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¿CUÁNTO VALES?

Por Dona Wiseman

Dice la leyenda que llegó un técnico a la casa de una mujer para arreglar un calentador de agua que no funcionaba.  El técnico se sentó frente al aparato y observó un rato, mientras la señora, en sus pensamientos, criticaba y renegaba, cuestionando en qué momento el bendecido señor haría algo para que ella y su familia tuvieran el agua caliente que requerían.  Después de un buen tiempo, el señor sacó un desarmador, lo metió al boiler, movió algo y apretó algo.  Encendió el aparato y la flama apareció, calentando el agua de manera eficiente.  La clienta, aparentemente satisfecha, le dio las gracias al técnico y le preguntó cuánto le debía por el trabajo hecho.  El hombre le respondió sin dudar, “Mil pesos.”  En el rostro de la mujer se apreció sorpresa y luego molestia.  “Pero ¿cómo que mil pesos, si solamente apretó un tornillo?”  Con toda calma, el técnico le contestó, “No le estoy cobrando por apretar un tornillo.  Le estoy cobrando por saber cuál tornillo apretar.”

Tengo muchos años y conozco a mucha gente.  Con frecuencia, cuando me doy cuenta de lo que reciben algunos de ustedes a cambio de su trabajo, me asusto.  Bueno, me da tristeza y me parece un tema de mucha injusticia.  ¿Cuántos años te tomó saber hacer lo que puedes hacer?  ¿Cuánto amor le pones a tu trabajo?  ¿Cuánto invertiste en tu entrenamiento?  ¿Cuáles son las condiciones especiales de vida que tienes que observar para mantenerte dentro de tu disciplina?  ¿Qué trámites burocráticos has pasado para que tu negocio funcione?  ¿Cuántas horas ensayaste para treparte al escenario?  ¿Cuántas revisiones tiene el poemario que estás a punto de sacar?  ¿Qué sacrificios tienes que hacer para mantener una planta operando en la madrugada?  ¿Con cuántas personas tienes que lidiar para que un periódico o revista salga a tiempo?  ¿Cuánto gastas en tu equipo?  ¿Cuántos días festivos y de descanso has interrumpido para atender necesidades del trabajo o de tu negocio?  ¿Cuántas comidas saltadas?  ¿Cuánta preocupación?  ¿Cuánto riesgo?

Sé que yo trabajo mucho.  Me lo reclaman a toda hora.  Pero no soy la única.  No soy la única que por amor a todo lo que hago y sé hacer, soy capaz de entregarme de una manera un poco salvaje.  No soy la única.  Muchas veces he dicho que no creo en el merecimiento, en el hecho de merecer algo o nada o más o menos, pero sí creo en el valor que tienen los momentos, los minutos y los días de la vida mía y de todos ustedes.  Anoche un amigo me dijo que en su trabajo de tiempo completo en una empresa importante le pagan una cierta cantidad que equivale a tanto por día.  Se me quiso caer la cara de vergüenza ajena.  No por mi amigo, sino por la empresa.  Quisiera tener una varita mágica y poder resolver…¡ah!  Me acabo de dar cuenta de algo importante.  A veces, lo que tal vez debería ser una lucha por justicia, lo convierto en querer resolverles cosas a los demás yo.  No puedo.  Hmmm…igual y con la varita mágica sí, pero no funciona así. 

Entonces les pido, bueno a los que deseen hacerlo, valórense.  ¿Qué nos falta a ti y a mí para mirarnos de otra manera?  Sin exageraciones ni fantasías, pero sin malbaratarnos ni sacrificarnos por otros.  No tengo la respuesta.  Tal vez si aprendo a hacerlo yo y si yo valoro tu trabajo y mi trabajo, en algo puedo influir.  Tal vez requiero aprender qué es ese concepto de merecer al que le saco tanto la vuelta. 

Dona Wiseman: Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.
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