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NEURÓTICA Y LOCA

Por Dona Wiseman

 

Hace días leí un post que refirió un trabajo hecho por uno de mis maestros, un gran maestro, y que fue orientado a descubrir: ¿Cuál fue la locura que tu alma necesitó para vivir?

En psicoterapia distinguimos (en términos muy simples) la locura de la cordura por el nivel de neurosis que una persona sostiene en su vida.  ¡Ay, Dona, ya no chingues! ¡Ahora nos vas a acusar de neuróticas!  Pues sí.  Permítanme definir.  La neurosis es aquello que hacemos vez tras vez de la misma manera esperando resultados distintos.  Ah, sí.  Ahora nos reconocemos, ¿verdad?

Esa neurosis es un rasgo de la personalidad, del carácter, que fue tomado desde la infancia como una estrategia de sobrevivencia.  Para sobrevivir, un ser humano, un niño, requiere la aceptación, el amor y el cuidado de sus padres (particularmente de su madre).  Mientras una persona habrá concluido que ser niña buena era la táctica para conseguir y retener el amor de mamá, otra persona habrá considerado que ser un desmadre le aportaba la retroalimentación (y alimentación) que necesitaba de mamá.

Ese rasgo de carácter que sobresale en mí es mi locura, y es lo que mi alma necesitó para vivir.  Mi ser vive dentro de un cuerpo que tiene necesidades físicas, necesidades que fueron experimentados  como amenazas.  Si mi presencia física no tiene lo que requiere, el alma igualmente se contemplará amenazado.  Entonces quizás decidí exigir la satisfacción de mis necesidades.  O bien, pude haber concluido que necesitar lo menos posible era lo más seguro.  Otra posibilidad es haber determinado que si soy bonita me darán lo que requiero, o si soy inteligente.  Algunas personas tomaron un papel pasivo en la vida, sin causar conflictos ni problemas, por creer que de otra manera perderían la atención de mamá.

No, nada de esto es consciente.  O, de hecho lo es, pero no de la manera comúnmente referida.  Ahora sí podemos mirarlo, en nosotras y en nuestros hijos.  ¿De qué sirve?  Si nuestros hijos son pequeños quizás podemos dejar de fomentar esas actitudes en ellos.  Tengo 5 nietos…veo a “el perfecto”, “el divertido”, “el callado”, “el conflictivo”, y “el hábil”.  Son categorías pensados de momento, no pretendo etiquetarlos, ellos harán eso solos.  Sí, nos hemos etiquetado.  Yo soy una persona quien…  Lo que digo después de esa frase puede ser una lista de mis auto-etiquetas, de mis neurosis, de mi locura.

No se trata de corregir algo.  Esa locura me permitió vivir.  Habría que honrarla.  Puede ser, sin embargo, que ya no me sea necesario, y que ahora pueda ser más libre.  ¿Será?

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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