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EXPECTATIVAS Y PROPÓSITOS

Por Dona Wiseman


Escribo para que la memoria se haga cristal, para inventarme un mundo, para no olvidar, para sentir, para no morir, para ser eterno, para liberar mi interior, para trascender a través de las palabras, para cambiar este mundo matraca, para comunicarme, para hacer catarsis, para honrar a Dios, para ordenar el caos, para divertirme, para aclarar mi realidad, para compartir mi alma, para honrar las palabras, para no enloquecer, para que lo diga la poesía, para compartir mi andar, para sanar mi alma, para no perder la razón, para vivir.

Fue muy interesante para mí leer y escuchar los comentarios de tantas personas, conocedores de cine y no, sobre la película Roma.  En respuesta a un post, me etiquetó una compañera de NES y me dijo, “Tú no nos has dado tu opinión aún sobre la película.”  Y no, he compartido poco. 

Sobre la película diré que me encantó.  Me gustan las series y películas que retratan de manera tan real una época que ya pasó, pero que viví.  Yo llegué a México en los años 70 y así experimenté la sociedad.  No conozco de cine.  No soy una crítica con autoridad alguna para opinar en cuanto a lo técnico de cinematografía, los diálogos, la fotografía, ni nada.  Pero me gustó todo. 

El comentario que realmente quiero hacer va en torno a las expectativas y las decepciones de tantísimas personas que no les gustó ver a la mujer, particularmente a la mujer indígena, retratada como sumisa y casi víctima de un conjuro de mala suerte.  No sé si esas personas igualmente percataron que la mujer de clase media de la película era un estereotipo de esa época (y quizás de muchas épocas).

Creo que Cuarón tenía una historia que contar, como cualquiera que escribe tiene algo que contar.  Contamos historias, protestamos, corregimos el pensamiento de otros, contamos chistes, comentamos sucesos políticos, damos opiniones (por ejemplo, que me parece horrenda la idea de destruir el Mirador y quiero saber dónde piensan “aterrizar” el tan ridículo teleférico).  Lo que no hacemos es llenar expectativas.  O cuando menos Cuarón parece no haber tenido dentro de sus intenciones contar una historia más de una mujer luchona, 4×4, que sale adelante y es mamá y papá de sus bendiciones.  Esa historia es muy predecible y consiente el anhelo de “vivieron felices para siempre” que tan eficazmente nos ofrecen los cuentos de hadas manoseados por Disney. 

Las historias son lo que fueron.  A veces recordamos eventos de una manera romantizada, y así contaremos nuestra historia.  Y así está bien.  Es la historia de quien la vivió y quien la escribe.  Es su experiencia y su vivencia, o bien, es lo que quiere poner en papel.  Sus razones tendrá.

No conozco a Cuarón, pero sí a muchos escritores.  Y decidí preguntarles, “¿Para qué escriben?”  Las respuestas son las que se encuentran arriba.    

En mi caso, escribo para expresar mi incomodidad, para cuestionar, para procesar lo que pienso y lo que siento, para elaborar mis sueños…  Mi poesía con frecuencia es la única manera que tengo para decir lo que realmente quiero decir sin la necesidad de que alguien más lo entienda.  Esto es lo importante.  No escribe quien escribe necesariamente para ser entendido, y menos para quedar bien con una expectativa.  Eso lo supo muy bien mi padre el día que leyó una colección de mis poemas y se percató de que la relación que él pensaba que tenía conmigo la vivía yo de una manera muy distinta.  Y así ahora percatan las personas que esperaban que Roma fuera una historia diferente. 

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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