Ese pequeñito tenía una voluntad de acero

Estuvimos en la ventana del quirófano como estatuas hasta que nos dijeron que todo iba bien, aun así, Dylan requirió aun 5 cirugías más de corazón que enfrentó siempre con entereza y una sonrisa.

Soy cantautor, vivo de viajar compartiendo mis cantos y mis letras aquí y acullá desde los 19 años, hoy tengo 45. Corría el año 2010, días antes de tomar un vuelo a Europa para presentar mi trabajo en el Festival Barna-Sants, mi compañera María José llegó con la sorpresa de que en unos meses tendríamos un bebé. Debo confesar que nunca fue un gran deseo mío tener hijos, aunque me encantan los niños, pero, tomando en cuenta lo crudo que se ha vuelto el mundo, dudaba si sería pertinente. A pesar de ello, cuando recibí la noticia, estallé de felicidad, si una mujer quiere tener un hijo tuyo solo puede ser porque te ama, y a partir de ese momento, todo mi pensar al respecto cambió. Se traen hijos al mundo para amarlos y educarlos de manera que con el tiempo ellos sean capaces de transformar el mundo para bien. Como papá futuro temía no estar a la altura de la situación, pero la gente a mi alrededor me animaba a tener confianza. Dylan nació el 16 de octubre de 2010 en Xalapa, muy pequeñito y bello, el pediatra le detectó un soplo en el corazón en su primera revisión y nos sugirió hacerle estudios genéticos pues era muy probable que padeciera Síndrome de Down. En un mes corroboramos que sus sospechas no eran infundadas y comenzamos a prepararnos para enfrentar tal situación.

Ahora los derroteros eran otros, tanto en la parte educacional como en la parte médica, tener un hijo con problemas en el corazón es carrera contra el tiempo. Su primera intervención fue un cateterismo a los 7 meses, de todas las que se le realizaron, se puede decir que esta fue la menos peligrosa, pero, para su mamá y para mí, fue la más difícil de enfrentar. Estuvimos en la ventana del quirófano como estatuas hasta que nos dijeron que todo iba bien, aun así, Dylan requirió aun 5 cirugías más de corazón que enfrentó siempre con entereza y una sonrisa. Porque ese pequeñito aparentemente frágil tenía una voluntad de acero, a mí me enseñó que, aunque el mundo ha cambiado y debe haber igualdad de sexos, ser padre es ser pilar de tu familia en las buenas y malas. Vivió exactamente 3 años y 19 días, se fue cuando creíamos que había pasado lo más difícil. Una influenza se lo llevó en menos de diez días. Nos queda el saber que le dimos lo mejor que estuvo a nuestro alcance y que dentro de todo ese dolor fue un niño alegre y con gran sed de aprender.

El 4 de noviembre del 2013, Dylan partió tras una gran lucha contra su propia fragilidad física, qué ejemplo para nosotros sus tantas ganas de vivir. Aprendimos que también la materia es sagrada, pues oraciones y bendiciones le sobraron, pero fue el corazoncito y su cuerpo lo que ya no resistieron, aún me duele como si fuera hoy su pérdida. ¿Qué hacer entonces después de algo así? Yo me preguntaba: ¿ahora soy papá o ya no lo soy? Mi vida estaba en el limbo, mi compañera y nuestras familias devastadas, ¿había que reconstruir todo y empezar de nuevo o abandonar ese proyecto de vida? Ya no me sabía igual la vida, es hermosa la relación padre-hijo, diferente al vínculo que el niño hace con la mamá, complementaria. Mi compañera y yo nos dimos a la tarea de rehacernos y prepararnos para intentarlo otra vez, había que realizarse estudios genéticos y el embarazo debía ser asistido y muy monitoreado.

Al fin, el 19 de enero del 2016 salió positiva la prueba de embarazo, fueron 9 meses muy delicados, y el 17 de septiembre de 2016 por fin nació Lennon, nuestro segundo hijo, sano al 100% e igual que Dylan, muy despierto, bello y sonriente. La experiencia con el Down nos permitió ver los procesos de aprendizaje en cámara lenta, pues los niños típicos aprenden a la velocidad de la luz. Ya sin la carga del tratamiento médico se nos ha hecho más amable la crianza. Paso el mayor tiempo posible con mi niño, creo que los papás deberían dedicarles más tiempo a los hijos, ser padre no es solo proveer, lo cual ya es un concepto arcaico, los hijos te dan una clase de felicidad que es única e invaluable. Uno debe aprovechar porque crecen en un santiamén y ese tiempo nunca se recupera, mis hijos han sido mis chamanes, cada uno en su tiempo y circunstancias, creo que uno paga a los hijos lo que le debe a los padres y ser padre es de lo más bello que existe.

Alejandra Peart

Arquitecta y Licenciada en Letras Españolas con Maestría en Creación Literaria. Fundadora y Directora Editorial de Editorial Atemporia. Escribí el poemario En estas horas (Ed. Minimalia, 2004). Actualmente soy Directora de Contenido de la revista NES No Estás Sola, promotora cultural, editora, poeta, diseñadora editorial, feliz mamá de Rodri y esposa de Jorge. This is me.

2 Comments

  1. Responder

    Kryss Parissi Casillas

    junio 28, 2017

    Que hermoso plasmaste tus sentimientos Mauricio,no por algo eres un poeta musical, no tuve la dicha de ver físicamente a Dylan pero si lo sentí siempre en mi corazón ,como el sobrino que por decisión y por el cariño de toda la vida para ti y tu familia.
    Ese mismo cariño y alegría sentí con la llegada de Lennon, que dicho sea de paso se parece muchisimo al hermoso Dylan.
    Reciban Maria José y Tú

  2. Responder

    Kryss Parissi Casillas

    junio 28, 2017

    Que hermoso plasmaste tus sentimientos Mauricio,no por algo eres un poeta musical, no tuve la dicha de ver físicamente a Dylan pero si lo sentí siempre en mi corazón ,como el sobrino que por decisión y por el cariño de toda la vida para ti y tu familia.
    Ese mismo cariño y alegría sentí con la llegada de Lennon, que dicho sea de paso se parece muchisimo al hermoso Dylan.
    Reciban Maria José Lennon y Tú, un gran abrazo y mi cariño.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS