Esperar

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Esperar. Definitivamente una palabra clave criando a mi hija de tres años. Una palabra mágica que en la acción hace toda la diferencia en nuestros días. Esperar. Tan simple y tan complicado. Una de las mejores formas que he descubierto que me permite adentrarme en su mundo, ver con sus ojos, escuchar con sus oídos. Sentirla y conocerla. Esperar no quiere decir dejar o restar importancia, al contrario, es estar presente, respirar -a veces respirar mucho y profundo-. Es respetarla y respetar sus tiempos, mostrarle mi confianza brindándole espacio, seguridad y libertad. Si me pide ayuda, o si me necesita, estoy con ella, si no es el momento para que ella haga algo o deje de hacerlo, esperamos. Me encanta observarla explorar, aprender a hacer cosas nuevas todos los días y ser cada vez más independiente. Dejar el acelere para vivir a su ritmo es mágico: detenernos con ella para investigar cada insecto que encontramos en la calle, dejar que me “ayude” hacer la comida o esperar que pase el tren y emocionarnos junto con ella cuando pasa a toda velocidad. Todo sucede cuando nos decidimos que podemos esperar. En su mundo, no existe el “tener prisa” – salvo si la que se tarda en salir de casa soy yo y no para el llamado de “¡mamáaa, mamáaaa yaaa!” 🙂 Claro que siempre hay momentos en los que necesitamos apurarnos, o que requieren de mi intervención inmediata, pero la verdad son los menos.

Inspirada en el blog de Janet Lansbury Elevating child care comparto algunas ideas o momentos cuando esperar puede ser lo mejor que hagamos con nuestros hijos:

Esperar que se desarrollen a su propio tiempo, esperar que se muevan según sus habilidades y capacidades, esperar para conocer cuál es la mejor forma en que aprenden, esperar antes de interrumpirlos, esperar a que respondan cuando les hacemos una pregunta, esperar antes de resolverles los problemas, esperar para ver lo que son capaces de hacer, esperar para que tengan la oportunidad de explorar y descubrir por su propia cuenta, esperar antes de ofrecer soluciones o de resolver un conflicto entre ellos, esperar para entender mejor qué necesitan, esperar que expresen sus emociones y sus ideas antes de darles la nuestra. Sólo esperar y observar.

Kim Dewey

Mamá, yoguini, diseñadora y viajera de corazón. Criando despacio. Lo que me inspira: mi familia, la naturaleza, la magia de lo cotidiano.

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