La sopita

Recuerdo ese aroma a sopa caliente de casa de mi abuela, llegaba corriendo de la escuela, tiraba la mochila y lavaba mis manos. Un bello mantel de mascota, la cuchara y una linda servilleta, esperaban por mí. Con mucho amor ella me preguntaba cómo me había ido en la escuela, yo esperaba ansiosa que me sirviera porque después de la sopita vendría un rico postre, era seguro. Llegaba el momento esperado humeaba y olía delicioso, además de que lucía muy bien. Tenía pollo desmenuzado y apio picadito, un copo de crema, en un lado estaba la mitad de un limón y par de tortillas calientitas. Sorbía cada cucharada, aparte había en la mesa una jarra con agua de limón. ¡Sentía mi alma contenta! Era un gran alivio después de cinco horas de lidiar con la maestra Lupita y sus tediosas clases de matemáticas. Llegaba el postre: natilla de vainilla, cremosa y suave era como una caricia de ella. Terminaba feliz mi comida y seguía en mis labores de tareas y jugar resorte. Un día ella se fue, no volví a sentir el sabor de su cocina, incluso la hora de la comida perdió sentido.

¡Qué importante es cocinar para nuestros hijos, dejar la huella del aroma y el sabor en la memoria frágil de los niños! Ya casada, un día llegué a la casa de la tía Lupe y sentí un aroma de cocina justo al de la sopita de mi abuela, caminé a la cocina y sí: la tía guisaba una sopa de coditos con pollito desmenuzado, molió el tomate, la cebolla y un diente de ajo, ya dorado el codito, vacío esta salsita colada a que sazonara con un poco de sal. Puso el consomé del pollo, dejó que hirviera e incorporó el pollo y unas hojas de cilantro, no hubo apio en esta ocasión. Me senté ansiosa como cuando era niña, imaginé cómo tiraba la mochila y abrazaba a mi abuela, mis sentidos y todo mi ser regresaron a esos episodios de sabor de mi niñez. La mesa, el plato y la cuchara, el mantelito de cuadros, son los versos amorosos que no se escriben, se transmiten. La niñez guarda recuerdos, las madres, las abuelas, incluso una que otra tía dejó en cada una de nosotras un sabor inolvidable. Dejemos en nuestros nuevos niños el perfume que no usa envase, ni marca y tiene un fijador eterno: la comida de casa.

Sopita de coditos con pollo desmenuzado y apio

Ingredientes:

  • Una bolsa de sopa de coditos del n. 1
  • 2 tomates bien rojitos
  • 1/4 de cebolla
  • 1 diente de ajo
  • 1 pechuga de pollo desmenuzada (guardar el caldo donde la cocinaste)
  • 2 trozos de apio picadito.
  • 2 cucharas soperas de aceite.
  • Crema ácida, la necesaria
  • Sal gruesa, la necesaria
  • No usemos consomé en polvo

Modo de preparar:

  1. Ya debemos tener listo el consomé de pollo, la pechuga desmenuzada y el tomate. La cebolla y el ajo ya cocidos, molidos y colados.
  2. En una cacerola ponemos el aceite a fuego medio, incorporamos la sopa y doramos un poco.
  3. Cuando la pasta cambie su un poco su color, verteremos la salsa de tomate, dejaremos sazonar por unos minutos y pondremos el caldo del pollo a que hierva.
  4. Poner un poco de sal y el apio picado.
  5. Tapar aproximadamente 10 minutos a fuego bajo y al final agregsar el pollo.
  6. Servir en un tazón y decorar con un poco de crema ácida

Si no te gusta el apio, puedes ponerle cilantro o perejil. ¿Quizá unas calabacitas picadas o unas espinacas? Si no te gusta el pollo ¿qué tal un poquito de jamón en cubos? Crear, sentir cómo será esa gran conexión con nuestros niños. Alimentar no sólo es cuestión de comida, es cuestión de espíritu. Tan simple como una sopita.

Ivonne Orozco

Nací en la Ciudad de México, de raíces Oaxaqueñas por parte de mi madre. Tengo una carrera trunca en leyes y he escrito por años fábulas y textos de cocina. Soy fiel lectora de la historia de México, tengo 30 años en la cocina y 44 años de edad.

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