La Navidad es, para muchos, una época de luz, familia y reunión.
Por Brisa Alcazar
Sin embargo, en los hospitales el calendario no se detiene y la vida continúa con sus urgencias, sus alegrías inesperadas y sus desafíos. En estas fechas, los pasillos iluminados por luces blancas —no de adornos, sino de monitores y lámparas quirúrgicas— se convierten en escenarios donde la medicina y la humanidad se entrelazan más que nunca.
Mientras la ciudad celebra, dentro del hospital sucede una Navidad distinta. Tal vez y unos villancicos sonando a lo lejos, en el exterior, existe un ambiente de profunda solidaridad. Pacientes, familias y personal de salud comparten un mismo espacio donde el tiempo parece adquirir otro ritmo. La vulnerabilidad se siente más cercana y el deseo de consuelo, compañía y esperanza se vuelve universal.
Para los pacientes, pasar estas fechas hospitalizados suele ser difícil pero el ambiente y la noche buena crean una especie de esperanza y es verdad que ocurren milagros. Tal vez extrañan su hogar, sus tradiciones y la calidez de los suyos, sin embargo el universo es esta noche prepara noticias felices para muchos como regalo de navidad y no lo van a creer, pero se percibe que no pudieron recibir mejor regalo que un milagro en esta noche, cada gesto del personal médico cobra un valor especial: una palabra amable, una explicación paciente, un apretón de manos que tranquiliza. En Navidad, la atención médica no solo cura cuerpos; también sostiene almas cansadas.
Para médicos, enfermeras y trabajadores de salud, la Navidad en el hospital es un recordatorio del compromiso que asumieron. A veces no se valora tanto este día como vivirlo dentro viendo tantas historias al mismo tiempo, también se encuentra una forma distinta de celebración: la que ocurre cuando un paciente mejora, cuando un diagnóstico trae claridad, cuando una familia recibe buenas noticias en un día que parecía sombrío.
En esta temporada, el hospital se convierte en una pequeña comunidad. Compañeros que normalmente corren entre pendientes encuentran un momento para compartir un café, una galleta o simplemente una sonrisa cómplice. Se apoyan mutuamente, porque saben que la medicina también se ejerce con el corazón.
La Navidad en el hospital no tiene la magia tradicional, pero sí una magia propia: la del servicio, la empatía, el consuelo y la resiliencia. Es una Navidad silenciosa, pero profundamente luminosa. Una celebración distinta, pero llena de significado.
En esta fecha tan especial, elevemos una oración por todos aquellos que están pasando por un momento difícil. Pedimos a Jesús —la verdadera razón de la Navidad— que traiga consuelo a los corazones que sufren, fortaleza a quienes sienten cansancio y esperanza a quienes se sienten solos. recordándonos que su amor nunca deja y su espíritu les de consuelo.
