Por Ana Carrera
La escritura como el viaje que es… responde a las llegadas y vueltas, a las despedidas y a la anécdota. En todas las bromas de la vida me ha resultado una fiel acompañante, que ya no sé si es un vicio o un entremés al presente. Se inicia una época en esta columna ALTerna donde estarán apareciendo el poema y la canción en total disposición de ser combinados por quien lea.
En esta ocasión les dejo dos poemas y una canción que recomiendo sea escuchada justo al término de la lectura.
Aquí ando, tecleando estoy.
*
residón
el piso sirve de guarida
a las miles de historias del terruño
a los cuentos que no son míos
porque yo no soy de aquí
mis pies avanzan
juegan con la deriva del viento
¿ves al hombre de la esquina?
se preguntan uno a otro
mientras yo parto
de mi ombligo a la nada
y
concuerdo
con esta falta de compás
un, dos, tres
un, dos, dos
un, dos, tres
vagabundean mis pasos
cierro los ojos
al unísono de Los Cardigans
un, dos, tres
un, dos, tres
un, dos, dos
un olor que conozco
olor de casa vieja
me detengo
entro sin censura
al recuerdo de mi tierra tardía
el aroma a cándida criaturita
a miel carcomedora de clorofila
y estoy en las faldas de mi abuela
y veo esos dientes con remache de oro
me adentro en las fotos de su esbelta figura
allá en la humedad de los años cincuenta
cuando fueron objeto de captura
un, dos, tres
un, dos, dos
y mis piernas
tambaleantes columnas de yeso
abren la puerta de mis nervios
como acto reflejo
despierto
con la sorpresa de la espera
con la fe puesta en no perder el paso
en saber andar
y aunque erase and rewind
acabó desde antes de llegar
seguiré usando canciones de pretexto
para apaciguar mi presente forastero
calcetas a los pies como amuleto
suave la cabeza entre las colchas
y pensar que ser de aquí
no es cuestión de mi mañana
ni la causa de este olfato de perro
lleno de nostalgia.
*
jacaranda
empezaron a florear las jacarandas
nunca he sabido resguardarme
ni de la fría sombra
ni del punzante sol en el asfalto
y viéndolo así
tampoco de ti
en tres maletas cupo todo su vacío
nunca dijo nada
nunca miró mis ojos volcados
ni suspiró al ver mis manos derretidas
por la eterna tregua
una maleta rosa
con cables y tecnología
una gris
con ropa
y la última
la azul
repleta de libros
no entiendo si me duele la partida
su espacio nulo
o su no decir
hoy es un día donde la sombra fría
la banqueta pedregosa
el sol de la avenida Santa Úrsula
atraviesan la espalda
mientras yo
en esta mutis profunda
apenas entiendo que no sé resguardarme
aunque sea necesario.
*