¿Muertos de primera y de segunda?

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Pareciera que entramos en una era dónde se pide justicia en lo particular, cuando la justicia es algo que nos corresponde a todos.

Por Karina Pérez Cortés

Vaya jornada violenta la que vivimos el día de ayer lunes 15 de mayo, ya no sentíamos lo duro sino lo tupido, por la mañana Jorge Astorga López, abogado penalista en Sinaloa quien al llegar a su casa en la avenida Reforma fue baleado por una pareja (hombre y mujer) quienes lograron darse a la fuga. Apenas un poco más tarde el chef de un restaurante de mariscos ubicado en la colonia Escandón fue asesinado al oponerse a un asalto y el gerente herido de gravedad. Por la noche en el interior de la Catedral Metropolitana, el sacerdote Miguel Ángel Machorro terminaba de oficiar una misa cuando fue atacado por un hombre del cual se desconoce algún dato fidedigno, quien lo hirió al menos en 3 ocasiones con un puñal. Más o menos de forma simultánea en Jalisco fue atacada Sonia Córdova, periodista y subdirectora del semanario “El Costeño De Autlán” que iba acompañada de su hijo, quien murió en el lugar del ataque, la situación de Sonia se desconoce al momento, fue trasladada a un hospital y no se ha proporcionado mayor información. Pero el muerto que se llevó la gloria, las lágrimas y el compungimiento de propios y extraños fue el periodista Javier Valdez periodista y reportero especializado en el mundo del narcotráfico, se exigía al presidente Peña Nieto que tuiteara lamentándose de su muerte, medios llamaban a hacer un paro simbólico, ya circulaban en redes sociales invitaciones para homenajes póstumos, el periodista contaba con 3417 followers al momento de su muerte, en este momento ya va en 4,168.

¿Qué es lo que te hace un muerto de primera? ¿Qué es lo que genera la empatía y la simpatía sobre tu muerte? Hace unas semanas la muerte de una señora encontrada en CU provocó la movilización de grupos feministas pidiendo justicia, pero cuando al otro día fue encontrado un cadáver del sexo masculino nadie dijo nada, no hubo cartulinas, no hubo marchas, no hubo nada.

Pareciera que entramos en una era dónde se pide justicia en lo particular, cuando la justicia es algo que nos corresponde a todos, parece que la justicia es un artículo de lujo que solo les corresponde a unos pocos, a unos cuantos.

Es como un juego donde sumas puntos: si eres mujer, dos puntos; si eres ciclista 4; si eres vegano, 2; si eres periodista, 10; si eres hombre normal pues ya te fregaste.

Tenemos que volver al principio básico de igualdad y equidad, ninguna vida vale menos que otra, igualdad no es luchar por los derechos de un sector, igualdad es no hacer diferencia ni distingos, pedir justicia por todos, por un sacerdote, por un militar, por una madre que buscaba a su hija, por un chef, por una mujer, un abogado, por un hombre, por un niño. ¿En qué momento nos dejaron de doler los seres humanos?, ¿Cuándo empezamos a catalogar a nuestros muertos? ¿Cuándo les dimos un status? ¿Cómo se decide quien va primero y quien puede esperar?

Dice el dicho que “divide y vencerás”, tal vez ese sea el nicho en el que se mueven muchas situaciones en este país, somos una sociedad dividida, rota, unos jalan para un lado y los demás para el otro lado, no hay consenso, no hay cohesión, no hay ya concepto de sociedad. Nos están matando a todos porque pueden, porque solo por hoy (si tenemos suerte) somos el muerto de moda, pero mañana será otro y después otro y nosotros seremos una cifra, un expediente, uno más entre miles, porque exigimos poquito y un ratito, porque pedimos para unos y no para todos, porque todo lo estamos haciendo mal.

Hoy ha sido un día triste, sólo resta preguntarme ¿por mi quién pedirá justicia?

Karina Perez

Nací en la Ciudad de México un primero de septiembre de 1975. A los 3 años aprendí a leer y escribir por lo que a los 5 años entré a la primaria en sistema Montessori, concluí la licenciatura a los 20. Abogada y Trabajadora Social. Chilanga de nacimiento, Oaxaqueña por adopción. Empresaria, emprendedora, rescatista perruna, mujer todo terreno e inmensamente feliz.

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