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SÍ VOY A LLORAR

Por Dona Wiseman

Me encontré una publicación que comienza diciendo, “No te quiero débil, llorando por los rincones.  Te quiero fuerte.”  Voy a reescribir un poco de la publicación, porque yo quiero quererte como eres y con lo que puedes en tu momento de vida.  No quiero ponerte condiciones ni expectativas.  Tal vez el ejercicio trata más de no ponérmelas a mí misma.

Yo te quiero, aún cuando estás débil, aunque llores por los rincones.  No tienes que ser fuerte.  Si tú decides una vida de princesa, para mí estará bien (tal vez hasta te envidie un poco cuando tu mayor preocupación del día es llegar a tu cita para manicure).  No me parece necesario que tu vida te duela, ni que tengas que ponerte armadura cada mañana para lidiar valientemente con tus quehaceres.  Sé que tendrás quejas, y aunque no me gusta escuchar quejas, lo haré, porque también tengo y no considero que cada minuto de cada día tenga que vivirse con una sonrisa en la boca, luchando incansablemente.  No me parece necesario que construyas un palacio si prefieres vivir en una cabaña.  Y me parece que la dignidad radica en la autenticidad y la vulnerabilidad y no en el estoicismo que aguanta todo.   No sé si tu manera de habitar tu vida queda dentro de los confines de la definición de una dama, y no me importa.  Y sé que a veces tendrás que quedarte callada, sin mostrar tu espíritu.  Hay momentos en la vida en que no ganamos el partido, o en que gritar lo que pensamos no es lo que aplica.  Está bien callarte.  Yo te quiero reina, princesa, bruja o pirata, lo que tú decidas está bien para mí.  No quiero que pienses que tienes que volar si naciste felina o equina.  Sí quiero que tomes el timón de tu barco, tu lugar en tu vida, pero TU lugar, y no un lugar fabricado desde el idealismo de otras y otros. 

He visto muchas publicaciones que insisten en que las niñas sueñen con ser ingenieras y científicas en vez de soñar con ser princesas.  Y ¿qué pasa con la niña que auténticamente desea ser princesa?  ¿No será su sueño tan válido y su “lucha” tan importante como la de una futura astronauta?  ¿Y si desea ser plomera, carpintera, mecánica, estilista, enfermera, modelo…? 

Ok, Dona, ¿cuál es tu pleito?  ¡Que es evidente que traes los calzones hechos nudo!  Aquí va:  ¡Estoy hasta la madre de la exigencia de ser fuerte, luchadora, positiva, sin quejas, guerrera, vencedora, decidida, movida, libre, y a la vez ser una dama y saber cambiar llantas (si no he podido ni bajar las de mi “cintura”)!  Y estoy harta de publicaciones que me dicen que, si no soy así, no me van a querer.  No me importa mucho si me quieren o no.  Pero ¿sí nos damos cuenta de que hemos ido de una polaridad de exigencia a la otra?  De niña tuve muñecas, y también aprendí a manejar armas.  No me agradan las armas y no quiero volver a tocar una en mi vida.  Tampoco quiero jugar con muñecas.  Y hoy, no quiero pensar en lo que me hace aceptable o no ante los ojos de los demás.  Quiero llorar mis dolores.  Quiero quejarme.  Quiero reconocerme vulnerable.  Quiero necesitar ayuda.  No quiero ser heroína de ninguna historia.  No quiero aguantar.  No quiero vivir con armadura.  Estoy medianamente segura de que no soy una dama (cuando menos no desde la definición clásica).  A veces galopo y a veces apenas me arrastro.  No quiero ya medirme contra un ideal – eso ya lo hice, y no tengo idea si logré algo o no. 

Cada niña/mujer es un mundo, su mundo.  Yo deseo que tú tengas la opción de descubrir quién eres y que tu ser nazca en resonancia con tu interior.  Así sea. 

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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