X

ENTRE AGUJAS Y ACEPTACIONES

Por Sara Serrato

En mi columna pasada les conté sobre mi diagnóstico de osteoporosis y que pronto iría con el
endocrinólogo. Pues ya fui. Me dijo que no era posible que, a mi edad, estuviera en esa
categoría… pero que sí tengo una densidad ósea muy baja para alguien de 28 años. Otra cosa
más para echarle al carrito de “estás muy joven para ese diagnóstico”.

Durante un mes estuve yendo a muchos estudios de laboratorio e imagenología. Primero me
mandaron hacer análisis de sangre, luego salió algo raro con mi calcio y me enviaron a
hacerme un gammagrama óseo. Me asusté muchísimo. Obviamente, todos los pensamientos
negativos se me vinieron encima.

Mi (ahora) esposo y yo estábamos muy nerviosos. Sinceramente, pensé que iba a aparecer
algo relacionado con el cáncer. Pero no: los estudios salieron bien. Solo confirmaron que el
tamoxifeno está haciendo efecto, pero también está dañando mis huesos.

El endocrinólogo me explicó que necesito empezar a hacer ejercicio con pesas y mejorar mis
hábitos alimenticios. Además, debo ponerme una inyección de Prolia cada seis meses para
aumentar mi densidad ósea y evitar, literalmente, fracturarme la columna a los 30.

Al principio, me dio miedo. No quería agregar otro medicamento a mi cuerpo. Siento que ya ha
pasado por demasiadas cosas. Pero al final entendí que no tenía opción. Acepté que este es mi
cuerpo, que así está, y que más que una carga, esto es una herramienta más para ayudarme
—igual que el tamoxifeno.

Como paciente oncológica, he aprendido que la vida se trata de cambios. Cambios constantes.
El verdadero reto está en cómo decidimos enfrentarlos. Dejar fluir y seguir la corriente es uno
de los mejores consejos que he recibido. Porque, además de la muerte, el cambio es lo más
inevitable que existe.Ahora me toca cambiar, otra vez. Mejorar mis hábitos. Cuidarme. Porque, aparentemente, lo que había hecho en los últimos dos años no ha sido suficiente. Y no se trata de culparme, sino de escuchar a mi cuerpo y responderle con amor.

Además, acabo de cambiar de trabajo. Estoy atravesando una etapa de muchos ajustes, y es
difícil. Cuesta soltar una rutina y un estilo de vida que ya sentías tuyos. Para alguien tan terca
como yo, ha sido especialmente complicado tener paciencia conmigo misma y no caer en esa
ansiedad de que “algo malo va a pasar”.

Por eso creo que, ante cualquier cambio en la vida, lo más importante es aceptarlo y
enfrentarlo de frente. No se trata de fingir que todo está bien todo el tiempo. Claro que se vale
sentir, llorar y sufrir. Pero también hay que darnos la oportunidad de transformarnos. Porque si
algo cambia, es porque la forma en la que estábamos ya no era suficiente. Y sí: todo pasa por
algo.

Sara Serrato Lara: Ingeniera, hermana, novia, amiga, hija, nieta. Sobreviviente de cáncer de mama a los 26 años y con tremendas ganas de vivir.
Related Post