Esa hermosa paz interior

Por Valeria González

¿Qué es lo que creo que soy? ¿Para qué he venido al mundo? Son preguntas que todos los grandes filósofos de la humanidad han abordado de una u otra manera y que todo el mundo nos hacemos en algún momento de nuestra existencia.

¿Para qué sirve la filosofía? ¿Tiene cabida en la vida práctica? ¿Para qué me va a servir profesionalmente? Era la queja de algunos compañeros de universidad hace casi 20 años cuando cursábamos la materia. Hoy te puedo asegurar que la manera en que te respondas esas dos preguntas, aquello que creas ser, el propósito que te hayas asignado o que hayas aceptado de tu vida, es lo que determina cada paso que das, entonces vaya que sirve.

Me encanta que hoy abundan reflexiones, frases inspiradoras en las redes sociales, propuestas maravillosas como los 5 pasos para eliminar el ego y ser feliz:

  1. No te sientas ofendido
  2. Libérate de la necesidad de ganar
  3. Libérate de la necesidad de tener razón
  4. Libérate de la necesidad de ser superior
  5. Libérate de la necesidad de tener más.

Wow, esto tiene una verdad y profundidad impresionante, sin embargo, intentarlo con un marco teórico limitante te puede dar mucho más trabajo o lo peor, hacerte renunciar a la idea.

Plantearnos nuestro origen

¿Quién soy, para qué vine al mundo? La respuesta a esta pregunta siempre cambia de forma, pero el fondo es el mismo. En una manera muy simplista y muy resumida para mí llegó más o menos así:

Primero, como fui educada en formación religiosa católica, pensaba que era hija de Dios, que me amaba pero que debía ganarme el cielo porque había un gran pecado que debía pagar y a eso había venido al mundo. Porque Dios envió a su hijo para sacrificarse por nosotros… El sacrificio parecía ser la respuesta.

Después como rebelde medio socialista en mis años de carrera profesional fui atea, pensaba que yo era parte del reino animal con un cerebro verbal y que el único propósito en la vida era sobrevivir en esta jungla donde sobrevive el más adaptable o fuerte. Yo con muchísimos errores que corregir, de alguna manera con eso ayudaba a la evolución de la especie humana.

Más tarde seguí con el yoga. Pensaba: soy el resultado de mis errores o aciertos pasados y por eso, reencarné en esta vida y vine aquí a tratar de escapar de esa rueda de reencarnación. Pero ay de mí si tomo malas decisiones porque puedo reencarnar en una cucaracha (literal o figurativamente). Qué chistoso, pero no eran tan diferentes en el fondo, aunque en la forma sí.

Ojo, no pretendo decir que las experiencias, como el catolicismo, el yoga, el agnosticismo o cualquier tipo de práctica religiosa sean siempre vividas así, es sólo la manera en que yo las experimenté debido a mis creencias de fondo.

El impacto de nuestra fé en nuestra vida diaria

Las creencias arraigadas que determinaban mi actuar en el mundo eran las siguientes: Mientras no sea lo suficientemente buena no merezco ser amada, ser feliz, no merezco el cielo, no merezco sobrevivir o no merezco una vida plena; si no soy lo suficientemente buena merezco ser castigada de alguna manera, me privo del cielo, me privo del éxito (de cualquier manera que se conciba), me privo del nirvana. Ah, y ahí viene lo bueno… los demás tampoco lo merecen. Si no son lo suficientemente buenos, tienen que pagar de alguna manera por sus pecados o errores. Y basada en ese marco teórico y creencias me apegaba a cualquier mitología, ideología o teología, de diferente forma pero con el mismo fondo.

De alguna manera la creencia en el error, en el pecado, la carencia y la separación estaban muy arraigados en mí. Pero al corregir ese error de percepción, les juro que los pasos para abandonar al ego y ser feliz no sólo son posibles sino fáciles de lograr.

Debemos preguntarnos ¿Qué es lo que quiero en la vida? La mayoría contestaría que quiere vivir una vida en plenitud y felicidad. Bueno… ¿Tus creencias te ayudan a conseguirlo?

