Por Ana Victoria Zamora
Te has puesto a pensar que cuando tienes alguna molestia tal como dolor de muela y acidez de inmediato a tu dentista, cuando tienes gripa y agendas cita con el otorrino , cuando te molesta algo en tu vista acudes al oftalmólogo y así.
Pero… ¿qué sucede cuando te duele el alma, el corazón?
Cómo adultos es fácil tomar la decisión de querer ir a que nos apoyen y escuchen pero ¿Qué pasa con nuestros hijos? ¿Te has preguntado si es suficiente con la escucha que tú le das, los consejos y la guía necesaria para lidiar la vida?
Desde que soy mamá pude darme cuenta de que mi hijo estaba lidiando con diferentes tipos de emociones, desde una pandemia, homeschool, la vida laboral de mamá y papá, entre un montón de cambios nuevos. Así que cuando mi terapeuta me hizo una pregunta que me causó ruido “¿Quién lo ayuda o apoya con sus emociones cuando las tuyas no están funcionando al cien?”
Fue ahí donde me di cuenta de la importancia de la terapia en los niños, en nuestros hijos, que no tiene nada de malo escuchar a un experto que nos pueda guiar. A este mundo los hijos llegan sin un manual. Debo confesar que me encantaría tener en mis manos algún impreso que diga CÓMO SER LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO, pero no es así, la realidad es que nuestros hijos se van a enfrentar a un mundo que está en constante cambio y qué mejor tener en las vidas de ellos a alguien que pueda orientarnos en todos los sentidos. Pero sobre todo en lo emocional, los ojos en la que ellos ven el mundo es sorprendente y cuando ellos tienen la confianza de platicarte a ti como mamá y papá las cosas que van viviendo y sucediendo te das cuenta de que ese vínculo existe. Pero qué pasa cuando van creciendo y por temor a un regaño o llamada de atención se van guardando emociones o pensamientos.
Hace unos años conocí a una mujer maravillosa, objetiva, estudiada, rodeada de un equipo de expertas que fueron apoyando poco a poco a mi hijo en los aspectos de su edad, desde un problema en casa, alguna conducta rebelde en el colegio, algún comportamiento nuevo o alguna manía.
Fue ahí donde pude darme cuenta como mamá que estaba haciendo lo correcto al tener en mi vida a una persona que pudiera orientarme como mamá, como mujer, como esposa y como persona.
Agradezco mucho el gran cariño, esfuerzo y vocación de Ana Sofía Amavizca quien ha sido parte de los pilares del crecimiento de mi hijo a lo largo de estos años. Hoy con certeza puedo decir que mi hijo tiene valores. Que esos valores tales como la empatía, el respeto, la confianza, la amistad y el equilibrio son llevados a cabo de la mejor manera, una manera única y adecuada a él.
A veces nuestros hijos no nos dicen “mamá tuve un mal día” sino te dicen “¿juegas conmigo?“ Es importante aprender a tomarnos el tiempo como papás de escucharlos y tener aunque sean diez minutos de calidad con ellos, donde sean exclusivos y únicos, para jugar, cocinar, verlos en sus actividades deportivas o artísticas, un día de campo al aire libre, preparar algún alimento y comerlo en familia.
Te invito a que escuches tu instinto y con el tiempo verás cómo crearás un futuro adulto con heridas sanadas.