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Conocer el cuerpo

Por Clara F. Zapata Tarrés

Hay chichis
Hay chiches
Hay chuchú…
Las hay grandes, medianas, pequeñas
Las hay también firmes, suaves, blanditas…

Hay también altas y bajas…
Blancas, morenas…

Todas llevan la mezcla exacta… Todas llevan el amor,
el alimento, la escencia…

Todas preparadas y listas para dar calor… Para dar amor, contención y paz….

Alejandra Apolinar

Déjame adorarte, me repito al intentar plasmar una idea en mi trabajo.

Comencé con el objetivo de mostrar un pecho e insertarle otra imagen transparentosa con las medidas que tienen las jarritas especiales de cocina. Esto lo hice porque es bien sabido que, en algún momento de nuestra lactancia, todas desearíamos tener esas medidas marcadas en el pecho para realmente estar seguras qué cantidad de leche come nuestro bebé y por lo tanto si “sí completa”.

Hay una investigación muy importante del Instituto Nacional de Salud Pública que descubre que la primera razón por la que renunciamos a amamantar es porque creemos que nuestra leche no es suficiente. Es una creencia porque no podríamos afirmar que las mexicanas no tenemos leche, ¿correcto? Pero este es otro tema.

Para este ejercicio decidí escoger mi cuerpo. Primero, le dije a mi hija que me tomara una foto de mi pecho derecho. Derecho. Es el pecho que considero más bello: más firme, redondo, con un pezón que me gusta, más grande. Hice una imagen en colores de la tierra porque en mi imaginación mis pechos se conectan con la Tierra, la madre Tierra. Cada cierto tiempo exploro mis pechos con la conciencia de ver si hay bultos o formas raras o líquidos porque mi madre tuvo cáncer de mama y he hecho de esto una rutina, pero sin tanto asombro como lo fue esta vez. Lo curioso es que después de esa primera foto comencé a mirar mi pecho más a detalle. Pecas, arruguitas en la areola, texturas en el pezón, algunas estrías que marcan la historia de mi lactancia pero también de mi ir y venir con el peso de mi cuerpo a través de los años, algunos pelitos no depilados y olvidados. Así fue.

Después me plantee hacer otro ejercicio que me/nos llevara más allá. Me puse a reflexionar sobre porqué había escogido el pecho derecho. Mi pecho izquierdo es pequeño, no es redondito, no es tan firme y hasta noté que apuntaba hacia otro lado que no era de frente. No me gusta pues. Pero me puse a pensar en que todas tenemos una imagen de nuestro cuerpo y en este caso, de nuestros pechos.

Fue entonces cuando decidí ampliar el horizonte. Mi objetivo ahora, era que todas las personas que amamantamos sepamos que tenemos diferentes formas, colores, texturas e imágenes de nuestros pechos y que son bellos independientemente de todo ello. Entonces, le dije a mi otra hija que me tomara la foto del izquierdo. Y al mismo tiempo mandé un mensaje a mis mujeres-tribu para pedir que si alguna quería mandarme foto porque mi intención era hacer un collage anónimo y real. Tuvimos más o menos 10 chichis diferentes: grandes, pequeñas, con pezones grandes, con pezones invertidos, con pezones planos, con cirugía mamaria, unas apuntando hacia arriba y otras de lado, o hacia abajo, de todos colores. Se logró hacer el collage con los filtros necesarios para que no nos censuren en redes sociales y además filtros que hacen maravillas para recrear la imaginación y hacer un trabajo simbólico. Nuestras chichis, ahora femeninas (Chichis, nombre femenino nahuatl), retomaban la forma de un volcán, de una montaña- así lo dijo la hija de una de las voluntarias para este ejercicio- del cielo, del universo, de las estrellas o de un cuadro impresionista o cubista. ¡Salió maravilloso!

Al fotografiarnos pudimos mirar. Mirar a detalle. Mirar más allá. Mirar la imperfección. Mirar la perfección. Nos dimos cuenta de que poco habíamos observado. Y observamos.

Nos dimos cuenta de que somos distintas al ver toda esa variedad. Y todos esos pechos han tenido leche. Esa leche maravillosa que es capaz de nutrir físicamente pero más emocionalmente a nuestras hijas y nuestros hijos.

¿Has mirado tus chichis? ¿Has mirado tu cara, tus lunares, tus pecas, tus ojos, tu pelo, tu cuello, tus hombros, tus brazos, tu panza, tu vagina, tu vulva, tu clítoris, tus piernas, tus pantorrillas, tus pies…?

Hagamos este ejercicio. La foto, el autoretrato, el espejo pueden ser una posibilidad. Conocer el cuerpo suena lejano. Hacerlo real y cotidiano nos regala descubrimiento, poder, fuerza y autonomía.

*”Las opiniones expresadas en este texto son solo mías y no necesariamente reflejan las opiniones de la Liga de La Leche”.

Clara Zapata: Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

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  • Maravilloso texto!!! gracias por compartir. Amo la pregunta "¿Has mirado...:" Esto debemos inculcar desde la infancia. El mundo sería otro tan solo con ese gesto de auto-aprendizaje.
    AG

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