesia otra vez. Al verme de nuevo en este cuarto con mi pecho al descubierto y siendo inspeccionado me di cuenta que esos recuerdos existen, son reales y hoy se escaparon todos. Sentí que regresé en el tiempo y que era febrero del 2023. Por más de una hora estuvieron fuera de control, me sentí incapaz de controlarlos, pero de alguna manera casi mágica tomé cada uno de ellos y con mucho amor y paciencia los regresé a un lugar nuevo donde les he permitido salir sin que tengan que luchar, donde podrán coexistir con los recuerdos que me dan alegrías. He descubierto que no quiero borrarlos, quiero tenerlos ahí para que me ayuden a recordar que fui capaz de enfrentarme al peor de los miedos, que fui fuerte para soportar dolor y que soy valiente para afrontar lo que venga.

karla lopez

Mamá, esposa, mercadóloga, ama de casa y mujer guerrera en su lucha contra el cáncer de mama.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS