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EL PRINCIPIO DE LA HISTORIA SIN FIN

Por Jacinta Monteverde

Siempre he tenido la creencia que a lo largo de nuestro paso por la tierra atravesamos por distintos ciclos, los círculos de la vida como me gusta llamarle, etapas que se cierran abriéndole la puerta a otros momentos que la vida tiene preparados para nosotros, o nosotros para la vida.

Sabemos que nada es para siempre, incluso la vida misma. El cerebro humano está preparado para afrontar cambios, adaptarse ante situaciones inesperadas, expandirse y rehabilitarse debido a la plasticidad cerebral. Pero ¿qué tan preparado está nuestro corazón? Por un lado la razón busca siempre una explicación lógica, y para la mayoría de las personas es reconfortante tener una vida estable en muchos sentidos; pero definitivamente los últimos años que hemos vivido sobre todo en la incertidumbre de esta pandemia, por lo menos en lo personal, han sido todo menos estables. Las noticias sobre el nuevo virus y el tratar de equilibrar mi vida personal parecen no respetar los tiempos que acostumbrábamos, días donde quisiera que el sol se escondiera más temprano y otros en donde pediría horas extras.

Aunque para nosotros esta incertidumbre comenzó hace 6 años, cuando a nuestra hija de casi 4 años la diagnosticaron con diabetes tipo 1. ¿Sería ese nuestro principio sin fin? Esta condición poco conocida pero muy escuchada toco en nuestra familia, y ¿qué pasa cuando te dicen que algo es para siempre? Ante un diagnóstico como tal ¿te rindes ante la esperanza de una cura? (a pesar de no llamarle enfermedad), ¿te entregas a esta historia sin fin? La diabetes no descansa, no duerme, desde que aparece en la vida de una persona se convierte en un ciclo sin fin: checar glucosa, inyectar insulina, checar glucosa, corregir niveles altos, inyectar insulina nuevamente, episodios de hipoglicemia, ingerir azúcar, checar glucosa, y así sucesivamente el ciclo se repite día y noche.

Toda esta reflexión me llevo a hacer un viaje en mi memoria a esta gran película de los 80’s: LA HISTORIA SIN FIN. ¿Será acaso que siempre buscamos un final? Se vino a mi mente cómo la gran lucha de los personajes era hacia “LA NADA”,  donde el más grande antagonista era “EL MIEDO”, un sentimiento muy natural pero muy traicionero. Finalmente ese mundo se salva cuando el lector se da cuenta que es el propio salvador de la historia. Así nosotros, a veces sin saberlo somos los protagonistas de nuestra propia historia en donde no queda otra alternativa más que saltar dentro de las circunstancias que nos tocan vivir y afrontarlas con valentía, con creatividad y con actitudes que nos ayuden a enfrentar este gran ciclo sin fin antes de vernos luchando hacia la nada. La condición no cambiará, así que intentamos cambiar la percepción de nuestra historia.

Hoy después de 5 años el destino me ha llevado convertirme en un páncreas externo que está lejos de cumplir la perfecta obra de Dios, tomando decisiones de aquello que puede estar en mi control, aunque sinceramente hay mucho que se sale de este parámetro. Hay días buenos y días malos, no siempre teniendo el resultado que queremos tanto físico como emocional. Días de muchas preguntas y noches en donde nos encontramos perdidos en este mundo de inyecciones, piquetes e insulina. Nos sentimos en una lucha constante, y ante estas circunstancias hago un alto y me pregunto ¿contra qué realmente estoy luchando? No será que como en la película entre mas dejamos avanzar el miedo, más peleamos contra “nada”, y que finalmente ¿si seguimos en ese camino sólo nos llevara a la autodestrucción? Pues ¿cómo podemos luchar contra algo que es parte de nosotros?

Así que antes de seguir me pregunto ¿qué nos fortalece? Entonces volteo hacia mi hija y me enorgullece la valentía con la que enfrenta esta condición, y a pesar de sus quejas  tengo la esperanza de que un día se dará cuenta que ella es (Sebastián) y yo Atreyu. Gritará en su interior y hacia el exterior lo que hay en su corazón y estoy segura que salvara su mundo, sabiendo que no esta sola, pues siempre tendrá una familia y amigos que le dan esa dulzura que su cuerpo no puede ingerir pero de la que su alma esta llena… y esta historia… continuará…

Jacinta Monteverde: Mamá, ama de casa y psicoterapeuta con especialidad en audioterapia. Dedicada, en gran parte, a la consulta privada y comunitaria. Actualmente en proceso de formar una asociación para niños con diabetes.

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  • Hola, Jacinta.
    Estoy iniciando este recorrido sin fin del que hablas, con mi nieto Alonso, de 8 años y con sus papás y hermanito.
    Soy Maru del Bosque, amiga de Claudia Cobo, desde hace muchísimos años.
    En verdad, lloré mucho al leer este impresionante relato que has hecho; pues uno, poco a poco, se empieza a adentrar en esta historia sin fin, acompañando con mucho amor, a los que están viviéndola y verdaderamente involucrados en que haya éxito y se pueda salir adelante, día tras día.
    Moramai, mi hija y mamá de Alonso está sufriendo mucho, al igual que mi yerno, y de alguna manera, también Elías, el hermano menor de 4 años; pues, aprender a vivir el “sólo por hoy”, dando gracias a Dios por el milagro hecho al haber sobrevivido Alonso, no es fácil.
    Siempre cabe la esperanza de otro milagro en el que Dios utilice el recurso que quiera para que la vida en él sea más ligera; una carga menos pesada para su temprana edad; que surja, a través de la ciencia una máquina o un Cirugia que solucione y sustituya la función del páncreas.
    Alonso tiene un mes con diabetes infantil y todavía no se encuentran los niveles exactos para que pueda tener una vida lo más normal que se pueda.
    La dependencia que hay de cuidados extremos y, cómo bien dices, el manejo del miedo, es un reto diario.
    Sabemos que también es una gran oportunidad para tener un crecimiento personal profundo en todos; pero hay que saber manejarlo e ir de la mano con personas que pueden apoyar y orientar para que esta condición sea benéfica, tanto para Alonso, como para sus papás y hermano.
    Muchas veces, los familiares no sabemos cuál es nuestro mejor apoyo; pero sí sabemos que EL AMOR todo lo cambia; estamos conscientes de que queremos ayudar y hacerlo bien.
    Es por ello que te escribo.
    Quiero apoyar a mi nieto y a mi familia, no sólo con conocimientos al respecto, sino con acciones que verdaderamente alienten y sean congruentes hacia la la forma correcta de caminar con ellos.
    Un abrazo, Jacinta.
    Agradezco tu artículo, tu valentía y la de tu hija.
    Quedó en espera de tu comentario.
    MARU.

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