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UNA UVA DE PELUCHE

Por Dona Wiseman

Anoche mis pensamientos me llevaron a contemplar el concepto de merecer.  Pensé en como algo, que según yo quiero y deseo, probablemente no sucederá y observé la tendencia común de concluir que eso no es para mí, que no soy suficiente, que no lo merezco.  Se acerca la llegada de Santa Claus, en cuyas manos están las ilusiones de tantísimos niños y de más de un adulto en este mundo.  Ya hice mi carta.  Ustedes la leyeron la semana pasada.  Parece que, en mi afán de ser elevada y espiritual, o algo así, se me olvidó incluir cosas más terrenales.  Esta semana vino una reportera a mi casa a entrevistarme sobre el tema de relaciones de pareja y la “búsqueda del amor” como parte de lo que se incluye con frecuencia en las listas de propósitos de año nuevo, como algo que se supone podríamos conseguir o lograr por ciertos esfuerzos, comportamientos, y promesas. 

No es verdad que por hacer méritos mereceremos algo.  Leí esta semana una carta que un niño genial le escribe a Santa Claus.  El niño pide una uva de peluche.  Tuve que leerla como tres veces, ya que pensé que leía mal.  No, la madre luego aclara que el niño quiere una uva de peluche, y es lo único que pone en su carta.  De niña mis listas de peticiones a Santa Claus siempre se cumplieron.  Creo que nunca pedí algo más allá de las opciones reales.  Tengo la sensación de jamás haberme atrevido.  ¿Será que aún no me atrevo?  Una vez (mentira, han sido muchas) me atreví, no a pedir, pero sí a soñar.  No se cumplió.  Claro, nadie sabía lo que quería tampoco, ni hasta la fecha. Desde anoche mis recuerdos giran en torno a las tantas ocasiones en que pensé que “eso” (cualquier “eso” que traía en el lugar íntimo de los deseos grandes) era demasiado para mí.  Pienso que en este mundo hay muchas personas (niños inclusive) que tenemos una triste conciencia que nos informa que por más que deseamos algo, no será para nosotros.  Será así por cuestiones económicas, psicológicas, circunstanciales, o porque tenemos el talento de desear cosas que están más allá de nuestro alcance. 

Dicen los positivólogos modernos que cualquier cosa que nos podemos imaginar, si hacemos todo lo que está en nuestras manos y aparte usamos las afirmaciones adecuadas, podemos tener o lograr.  Agregan que si no se nos cumple el deseo es porque no estamos trabajando lo suficiente en creer que nos sucederá o se nos concederá aquello. Más de un niño, esta Navidad, quedará frustrado porque a pesar de haberse portado bien (la parte del trato que le toca) no recibirá de Santa Claus eso que desea, ya sea porque no expresó el deseo o porque sus padres no pueden procurarlo o porque no existe o porque no se puede por la razón que sea.  Esos niños seguramente concluirán que no merecen aquello que desean, que no son suficientemente buenos, o que simplemente no son suficientes.  Yo tengo una solicitud para Santa Claus que no incluí en la carta.  Igual Uds. también.  No estoy segura en este momento cómo manejar la solicitud.  No me sentaré aquí a esperar encontrar eso que deseo debajo del pino el día 24 de diciembre.  Creo que tomará más comprensión.  Parte de mí tendrá que determinar si realmente lo quiero y si lo tuviera, si lo puedo y quiero sostener.  Parte de mí tendrá que bajar el nivel ilusorio para diseñar de una manera ejecutable lo que quiero.  Parte de mí tendrá que trabajar mucho el tema de “merecer”, no para convencerme de que merezco lo que quiero, sino para quitarme a ese monstruo de la parte oscura de mi mente y mi corazón.  Todos los niños merecen.  Todos merecemos.  Todos somos suficientes. 

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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