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SOLTAR ES SALTAR AL BIENESTAR

Por Blanca Garza y Vero Barreda

 

Saludándoles con el gusto de siempre, hoy compartiremos un tema que nos parece de importancia vital para la armonía del ser humano. Se trata de lo mucho que nos cuesta en ocasiones dejar ir un pensamiento, un sentimiento, un comportamiento, una persona, una relación, una ocupación, un estilo de vida, etc. Pareciera que nacimos programados para el apego sin darnos cuenta que ese apego es lo que más sufrimiento traerá a nuestra existencia.

Dice el Dr. David Hawkins que dejar ir es como el cese repentino de una presión interna. Se acompaña de una repentina sensación de alivio y ligereza, y el incremento de la felicidad y la libertad. Se trata de un mecanismo real de la mente y todo el mundo lo ha experimentado en alguna ocasión.

Normalmente asociamos el “dejar ir” con la pérdida, lo cual suele generar una sensación amarga. Quizá hemos asumido que tenemos que dejar ir todo aquello que nos daña, pero aún así no logramos despojarnos de esa sensación de abandono, vacío y desamparo. A veces sentimos que ese dejar ir implica salir de la seguridad y lo conocido para lanzarnos al vacío sin paracaídas.

Obviamente, esa sensación no nos ayuda a dejar ir, al contrario, genera una fuerza opuesta que nos mantiene atados a lo que nos lastima. Aunque somos conscientes de que debemos dejar atrás el lastre, la sensación de pérdida es tan abrumadora y la incertidumbre tan grande, que nos aferramos a ese peso. De esta forma podemos pasar meses o incluso años debatiéndonos entre el aferrarse y el soltar.

Toda pérdida implica un reajuste de hábitos, por lo que sentimos que la seguridad que hemos construido se tambalea. Entonces tenemos miedo. Un estudio particularmente interesante realizado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts reveló que apenas poseemos algo, ante nuestros ojos aumenta de valor. Es lo que en Psicología se conoce como “Efecto del Propietario”. El problema es que establecemos inmediatamente una conexión emocional, la cual nos mantiene atados a las cosas, situaciones o personas aunque éstas ya no nos reporten felicidad o incluso nos hagan daño. En la filosofía budista, a ese vínculo emocional se le denomina apego, y se considera como una de las causas de nuestra infelicidad.

Existe una parábola budista muy interesante que nos ayudará a lidiar con la pérdida y a soltar todo aquello que nos daña desde una perspectiva diferente:

Un hombre famoso por su erudición, decidió visitar un día a un reconocido maestro zen para que le enseñara lo que le faltaba por saber. El maestro lo recibió en el monasterio y lo invitó a tomar el té. Apenas se sentó, el erudito le contó que había pasado toda su vida estudiando y le contó toda la historia del budismo zen. Por último, le dijo: he viajado desde muy lejos para que me enseñes todo lo que me falta por saber sobre el zen. El maestro no le respondió, tomó la taza y comenzó a verter el té. Sin embargo, no se detuvo cuando la bebida colmó la taza, de la tetera seguía saliendo el té. El erudito estaba asombrado. No podía creer que aquel famoso maestro del que todo el mundo hablaba, fuera tan descuidado. Sin embargo, no dijo nada. El maestro zen siguió vertiendo el té, que ya ocupaba la bandeja. El hombre no se pudo contener, así que casi le gritó ¡Detente! ¿Acaso no ve que la taza está llena y estás derramando el té?

En ese punto el maestro zen se detuvo y le respondió: ¡Exacto! Al igual que la taza de té, tu mente está llena. ¿Cómo pretendes que te enseñe si antes no la vacías?

En la filosofía budista se considera que para que se produzca un cambio realmente trascendental en nuestro interior, primero debemos ser capaces de deshacernos de todos los prejuicios, patrones de pensamiento, creencias y apegos que nos limitan. Solo podemos abrazar el cambio, cuando estamos dispuestos a abandonar lo que nos limita.

Desde esta perspectiva, el soltar es un proceso de crecimiento interior imprescindible para permitir que cosas nuevas, personas nuevas, experiencias nuevas lleguen a nuestra vida.

Blanca Garza y Vero Barreda: Blanca Myrna Garza Aburto apasionada de la vida, la familia y los amigos. Admiradora del ser humano y la naturaleza, amante de la música y las letras. Abogada, psicoterapeuta, máster en desarrollo humano y mediadora. Fundadora de EMCOPAZ Empresa Constructora de Paz AC. Verónica Barreda Alcocer, hija, esposa, hermana y madre. Enamorada de esta vida y de lo que los seres humanos somos capaces de dar. Ingeniera de profesión, y siguiendo mis instintos y mi necesidad de crecimiento, hoy soy psicoterapeuta, máster en desarrollo humano, docente y mediadora. Feliz fundadora de EMCOPAZ Empresa Constructora de Paz AC.
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