Por Lorena González
Los hijos son las mayores bendiciones que uno tiene, en el momento que llegan a tu vida, te cambian, algunas de las características que adquieres como madre es que te hacen esforzarte más, te hacen amar incondicionalmente, enfrentarte a miedos que ni siquiera sabías que tenías, a ser valiente, temeraria, tenaz y van apareciendo conforme el tiempo avanza y las necesidades se van presentando, y quiero dejar claro que eso pasa con CUALQUIER HIJO, sea cual sea su condición.
A cada madre le tocará vivir retos diferentes en su maternidad, pero creo que si en algo coincidimos es en el gran amor que le tenemos a nuestros hijos. Recuerdo una vez que visité a una amiga en el hospital, acababa de tener bebé y ese bebito tenía un síndrome, el ambiente que se vivía era tan rígido en aquel cuarto de hospital que todavía lo recuerdo con tristeza. Si bien es comprensible que como madre, padre o familia cercana te sientas en shock cuando un bebé no viene “normal” o con excelente salud, es necesario recordar que la vida es un milagro y ese bebito o esa madre merecen tener la misma celebración de gozo y felicitación por haber dado vida, pareciera que en lugar de recibir a alguien lo estaban despidiendo.
Se por experiencia propia que es duro, y que algunas veces no hay palabras que en el momento ayuden, si tu eres esa madre tendrás tus propios tiempos y encontrarás tu camino junto con el de tu hijo(a), pero quiero hacer hincapié en que si tu estas visitando a una madre que acaba de recibir a un hijo en otras circunstancias deberías de llenarla del mismo amor que le darías a cualquier otra, porque la vida es un milagro y es digna de celebración.