Hay infinidad de creencias y marcos teóricos como personas en el mundo y ninguno está mal, sin embargo, la repuesta que te des a esas preguntas te limita o te libera.
Si piensas que más bien te está limitando, simplemente ponlo en duda. El decir simplemente “ya no estoy tan segura de mis creencias”, abre la puerta a un campo de posibilidades y si estás en calma te aseguro que las respuestas vendrán de tu interior, de esa sabiduría que creo, todos compartimos.

¿Cómo saber si vamos por buen camino? Para mí, la brújula más precisa es la paz. ¿Esta información me da paz? ¿Esta forma de percibir el mundo me da paz? Lo que me da paz a mí no tiene que ver nada con lo que le de paz a los demás, cada quien tiene un proceso diferente y perfecto, aquí la forma no importa.

¿Qué marco teórico serviría a mi propósito de vida? ¿Qué concepción de la vida me lleva como consecuencia lógica a lo que busco? Y si lo que yo busco en verdad es experimentarme completamente feliz, plena, amada, totalmente aceptada. Con la certeza que cada momento es perfecto. Liberada de la necesidad de juzgar mis experiencias y las de los demás ya que comprendo que todo lo que sucede me trae sólo cosas buenas.
Si lo que busco es experimentarme totalmente integrada a los demás, a todos y cada uno, sin hacer diferencias de ningún tipo. Liberada de la necesidad de cambiar a alguien, simplemente viendo a todos perfectos, plenos, felices, sanos, abundantes de todo para vivir gozosamente y experimentar el amor. ¿De verdad mis creencias me ayudan a lograr esto?

Despertando nuestra espiritualidad

En mi trabajo personal por redefinir ese marco de referencia a lo más duro a lo que me he enfrentado, es a mis propios miedos y culpas tan profundas. No se trata de buscar en libros de filosofía o teología la respuesta, no es necesario buscar afuera. Yo tuve mi época de “cursitis”, tomaba todos los cursos, talleres, seminarios, libros, donde creía que iba a encontrar lo que buscaba (que tampoco está mal, todo sirve).

Ya sé que está trillado decir que la respuesta está en nuestro interior, pero sí, ¡sí está! No como algo que de pronto brota, más bien como algo que siempre, siempre ha estado ahí, pero nuestros miedos, carencias, juicios, hicieron un velo que hacía muy difícil verlo.

Así que la tarea no es agregarle más cosas a nuestra mente, sino quitarle, porque el amor perfecto ahí está, ese marco de referencia o mapa divino a la plenitud y felicidad, esa certeza de la espiritualidad perfecta en todos como uno solo.

El camino que cada quien siga para lograrlo es único y perfecto tal como es. Creo que el proceso en el que está cada persona es como debe estar.

Hay caminos como personas en el mundo, tengo amigos que optan por el yoga, por la meditación, rezan el rosario, corren kilómetros, van a terapia, a cafés con amigas, viven experiencias gozosas, experiencias dolorosas, se aislan del mundo, o experimentan de lleno las relaciones con los demás en todas sus manifestaciones.

Hoy este ejercicio de escribir sobre espiritualidad estoy segura que es parte de mi camino porque en cuanto logré despejar mi cabeza, y comencé a escribir es como si de verdad hubiera corrido un poco más el velo que tapa el amor interno.

Así que, si todo se da en este sentido, aquí nos veremos muy pronto para seguir hablando de estos temas.

Mientras tanto no está de más poner un poco en duda nuestras creencias si nos limitan y abrirnos a la posibilidad de otras que pudieran ser más liberadoras para experimentar el amor infinito e incondicional.

Valeria Gonzalez

Valeria González, esposa y mamá de una niña y un niño. Estudió Ciencias de la Comunicación, aunque profesionalmente se ha dedicado a la industria restaurantera. Actualmente se siente feliz siendo ama de casa ya que solo dedica unas horas a la semana a los restaurantes. Inicia su búsqueda o madurez espiritual con Yoga kundalini y más tarde y desde hace casi 4 años con Un Curso de Milagros y ahí dejo de buscar más no de aprender.

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