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¿Qué tan importante es identificar a nuestra mascota?

Por Susana Veloz

Hace aproximadamente un mes, saliendo de mi casa por la mañana, encontré a una perrita extraviada. No fue difícil diferenciarla de otras mascotas que están (malamente) acostumbradas a salir un rato de casa para luego regresar o incluso de aquellos animales, en situación de calle, que rondan tranquilos en busca de comida.

A lo lejos, se notaba desorientada, olfateando desesperadamente buscando algún olor conocido, caminando y parándose continuamente, mientras reaccionaba asustada a cualquier ruido. Claramente no sabía dónde estaba y quien sabe cuánto tiempo llevaba perdida.

Viendo que caminaba en dirección a mi auto, decidí bajar el vidrio y con la voz más dulce que pude hacer, le llamé. En dos segundos había llamado su atención y caminaba hacía mi auto, con un movimiento de cola bajo pero continuo. Lo que indicaba que además de ser amistosa, se sentía tranquila con alguien que la resguardara.

Subida a mi auto, comenzamos la travesía de buscar a sus dueños. Mi primera opción fue mi vecina Brenda. Ella es una experta en rescate, devolución o adopción. Sola ella podría rescatar y devolver a la mitad de mascotas extraviadas en esta ciudad. Así de grande es su corazón y su tenacidad. Así que de inmediato la llamé, le envié una foto de la pequeña y con esto le basto para subir la información a Facebook.

Las redes sociales en este tipo de casos adquieren otro valor y sus usuarios se convierten en una mano amiga y altruista. Para las 7 de la tarde, ya tenía el número de una familia que había perdido a su perrita. Les llamé con entusiasmo, sólo para enterarme que ya la habían encontrado y ahora estaba sana y salva en su hogar.

Al día siguiente, justo a mediodía, en un mensaje de una persona desconocida, recibí noticias de los dueños de “Camila”. En menos de 48 horas, esta mascota iba a regresar a su hogar. Bastó una llamada por teléfono para confirmar la identidad de la perrita y citar a sus dueños para hacer la entrega oficial. “Felicidades Sue, una mascota menos en la calle”- me dijo Brenda cuando le llamé.

Estaba contenta, pero también sabía que muy pocas mascotas perdidas corren con la suerte de que alguien las resguarde y busque a sus dueños. Muchas de ellas, pasan días vagando sin nada que comer (un perro puede caminar hasta 50 kms diarios). En este recorrido pueden encontrar peligros con otros animales, ser atropellados, o toparse con personas que los maltraten.

Justo eso platicaba con los dueños de Camila, cuando escuché que Brenda salía de su casa y agregó algo sumamente importante a la conversación: la necesidad de identificar a nuestras mascotas.

No importa si lo hacemos con una pequeña placa en su collar, un sistema de chip insertado, sistema GPS o algún servicio de monitoreo. Frente a cualquier situación (ruido fuerte que haga que nuestra mascota busque escapar, una correa suelta en el paseo diario, una época de celo, o una salida sorpresiva de casa) el método que elijamos hará que el tiempo promedio que puede durar una mascota perdida (de 10 a 15 días) se reduzca considerablemente. Incluso escribir nuestro número de contacto en la parte interna de su collar con algún marcador indeleble será útil.

La cultura de identificación de nuestras mascotas en nuestro país ha dado pasos muy lentos. Sólo la Ciudad de México cuenta con una legislación que ha seguido la línea dura de países como España, Japón, Suiza, y Polonia entre muchos otros, donde es obligatorio identificar mediante un chip a toda mascota. En Coahuila, la legislación no cuenta con un término tan necesario. Ante esto, nos corresponde a nosotros los dueños de mascotas y ciudadanos, cambiar nuestra percepción de responsabilidad y promover acciones que mejoren no sólo la calidad de vida de nuestras mascotas, sino de nuestra comunidad. Y para que no sea la desidia lo que nos impida crecer como sociedad, estos llaveros de plástico son un recurso económico y rápido.

Liliana Contreras: Psicóloga y Licenciada en letras españolas. Cuenta con un Máster en Neuropsicología y una Maestría en Planeación. Se dedica a la atención de niños con trastornos del desarrollo. Fundó el centro Kua’nu en 2012 y la Comunidad Educativa Alebrije en 2019. Ha publicado en la revista La Humildad Premiada, Historias de Entretén y Miento, La Gazeta de Saltillo, en los periódicos Vanguardia y Zócalo de Saltillo. Colaboró en el libro Cartografía a dos voces. Antología de poesía (Biblioteca Pape & IMC, 2017) y en el Recetario para mamá. Manual de estimulación en casa (Matatena, 2017). Publicó el libro Las aventuras del cuaderno rojo (IMCS, 2019), Brainstorm. Manual de intervención neuropsicológica infantil (Kuanu, 2019), Abuelas, madres, hijas (U. A. de C., 2022), Un viaje por cielo, mar y tierra. Aprender a leer y escribir en un viaje por México (Kuanu, 2022) y, actualmente, escribe para la revista NES, en la edición impresa y digital.
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