Miedo al dolor

Todos hemos sentido miedo al dolor alguna vez.

Por Laura Prieto

Todos hemos sentido miedo alguna vez. El instinto de supervivencia nos hace vivirlo. De niños el miedo nos mantiene a salvo, nos hace estar alerta. Como adultos logramos superar miedos para iniciar nuevos proyectos, a veces para enfrentar tratamientos médicos. El miedo es parte de la vida, es normal, como la alegría.

Hoy les hablaré del miedo al primer tatuaje, el temor a ese dolor desconocido. La mayoría hemos llegado a tatuarnos imaginando cómo se siente, tratamos de igualarlo a otro dolor antes experimentado. Quien ya tiene tatuajes trata de describirnos la sensación, para llegar con alguna idea y menos miedo, pero lo cierto es que no siempre ayuda. El miedo a veces es tanto que se apodera de nuestra mente y hace estragos en nuestro cuerpo.

Quiero compartirles cinco reacciones de miedo que he visto en mi estudio, cuando el temor es tan fuerte que de lo mental pasa a lo corporal. Estas reacciones van desde las más frecuentes y comunes, hasta las más extrañas y menos vistas en mi tattoo shop:

Baja de presión. La espera de sentir el primer tatuaje genera mucho miedo y ansiedad. A veces es tanto que, en varias ocasiones, en medio de un tatuaje, el cliente se pone pálido y empieza a sudar frío, se siente mareado y con náuseas, su presión arterial se va abajo. Es una reacción común al miedo, no sólo se ve en estudios de tatuajes, sino también en laboratorios y hospitales. Hay quienes se marean por tan sólo ver las agujas y necesitan sentarse para evitar sentirse peor. Para estas emergencias los ayudo con un chocolate o refresco y dejo que el cliente repose y se calme. En ocasiones se sienten mal aun cuando el tatuaje no les duele, es debido al mar de emociones que se viven al tatuarse y por todo el derrame químico que experimenta el cuerpo para mitigar el dolor.

Llanto. Hace algunos años llegó al estudio por su primer tatuaje una chica, tenía recién cumplidos 18 años. Empezó por algo pequeño, estaba muy nerviosa y feliz al mismo tiempo, pero lo curioso fue que, antes de empezar, me pidió unos minutos y empezó a llorar. Lloró por algunos cinco minutos, con mucho sentimiento como si alguna tragedia le hubiera acontecido, terminó y me dijo “listo, puedes empezar” y le hice el tatuaje sin contratiempos. Después del primer tatuaje, en el transcurso de cuatro años, le he hecho otros seis y cada vez que la veía, se repetía el mismo ritual, llorar antes de empezar e irse feliz y sin contratiempos. No ha sido la primera, ni la única, ni la última, hombres y mujeres han llorado, durante y después del tatuaje (sólo ella antes). Algunas veces lloran con mucho sentimiento, otras de puro dolor, lo cierto es que llorar al tatuarse es una de las respuestas más inmediatas para aminorar el dolor. Hacerse un tatuaje trae consigo, estrés, dolor, y un sin fin de emociones. Llorar nos ayuda a desahogarnos, a soltar la tensión que vivimos al tatuarnos. Las lágrimas contienen un analgésico natural llamado leucina encefalina, ésta es la razón por la cual nos sentimos mejor después de llorar un rato. Por esto, en tu próximo tatuaje, si te dan ganas de llorar no te aguantes y libera tus lágrimas, te sentirás mejor.

Vómito. Todos hemos visto en alguna película alguna escena donde un personaje vive un momento intenso de estrés y termina buscando un cesto de basura para vomitar. No es muy usual, pero ha pasado que, durante un tatuaje, el cliente/a empieza a sentir náuseas y tiene que correr al baño para vomitar, casi todos han alcanzado a llegar al baño. El vómito por miedo y nerviosismo es normal, es una respuesta de nuestro cerebro a las malas sensaciones y dolores, ocurre con más frecuencia si el miedo al tatuaje es mucho, ya que dejas volar la imaginación y le cerebro te hace pasar ese mal rato.

Desmayo. La mente es muy poderosa y si tenemos mucho miedo querrá hacer algo para ayudarnos a lidiar con ello. En una ocasión llegaron un par de hermanas al estudio, sólo una se iba a tatuar, ambas estaban felices, era un tatuaje pequeño, a mi clienta no le dolió y la hermana la estuvo apoyando en todo momento. Cuando estaba a punto de terminar el tatuaje la acompañante dijo sentirse mal, en cámara lenta vi cómo se desvanecía y con guantes puestos la logré atrapar para que no cayera azotada en el piso. La ayudé a reaccionar dándole a oler sales y cuando apenas estaba despertando, vi que la clienta se estaba desmayando también. Afortunadamente estaba recostada ya que su tatuaje fue en la costilla, la desperté y esa fue mi peor odisea de desmayos de toda mi carrera. Han sido contadas las ocasiones que he presenciado desmayos, se me han desvanecido a mí y he presenciado, en el estudio anterior, cómo se desmayaban también después de perforarse. Hubo incluso un cliente que tatué dos veces y las dos veces se desmayó, decía tener fobia a las agujas y lo comprobé cuando acompañó a un amigo suyo que iba por su primer tatuaje, les mostré las agujas nuevas y desechables, entonces el cliente demostró su fobia a las agujas y se desmayó por tercera ocasión. El miedo nos hace perder el conocimiento, ¿tengo miedo? me desconecto.

Sangrado de nariz. La reacción que más me ha sorprendido es esta. Estaba tatuando a una pareja, primero tatué a la novia, se hicieron algo pequeño en la espalda alta, en el centro. La clienta se quejó, le dolió, es una zona dolorosa, por lo que el novio se empezó a inquietar. Siguió su turno y en lo que preparaba las cosas se fue asustando cada vez más. Le mostré el material y ya para ese entonces estaba sudando, le pegué la plantilla y confesó “tengo mucho miedo”. Lo traté de tranquilizar y su novia le decía que, si ella pudo él también. Estaba muy tenso, empezamos y al primer pinchazo se asustó y al continuar su nariz empezó a sangrar, como película de terror. Era tanto su miedo y su tensión que terminó en sangrado no padecía de nada, solo fue una reacción de miedo y tensión. Es lo más raro que he visto que ha provocado el miedo, porque al seguir el tatuaje no le dolió, fue más el temor y sugestión lo que le provocó esa reacción física. El miedo se manifiesta de muchas maneras: mareos, temblores, llanto, vómitos, desmayos, presión arterial irregular, o de maneras más sutiles como insomnio, apatía, pretextos, mal humor, todos tenemos miedo, pero al final esos miedos los superamos. Ese tatuaje que nos asusta al final es pan comido, y tú ¿cómo reaccionas al miedo?

Laura Prieto

Nací en Saltillo, Coahuila hace 32 años. La vida me llevó a aprender a tatuar, complementé mi aprendizaje estudiando artes gráficas y haciendo toda cosa creativa que llegara a mí. Ahora soy madre, esposa, llevo 14 años en el mundo del tatuaje y sigo feliz y encantada de trabajar en lo que estoy.

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