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LA ARQUITECTURA Y EL EXTERMINIO DE LA DIVERSIDAD

Por Argelia Dávila

No se trata de hacer, sino de enseñar a hacer.”
Francis Kéré

El pasado 15 de marzo de 2022 se dio a conocer al ganador del mayor galardón que existe en la arquitectura a nivel mundial. El premio Pritzker es un reconocimiento que otorga la Fundación Hyatt, con el objetivo de honrar a uno o varios arquitectos o arquitectas vivos que hayan demostrado talento, visión y compromiso al mundo de la arquitectura, con contribuciones consistentes y significativas para la humanidad, y también, para el entorno construido a través del arte de la arquitectura. (López, 2022).

Para conocer un poco más, podemos mencionar que en México el arquitecto con esta distintinción es Luis Barragán -el creador de la arquitectura emocional- quien lo obtuvo en la década del ochenta. Otros arquitectos, aunque extranjeros, han ganado este premio con obra hecha en México: Tadao Ando, con la Puerta de la Creación, el edificio que alberga todo lo que se refiere a estudios sobre arquitectura, diseño y artes en la Universidad de Monterrey (UDEM) en San Pedro Garza García, Nuevo Léon; Toyo Ito proyectó en 2013 la construcción del Museo Internacional Barroco de la ciudad de Puebla; así como Richard Meier y su Torre Reforma, todos ellos ganadores del premio con obra siempre relacionada al ejercicio y conceptualización de la arquitectura.

Recientemente, en el año 2016, el arquitecto chileno Alejandro Aravena sorprendió al mundo de la arquitectura por ser el primero de su país en recibirlo. Su propuesta: vivienda social adaptada a la región y la cultura de su entorno, además de involucrarse directamente con las políticas públicas de su país:

“Alejandro Aravena personifica el renacimiento de un arquitecto comprometido con la sociedad… Tiene un profundo conocimiento de la arquitectura y la sociedad civil, como se refleja en sus escritos, en su activismo y en sus diseños.” (Arango, 2016)

Según Zabalbeascoa (2022), la elección del proyectista ganador del Pritzker, originario de Burkina Faso, Francis Kéré, el primer africano en recibir este galardón, marca un cambio de paradigma en la historia del premio, al reconocer el papel del arquitecto como un guía capaz de cambiar la suerte de una comunidad y la ambición de su disciplina, mediante la adaptación de los símbolos que representan a las comunidades por medio de los materiales, al aprovechar al máximo el juego de las luces y las sombras, lleva estos espacios de lo poético a lo funcional, sin necesidad de grandes inversiones de recursos y con un gran impacto en la vida de los usuarios.

En entrevista con la revista internacional Arquine, Kéré, habló sobre la ciudad, y cómo su crecimiento desmedido la ha hecho desarticulada y fría -nada alejado de  nuestra realidad diaria-  mencionando que hacer ciudades humanas que nos acerquen al contacto físico y la interacción social es de suma importancia en el presente y tendrá un relevante impacto en el futuro. Asimismo, comentó que la protección de la cultura y las tradiciones de los pueblos es primordial, pero sobre todo conservar y utilizar las virtudes del sitio de forma creativa, implementar soluciones arquitectónicas adecuadas a la cultura del lugar, visibilizarlas en el pasado y adaptarlas a nuestra época, encontrando la inspiración en el equilibrio entre nuestras bases culturales y la tecnología actual para no exterminar la diversidad.  (Arquine, 2018).

Todas estas ideas son una realidad que se encuentra en nuestros espacios, en nuestras ciudades, en nuestro país. No es necesario ir a África para darnos cuenta que nuestras ciudades son caóticas y frías, que en nuestra sociedad es fundamental romper paradigmas, no sólo en cuanto a la raza y el género, sino en cuanto a equidad y recursos. En disciplinas como la arquitectura, el diseño, el urbanismo, la sociología, la historia, la antropología y otras ya no cabe el quehacer individual.  El Pritzker 2022 nos muestra a todas luces que estos rompimientos son urgentes; el logro del arquitecto Francis Kéré es sobre todo ser un guía para su comunidad, al realizar arquitectura que adapta y actualiza la tradición del lugar y la lleva hacia la edificación sostenible. Una arquitectura compartida desde su creación hasta su construcción con la comunidad y que  logra con pocos recursos dotar a sus usuarios de un lugar digno para habitar, en armonía con la cultura y con su entorno.

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Pie de foto: Escuela primaria de Gandó, Kéré Architecture. Fuente: Eric Jan Ouwerkerk, ArchDaily.

Trabajos citados

Argelia Dávila: Soy arquitecta, mamá, maestra y siempre alumna, me encanta la fotografía, me maravillan los espacios, la luz y el lenguaje, lo que hay en ellos, lo tangible pero sobre todo lo intangible. Tejedora de ideas.
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