Tatuarse un jardín

Llega la primavera, después de los días grises y fríos, los árboles empiezan a dejar ver la flor, todo se pone mas verde, brillante, los jardines despiertan y se siente un ambiente lleno de vida y energía, muchas veces me he preguntado que hace que los mexicanos seamos tan felices, a pesar de vivir en un país lleno de adversidades, y siempre concluyo en una cosa: es el sol, es la luz, es la vida que trae el rey sol, por eso al dejar atrás el invierno, las pilas se recargan y continuamos con mas fuerza y llenos de ánimos.

Es maravilloso ver la magia del ciclo de la vida, los árboles pierden las hojas y en primavera tienen la oportunidad de renacer, tener en casa un jardín es uno de los placeres mas sencillos que nos da la vida, ver a las abejas trabajar, escuchar la aves entre los arboles, tener la visita de una mariposa, tirarse en el pasto y observar que todo vive: caracoles, cochinillas, hormigas, arañas, mirar por la ventana y encontrar la vida, ¡qué bendición!

De niña pasé la mayor parte de mis días en un jardín, mi hermana y yo solíamos estar tardes enteras mirando los pistilos de las rosas, jugando bajo la sombra de las patas de elefante, buscando duraznos maduros, haciendo pozos, imaginando vida dentro de los alcatraces, atesoro estos recuerdos como oro, busco volver a tener esa capacidad de asombro con los regalos sencillos que se me dan a diario, afortunadamente mi vida no se alejó mucho de el color, coloreo ideas, sueños, y muchos sueños y recuerdos son flores, he tatuado muchos jardines, como a mi, a muchos de mis clientes las flores los reconectan a etapas muy amadas de su vida: alguien se hizo rosas para su madre, una chica lavandas que la transportaban al jardín de su abuela, una amiga que se fue del país se llevó en su piel la bugambilia de la casa materna; las flores, pequeños regalos, siempre presentes, tienen la magia de regresarnos a memorias de amor y seguridad. Bienvenida primavera, en mi corazón y brazo, llevo tatuado un jardín.

Laura Prieto

Nací en Saltillo, Coahuila hace 32 años. La vida me llevó a aprender a tatuar, complementé mi aprendizaje estudiando artes gráficas y haciendo toda cosa creativa que llegara a mí. Ahora soy madre, esposa, llevo 14 años en el mundo del tatuaje y sigo feliz y encantada de trabajar en lo que estoy.

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