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HABLEMOS DEL POST PARTO

Por Susana López Siller

¿Qué no debería ser la mujer más feliz del universo? Fue la primera pregunta que me hice al llegar a mi casa con mi segundo bebé en brazos. Todos a mí alrededor parecían estar locos de amor al conocerle, pero algo dentro de mí se sentía increíblemente culpable de no compartir esa alegría. Supe que algo malo había en mí. Mi hijo estaba sano, el parto había sido rápido, mi recuperación tal vez sería lenta, dado mi estado de salud física, sin embargo, mi cuerpo era lo que menos me preocupaba. Pensaba una y otra vez que no era normal sentirme así, que ese instinto no era “natural” y que sólo la peor de las madres no se alegraba con el nacimiento de su hijo.  

            La construcción y conceptualización de un modelo maternal constantemente feliz, relajado y saludable se propaga culturalmente a través de diferentes plataformas y medios, aunque esto sea ajeno para muchas madres, que como yo, se estrenan en su rol llenas de dudas, incertidumbre, ansiedad y muchísima tristeza. Aun cuando hay información acerca de cómo la tristeza y la depresión post parto afectan a un gran número de mujeres, seguimos sin hablar abiertamente de ello. La salud mental de la madre es primordial para el óptimo desarrollo del recién nacido, y al hablar sobre nacimientos, se prepara a la madre hablando de ejercicio, dietas y preparación mental para el dolor que supondrá el parto o la cesárea pero, al menos en mi caso y en el de las madres que me rodean, se deja de lado el período perinatal y el enorme reto emocional que supondrá la llegada de un nuevo miembro.  

            Se estima que entre un 30% y un 70%  de las madres experimentan tristeza post parto. Este estado emocional se caracteriza por sentimientos de irritabilidad, llanto, labilidad emocional y ansiedad generalizada. Estos síntomas suelen presentarse y desaparecer durante las primeras dos semanas del período perinatal. Y aunque no se necesita intervención médica, la madre requiere de mucha atención, cuidado y sobre todo, comprensión. Es importante hacerle saber, que aquello que siente es normal. Más allá de la voluntad de ser buena madre, nuestros cuerpos reaccionan a los cambios físicos, hormonales y sociales que representan un nacimiento. Y en lugar de recibir al recién nacido con apertura a todo aquello que la experiencia pueda significar, nos mentalizamos con una serie de normas y requisitos, de sobre lo que una buena mamá debería de ser.  Y a todo esto ¿Qué se define como buena madre? ¿Quién estandarizó este concepto? Al ser humanas, poseemos estructuras emocionales complejas, y reaccionamos de maneras distintas a eventos similares. El hecho de que algunas madres reciban a sus hijos con felicidad, alegría y gozo, no debería ser métrico para juzgar a aquellas que no logran sentirse así y que se sienten incapaces de satisfacer al 100% las necesidades de sus hijos.

            Del mismo modo, la depresión post parto (DPP) es un fenómeno que se presenta sin importar la edad, ni condición social de la madre. En México, su estudio ha sido reciente, según cifras de la Secretaría de Salud, se calcula que del 6.6% al 24.6% de la población la padecen en zonas urbanas. En poblaciones rurales e indígenas, los estudios realizados son aún más escasos. Esta falta de información, hace que un problema de salud pública como lo es la DPP, no reciba la atención que merece y deje a mujeres y a sus bebés desprotegidos durante este proceso. 

            La DPP es un trastorno del estado de ánimo, como tal, su sintomatología es descrita en el DSM-V. Para un diagnóstico de DPP, se toman en cuenta los siguientes síntomas: ansiedad extrema, sentimientos de culpa, labilidad emocional, ideación suicida y enorme preocupación por el bienestar del recién nacido. Es importante mencionar, que según estudios recientes, la depresión podría no ser el síntoma más importante para su detección. La DPP requiere de atención médica especializada, ya que es probable que esto no se resuelva sin el apoyo de especialistas. Al encontrarse en un estado emocional desconocido, la madre puede no detectar que lo que le sucede es un trastorno de salud mental. Al ser así, es de suma importancia que cuente con una red de apoyo sólida, enfocada no sólo en el bienestar del recién nacido, sino también en el de la nueva mamá.

            Cuando se carece información acerca de un fenómeno en específico, sobre todo los relacionados con la salud mental, los individuos que viven el proceso no entienden que lo que les pasa tiene un carácter orgánico y se culpabilizan por los síntomas presentes. Para aquellas mujeres que están por convertirse en madres, la presión de no equivocarse y por cumplir con ese rol que millones de mujeres han podido llevar a cabo, puede ocasionar que se sientan aisladas, imperfectas y poco capaces. Hoy en día, compartimos la mayor parte de nuestras vidas en redes sociales, y pareciera que la vida entonces es una foto familiar perfecta. La maternidad es lo más alejado a ello. Sentirse vulnerable durante el puerperio, habla más de nuestra humanidad que del amor que tenemos por nuestros hijos. El haber padecido una DPP o tristeza post parto, no hace que ames menos a tus hijos que quienes no la padecieron.             Hablar sobre problemas de salud mental que pueden estar presentes en el post parto (tristeza post parto o baby blues, depresión post parto y psicosis post parto), visibiliza la importancia de obtener ayuda cuando se considere necesario. Si viviste algo parecido, platícalo con las mujeres que te rodean. Podría servirles saber que comparten experiencias y que aquello que consideraban anormal, es más común de lo que creían. Si estás pasando por un proceso de post parto difícil, busca ayuda. Tu ginecólogo puede orientarte sobre qué camino seguir para tu recuperación. Tal vez nos serviría recordarnos de vez en cuando, que las mamás somos también humanas.

Susana López Siller: Mamá de dos, psicóloga, soñadora y feminista. Me apasionan los temas de salud mental, crianza y equidad de género, y cómo puedo aportar desde mis textos a crear una sociedad más justa. Escribir se ha vuelto mi terapia.
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