CONTROLANDO EL TIEMPO

Por Cristina Aguirre

Desde hace tiempo el combustible no me estaba rindiendo, ni para mis tareas diarias, ni para tener funcionando el cerebro, pareciera que mi cabeza estaba a tres horas del desfile …  

Atrasada en los grupos, en las noticias, mal quedando a muchas cosas por falta de tiempo, pero sobre todo por falta de una buena programación.  

Yo, soy un caso especial, soy una de esas personas que se da cuenta después de varios intentos que está abriendo una camioneta ajena, la que va al súper y le gritan: “¡Señora se le quedó su mandado!…”

Sin olvidar mencionar, ya sin pena, que cuento a mis hijos cada vez que subimos al carro… “1,2,3… ¡vienen todos!” Y bueno, pues alguna vez, ni eso fue suficiente… porque un día (de esos maratónicos) se me olvidó la señora que me ayuda en el estacionamiento.

Estaba por arrancar y después de corroborar con un “presente” a todos mis hijos, pues arranco… y pensaba y pensaba la logística del día. Escuchaba muy por el fondo que mis hijos repetían y repetían lo mismo… de esas veces que ya estás tan acostumbrada al ruido que lo escuchas como lejano y prefieres poner por unos instantes esas vocecitas en “mute”; cuando de pronto se me ocurre hacerle una pregunta a la señora Mary y nadie contesta….

-¿Doña Mary? ……………….

– ¡ Mamá la dejaste en el súper !

– ¡¡¡Saaaanto Dios!!! ¿Por qué no me dijeron?

– ¡Mamá pero si te estábamos diciendo!

Volteo al retrovisor y la señora (dueña de mis quincenas) corriendo atrás de la camioneta.

¿Por qué no puedo ser una mamá normaaaaal? Pues resulta que, aunque parezca extraño ¡si lo soy! Un poco más tarada, pero si igual de sobre saturada que muchas mamás que conozco.

La crianza no es fácil… conforme crecen los hijos las rutinas van siendo cada día más invasivas. Los problemas más complicados y la energía cada vez más diluida con cansancio.

Uno va por la vida pensando, cuando crezcan un poco más… tendré tiempo. ¡MENTIRA!

Se viene esta avalancha de compromisos empalmados de los niños, clases extra académicas seguidas, partidos, festivales… las tareas cada vez son más largas y la responsabilidad cada día es mayor para ellos y por ende para nosotras. Y yo solo pensando que cuando eran unos bebés estábamos tan cómodos en casa.

Regresando al tema, no padezco ningún tipo de problema serio mental… simplemente soy mamá de tres, mi energía está un poco más limitada y encaminada a mantener vivos y bien guiados a mis hijos.

Entonces bueno, cambié algunos hábitos que si no me han ayudado, al menos hasta ahorita no he vuelto a olvidar a nadie:

1.- Agendo todo en el celular, TODO. Así ya no hay con que no planeé las cosas o las olvidé. Al principio fue tedioso pero me quitó el peso de estar tratando de recordar todo el mero día. No me empalmo con compromisos, simplemente me disculpo a tiempo.  Por más simple que parezca me ayudó a planificar mucho mejor mi mes y ¡hasta mi año!

¿Qué se necesita para sobrevivir en octubre? Reviso calendarios de la escuela… compras de disfraces con tiempo, revisas piñatas con tiempo… diversificas el dinero con tiempo. Y no andas ahí pintando una caja de Kelowgs dos días antes.

Todo gracias a una agenda bien ordenada, ahí, en la palma de mi mano, sin lápices, sin cuadernitos o hojas que perder… solo un celular.

2.- Como plus: compartimos agendas mi esposo y yo (le doy todo el crédito a él por esta idea). Así desde donde esté, sé si cuento con ayuda o no, no se nos empalman sus eventos con los míos y podemos ayudarnos pacíficamente. Antes de pedir su ayuda reviso agenda y el igual la mía. ¡Otro problema menos!

-“Quedé con los amigos que saldríamos en parejas.”

-¡PERO ESE DÍA TENEMOS BAUTIZO!

Esos problemas incómodos, desaparecieron.

3.- Preparo con anticipación lo que se necesita en cualquier evento (por ejemplo, ese almacén de regalos en casa para no estar corriendo). Y hasta mandé hacer sobres (que dejé en el carro) por si alguna vez de plano no hubo tiempo. Así siempre tengo este apoyo extra.

Me di cuenta que mucho de mi desorden de estrés era por falta de planificación.

4.- Comencé de igual manera a planificar el lonche de la semana, y no les voy a decir que me pongo a hacer listas (aún no llego a ese nivel), solo compro el súper pensando en lo que les daré cada día. Ya no corro ya no estoy pensando en modalidad de zombie por las mañanas que les doy. Y ahorro bastante tiempo y compras de pánico innecesarias.

Y BUENO PODRIA SEGUIR CON UNA LISTA INTERMINABLE DE LO QUE HE LLAMADO PROCESO DE SIMPLIFICACIÓN FAMILIAR.

Pero lo que intento decir es que conozco muchas mujeres, con horas exhaustivas de trabajo que siempre veo muy enteras. ¿Por qué?… porque tienen tan acortado el tiempo, que planifican, diversifican y se dan sus tiempos.

Y de ahí aprendí lo más importante de todo, aún y pese a la buena planificación es primordial ENSAYAR EL “NO”.

NO: cuando realmente no puedo.

NO: cuando me siento muy cansada.

NO: cuando se que al día siguiente voy a tener un día pesado.

NO: cuando alguno de mis hijos no se siente bien.

NO: cuando tengo un día complicado.

NO: cuando ya tenía otros planes.

NO. NO. NO. No más explicaciones simplemente, perdón estuve complicada.

Aprendí que puedo ser una “versión mejorada de mamá” si me organizo pero también me queda claro que si no me doy esas pausas para descansar y excusas para “agarrar aire” , no va ser posible cumplir con todo lo que necesito dar.

Dirán algunos que esta etapa pasa. YO NO LO CREO porque a mis 35 años, sigo poniéndole demasiado gorro a mi mamá y también para variar a mi Suegrita. Me queda clarísimo que la maternidad nunca termina, así que si la tarea es larga: más vale sea descansada y bien planificada.

Cristina Aguirre

Soy licenciada en derecho, esposa y madre de tres hijos. Actualmente estoy laborando en una empresa familiar restaurantera, junto a mi esposo. Comencé a escribir como DESAHOGO en mis muy, muuuuy reducidos tiempos libres; escondida en la lavandería, mientras los niños dormían. Gracias por la oportunidad, en especial a todas aquellas mamás que me impulsaron a hacer esto.

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