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El país del Frapuccino Unicornio.

Por Karina Pérez Cortés

El jueves 20 de abril amanecimos con la noticia que en Starbucks se encontraba a la venta por tiempo limitado una bebida llamada Frapuccino unicornio, de inmediato las redes sociales se volvieron locas hasta volver a esta bebida un fenómeno viral. Como ya sabemos, somos un país propenso a la polarización por cualquier tema, inmediatamente nos dividimos en tres bandos: los centinelas de la salud que consideraban la bebida altamente dañina, los que ya no podían esperar para comprar el suyo y los “que cada quien haga de su vida un papalote”. Hasta en el lugar más recóndito de la tierra nos enteramos que la bebida tenía 450 calorías, 76 gramos de azúcar, 80 gramos de carbohidratos, 0% de fibra lo que hacía parecer que en el primer trago podías caer en coma diabético.

Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat se inundaron de fotos de todo el mundo con su vasito bicolor (qué oso no tener selfie con el producto de moda), los youtubers (que me niego a llamar “influencers”) hicieron su propia versión de la bebida generando miles de visitas en sus páginas.

Por 24 horas no supimos si la PGR ya había hecho la solicitud formal de la extradición de Javier Duarte, casi nadie se enteró que su esposa Karime Macías viajó con sus hijos y sus padres a Inglaterra y así evadirá toda acción de la justicia, de Yarrington mejor ni hablamos ese pobre a la sombra pero sin pena ni gloria, 25 karipoints si usted me dice en cuánto estuvo el dólar ese día, ya no supimos si Marcelino Perelló dejó sólo de dar clases o fue separado definitivamente de la UNAM, tampoco nos enteramos de ningún horror de la contienda a gobernador en el Estado de México, pareciera que Josefina, Delfina y Alfredo se silenciaron bajo las toneladas de azúcar del frapu, tampoco nos enteramos de la agenda no proselitista del activísimo Andrés Manuel, Corea del Norte iba a atentar contra un porta aviones norteamericano sólo para demostrar su poderío militar y armamentista, quién sabe qué pasaría con eso también… viéndolo así, pareciera que el país se paralizó por un día.

Cuántas veces hemos escuchado el término “cortina de humo” como un hecho atribuible al gobierno, en donde para distraernos de una noticia de interés nacional se recurre a otro hecho como un partido de fútbol, un accidente, el final de una novela, e incluso (según los “sospechosistas”), la muerte de una celebridad. La realidad es que nosotros somos nuestra propia cortina de humo.

Como individuos y como sociedad nos hemos convertido en seres apáticos respecto a temas políticos que debieran ser nuestro principal interés. Cada día somos menos participativos como se ha reflejado en cada elección, dejamos en manos de unos cuantos, decisiones fundamentales de la vida política del país. Hemos pasado de la participación activa a ser simples espectadores, es increíble que tramitemos una credencial de elector para contar con una identificación y no para ejercer nuestro derecho al voto, aún más sorprendente resulta que el mismo día que termina el periodo para tramitarla observemos filas kilométricas y ahí sí, exigiendo prórroga como si no hubieran sido suficiente los 2 ó 3 meses que tuvieron para acudir.

Estamos rumbo a perder el derecho de exigirle a la gente que nos gobierna que cumpla cada cosa prometida en campaña, a nuestros legisladores por lo menos su puntual asistencia a su correspondiente cámara, a nuestros gobernadores que tengan tantita madre y dejen de ver a los estados como un banco al que pueden robar hasta no poder más, a los delegados que nos provean de seguridad, de calles transitables, de colonias habitables.

Tú eres el único (unido a todos los demás, claro está) que puede cambiar lo que no te gusta de tu país, participa, sé agente de cambio, deja de ver los toros desde la barrera, elige tu mejor opción, infórmate. Tu país te necesita ahora más que nunca, hacer de México un mejor lugar depende de nosotros, cuando lo hayamos logrado, entonces y solo entonces, podremos brindar con el frapuccino de moda.

Karina Perez: Nací en la Ciudad de México un primero de septiembre de 1975. A los 3 años aprendí a leer y escribir por lo que a los 5 años entré a la primaria en sistema Montessori, concluí la licenciatura a los 20. Abogada y Trabajadora Social. Chilanga de nacimiento, Oaxaqueña por adopción. Empresaria, emprendedora, rescatista perruna, mujer todo terreno e inmensamente feliz.
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