MUJERES QUE DANZAN

Por Dona Wiseman

La práctica de la danza está ligada al culto del dios Dionisio. Dionisio se considera la inspiración de artistas, filósofos y escritores, y guía los movimientos de la mujer que danza.   Dionisio es una deidad de vida, muerte y resurrección; los ciclos de la vida diaria de la mujer que danza.

La mujer que danza tiene ritmo. Se sucede y alterna dentro de la serie de sonidos, movimientos, palpitaciones y acontecimientos que se repiten periódicamente en la vida.

La mujer que danza vive los ciclos, que son series de fases o estados por las que pasamos las mujeres dentro de los acontecimientos y fenómenos los cuales vuelven a repetirse en el mismo orden en la vida de cada una.

La mujer que danza sigue una coreografía, la serie de movimientos corporales que involucra varias partes del cuerpo humano y son efectuados como individuo o como parte de una familia u otro grupo.  Estos movimientos corporales expresan la intensidad de las acciones y la transformación de movimientos para salir de lo habitual cuando es necesario.

Una mujer que danza tiene un vestuario, elemento importante que decora su danza. Los ornamentos son componentes externos que apoyan al estilo de cada danza individual.  Hay diferentes clases de vestuario para los diversos estilos de mujeres. Mientras unas utilizan zapatillas de ballet, otras que se remiten a botas vaqueras o sandalias, a lo que mejor muestra la cultural de su danza.

La mujer que danza se entrena en la elasticidad y la fortaleza que se consiguen por medio de la vivencia y llevan a la coordinación y precisión de la ejecución en los movimientos de vida.

La mujer que danza tiene una estética particular que se forma a partir de la técnica, el diseño y la ejecución.  No todos los componentes de una danza resultan agradables a la vista, pero por medio de la danza la forma es capaz de generar movimientos eficaces que dan sentido y unidad a una vida.

La mujer que danza habla un lenguaje corporal que puede ser independiente de las palabras a las que estamos acostumbradas. Es decir, no todos los movimientos vitales de la mujer que danza deben seguir una serie de patrones reconocidos y entendidos por otros. La mujer que danza sigue una serie de movimientos que conectan al cuerpo con el alma.

La mujer que danza tiene motivación que la lleva a buscar constantemente la manera de satisfacer sus necesidades y crear una disposición hacia la vida.

La mujer que danza tiene confianza en sí misma que da una sólida fe y permite que la mujer que danza muestre en la vida lo que sabe y lo que puede, lo que ha aprendido y conquistado.

La mujer que danza tiene la intensidad suficiente para vivir sus estados fisiológicos y emocionales: los latidos del corazón, la presión sanguínea, la producción de adrenalina e incluso el miedo. La mujer que danza acepta lo que nombra positivo y negativo como partes de la vida.

La mujer que danza logra la concentración que la sintoniza con la vida, y le da la opción de sostener lo necesario durante los tiempos que sean precisos.

Dice Charles Bukowski algo que me parece muy aplicable a las mujeres que danzan.  “Entiéndeme.  No soy como un mundo ordinario.  Tengo mi locura, vivo en otra dimensión y no tengo tiempo para cosas que no tienen alma.”

El baile

Hay una canción de Garth Brooks que habla de un hombre que se enamora de joven, baila bajo las estrellas con la chica que ama, y contempla que así será la vida de ese momento en adelante.  Relata que no podía saber que ella lo dejaría pero que ahora agradece que no haya sabido, que no haya podido prever el desenlace.  Dice que le parece mejor dejar la vida a la suerte (o el destino), y que quizás hubiera podido evitarse el dolor, pero que así se hubiera perdido del baile.  Cuenta que con ella en sus brazos sentía tenerlo todo, que se sentía rey.  Y que si hubiera sabido como caería ese rey, quizás hubiera cambiado todo.  Reflexiona y decide que le da gusto que la vida le haya sorprendido y que mientras es verdad que pudo haberse evitado el dolor, igualmente hubiera perdido el baile.

Así como Garth Brooks, las mujeres que danzan saben que la vida conlleva dolor.  Igual saben que el sufrimiento es una decisión.  El dolor se acepta.  La vida se vive.  Vale la pena vivir, vale la pena danzar.

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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