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CRÓNICA DEL REGRESO A CLASES EDICIÓN: MAMÁ LUSHONA

Por Teresa Meza

Otra vez llegó septiembre y con él, la épica batalla de todas las madres luchonas: el regreso a clases. Esa guerra silenciosa donde se mide el poder adquisitivo contra la lista interminable de útiles, la paciencia contra la burocracia escolar, y la creatividad contra los precios inflados de mochilas con dibujitos de moda.

Dicen que la educación es gratuita, pero parece que alguien olvidó avisarles a las papelerías, a los uniformes oficiales y a las “cooperaciones voluntarias” que cada año son más obligatorias que nunca.

Mientras los políticos se llenan la boca hablando del “futuro de la niñez mexicana”, nosotras hacemos malabares para que ese futuro no llegue con la panza vacía y la mochila incompleta. Porque claro, el regreso a clases no es sólo el regreso de los niños a las aulas: es también el regreso de las mamás a los créditos, a las rifas forzadas, a las juntas eternas donde se habla más de vender tamales que de educación.

Y ahí vamos, con el mismo humor ácido de siempre, recordando que ser Mamá Lushona no es un meme, sino una estrategia de resistencia: resistir al sistema educativo precario, a los salarios que no alcanzan, y a la idea romántica de que “con esfuerzo todo se puede”. Porque sí, con esfuerzo podemos, pero también con sarcasmo, café frío y la esperanza de que un día la educación deje de ser un privilegio disfrazado de derecho.

Mientras tanto, yo sigo aquí, planchando uniformes que no alcanzan la semana, preparando mochilas con lo indispensable y asegurándome de que, aunque el dinero no rinda, mis hijos siempre coman nutritivo. Porque claro, hasta la verdura bien lavada, el lunch balanceado y el esfuerzo de no caer en la comida rápida son también parte de la lucha. Y escribir estas crónicas, al final, es otra forma de recordarme que ser mamá luchona es, en sí misma, una manera de hacer política.

Teresa Meza: Feminista sin pedegree, Mamá Lushona por decisión (y a veces de puro coraje) acompañante de abortos, emociones y revoluciones. Sobreviviente del sistema, escribo con el cuerpo, la rabia y la risa. Crónicas escritas entre criar, cuidar y tirar el patriarcado con una mano mientras preparo la cena con la otra.
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