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Crianza respetuosa

Por Kim Dewey

No soy experta en crianza, pero sí es un tema que con el nacimiento de mi hija he ido aprendiendo y he descubierto que me gusta mucho. No hay un día que pase en el que no piense en la gran labor nuestra, la de los padres, de acompañar con consciencia a los hijos, y en el potencial de transformación colectiva planetaria que tiene el criar seres libres y creativos con amor y respeto. Y es que es así, como madres somos protectoras, guías y compañeras de estos pequeños seres que aterrizaron en el planeta totalmente dependientes de nosotros. Es a nosotras a quienes nos toca cuidarlos, mostrarles el mundo, darles las herramientas necesarias y ayudarles a construir y fortalecer sus propias alas para que emprendan vuelo solos.

Criando con experiencia de primera mano

Como madre, mi inspiración intuitiva/natural me mueve hacia una crianza respetuosa, libre, segura, amorosa. Sobre todo, amorosa. A criar con respeto, libertad, alentando la creatividad y desarrollo integral de mi hija. Reconociendo que ella, como todos los bebés y niños pequeños, son seres completos que merecen todo nuestro respeto, que tienen increíbles habilidades de aprendizaje, dones únicos, pensamiento y emociones profundas. Criar con respeto no tiene nada que ver con pasividad, o con ser la forma fácil, no es cosa de hippies, ni de no tener límites o estructuras. Criar con respeto, requiere mucho trabajo, conexión, empatía, consciencia de lo más sutil. Tiene que ver con aprender a establecer límites saludables y a crear estructuras que contengan y brinden seguridad sin cortar el espíritu creativo y explorador de los niños. También tiene que ver con nuestro propio desarrollo como madres.

Todos hacemos lo que mejor podemos, de la forma que creemos es mejor, con los recursos que tenemos. Y seguramente nos equivoquemos más veces de lo que creemos, simplemente porque no hay recetas para ser madres o padres y vamos aprendiendo en el camino.

Acá comparto un poco mi experiencia. Estas prácticas han sido para mí bastante intuitivas en relación a la crianza de nuestra hija y como familia nos han ayudado aprendiendo a establecer límites de una forma saludable, y en el tema berrinches o tantrums, a entender y manejarlos (más o menos) con más calma y (un poco) menos estrés. A entender mejor a nuestra hija y a acompañarla en su mundo. A ser referencia, protección y contención. No son recetas mágicas, no hacen desaparecer los días que quiero salir corriendo ni los momentos que no tengo idea qué hacer, pero si han sido salvavidas en muchos momentos, he notado la respuesta de ella cuando creamos una conexión consciente, amorosa, igual en medio de una lucha de límites, muy recurrentes estos días, por cierto, que jugando y compartiendo lo que más disfruta.

Hacer nuestro propio trabajo como madres y padres

Evaluar nuestras propias creencias y si existen patrones que estamos repitiendo sin saberlo. Por ejemplo, evaluar ideas culturales, sociales, religiosas y/o acuerdos familiares que muchas veces están grabados en el inconsciente o incrustados a nivel colectivo. Y si somos honestos con lo que encontramos y reconocemos que no son compatibles con nuestro corazón o con el mundo en el que quisiéramos vivir, saber que tenemos el poder de cambiarlos.

Conocer y reconocer nuestras propias heridas/expectativas/errores para evitar proyectarlas en nuestros hijos. Con ello darles libertad de hacer su propio camino y aprendizajes (y también cometer sus propios errores.)

Hablarles a nuestros hijos en su nivel

Procurar cuando hables con tus hijos, siempre, pero sobre todo cuando necesites que preste atención agacharte para estar a su nivel y desde ahí hablarle. De esa forma hay contacto visual y acompañamiento, la comunicación es inmediatamente más directa y empática.

Espejear emociones

Es decir, validar lo que tu hijo siente o la emoción que está expresando, reconociendo y mostrándoselo en palabras. Esto es la base de la inteligencia emocional. De hecho, la conexión entre pensamientos, sentimientos y lenguaje se crea entre los dos y cinco años de edad. Por eso es tan importante guiarlos a conocer sus emociones durante los primeros años de vida. Por ejemplo, si está gritando y pataleando, le puedo decir “veo que estás enojada” o “veo que estas cansada y ya te quieres ir…” si llora por que se lastimó le digo “veo que te duele la rodilla porque te raspaste” y es igual con las emociones positivas, si está feliz porque va a casa de los abuelos le digo “veo que estás contenta porque vas a casa de tus abuelos…”. Validar sus emociones es una forma de ayudarla a conocerse, a crear la conexión cuerpo-emoción-palabras, a poner un poco de orden en su mundo emocional interno y a que sepa que está bien sentir y expresarse.

Evitar el “no pasa nada”

Esto va junto con el punto anterior. Hacerle saber que lo que está sintiendo es real. Evitar el “no pasa nada” automático. Por más que literalmente en nuestro mundo “no haya pasado nada”, en su mundo puede estar pasando mucho. Reconocer y respetar sus emociones, sentimientos, reacciones y tiempos de proceso.

Uso consciente de nuestras palabras

Poner atención y escuchar las frases o palabras que usamos con nuestros hijos, observar si estas palabras o frases sanan su espíritu o lo opacan, si son palabras que construyen o dañan. Hablar con la verdad con palabras sencillas, claras y acordes a su edad.

Pedir perdón

Si me equivoco, si le grité, si perdí la paciencia, si hice algo que no es congruente con lo que enseño. Lo reconozco y le pido perdón, reconociéndola de uno a uno.

Todos los días sigo aprendiendo. Vivir de cerquita y adentrarse en el universo de los niños es otro mundo y un poco una montaña rusa. Muchas veces me equivoco, algunos días fluimos perfectamente, otros es pelea tras pelea. Así vamos respirando, acompañando con amor y respeto, criando despacio.

Kim Dewey: Mamá, yoguini, diseñadora y viajera de corazón. Criando despacio. Lo que me inspira: mi familia, la naturaleza, la magia de lo cotidiano.
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