8 DE MARZO

Por Laura Prieto

El 8 de marzo no se nos felicita por ser mujeres, el 8 de marzo se habla, se grita, se hacen comentarios que pueden incomodar a hombres y mujeres por igual, se exigen derechos que no deberían ser exigidos, se discute con la madre criada como la educó su madre que a su vez la educó la bisabuela que veía que el hombre era quien mandaba y no había más, porque la biblia lo dice, lo dice el Corán y muchos libros más, voces que han callado nuestra voz por miles de años, pero ya no van a callarme.

Desde mi trinchera estoy criando a un niño respetuoso que ve la fuerza e inteligencia que tenemos las mujeres. Dejo que mi hija grite, se exprese y no se calle, que se vista como quiera y se peine como quiera, porque no escuchará de mi jamás que ¨las niñas bonitas se sientan así, calladita te ves más bonita”; mi hijo nunca escuchará un “pegas como niña, ya lloró la niñita”. Él expresa su sensibilidad con la que todo niño nace, y ni siquiera por su cabeza pasa la pena, porque no tiene qué, porque es natural. Mi hijo orgullosamente reconoce que las mujeres somos multitasking y que raras veces nos equivocamos, que podemos con todo. Reconoce la fuerza de su hermana y otras niñas. Desde casa sabemos que no se toca a nadie, ningún ser humano, animal, a nadie.

Pero parece que en México se hacen oídos sordos, ese México mágico y trágico donde mueren diariamente 10 mujeres, donde te niegan trabajo si estás embarazada y si tienes hijos lo más esperado es que dejes tu trabajo de lado para criar y te llaman mantenida “si no trabajas” aunque pases noches en vela y tengas la casa impecable, ¡ah! pero hay que verse bonitas a la vez, darle una buena cara al mundo y atender al marido. No quiero eso para mi hija, nacimos para más, no somos la parte servil de un género, somos seres independientes fuertes, ¿mujeres porque se callan? tenemos hijas, tenemos hijos que quizá se casen y de nosotras depende como traten a su esposa.

La pandemia levantó la piedra de la cual salieron todas esas cucarachas machistas, se dispararon los niveles de violencia en el hogar y los feminicidios, lo más tremendo del asunto es que toda esa violencia inhumana y todas esas matanzas, además del daño que infieren directamente a las víctimas y a sus familias, infringen daño mayor al pueblo entero, porque la violencia se justifica, se culpa a la víctima, se re victimiza a la mujer asesinada y se expande la burla con extraordinaria rapidez.

Todo va de menos a mas, desde las pequeñas violencias en el hogar, hasta que se llega a la adultez y el hombre cree que es amo y señor, de la esposa, puede ser celoso, controlar, manipular, prohibir, esa violencia es tan aceptada porque porque tanto hombres como mujeres dicen que así es y no es para tanto, así se empieza y de repente la mujer es solo la sombra de quien fue.

No puedo callarme, quiero que a mi hija le toque diferente, quiero que pueda llegar a cualquier puesto, porque es capaz, quiero que gane lo que ganaría cualquier colega hombre, quiero que no la juzguen por su forma de vestir, que no le dé miedo salir a la calle, que no la callen, que no la ofendan, que no le prohiban, que no la amedrenten, que me pueda ver cuando sea anciana, que sea libre, igual que mi hijo, mi hijo nació libre, mi hija también.

Quiero que una a una, nosotras mamás que criamos, vayamos cambiando a los hombres y mujeres del futuro, porque a nosotras nos educaron madres machistas, pero podemos romper el ciclo, dar el paso a un mundo de igualdad.

No estás sola.

Laura Prieto

Nací en Saltillo, Coahuila hace 32 años. La vida me llevó a aprender a tatuar, complementé mi aprendizaje estudiando artes gráficas y haciendo toda cosa creativa que llegara a mí. Ahora soy madre, esposa, llevo 14 años en el mundo del tatuaje y sigo feliz y encantada de trabajar en lo que estoy.

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