Mamá robot

Los robots no sienten, son perfectos en sus funciones, no se desesperan pero tampoco pueden reír ni soñar.

Por Alex Campos

No recuerdo cómo fue que llegué aquí, a este sofá en el que me encuentro sentada, mirando fijamente la televisión. No escucho ni pongo atención a lo que está pasando en la pantalla, pues -cómo de costumbre- mis hijos se han apoderado de ella y al parecer su gusto (u obsesión) por Little Baby Boom seguirá por unas semanas más y yo ya me sé de memoria el repertorio.

Sin movimiento, sin sonido, en freeze, sin nada, sólo me encuentro contando los minutos para “la hora de lavarse los dientes e ir a la cama”.

Muy a menudo me repito que en la vida cada instante forma parte de nuestra historia, que hay que sentirlo, respirarlo y vivirlo. Acabo de caer en cuenta de que en el capítulo en el que me encuentro de mi propia historia, ya soy madre de tres niños , ama de casa con una profesión y pasión en “pausa” (trato siempre de ser muy positiva en este punto), esposa, hija de unos padres que ya son abuelos, hermana de un papá de dos hermosas princesas, soy “la señora de la casa” (aunque resulte un tanto doloroso ese título de “señora”), en fin, soy, hoy en día, alguien muy diferente a lo que pensé que sería hace algunos años. Mi proyección de ese entonces para mi historia ha quedado un poco desviada, me asusta de pronto pero me encanta, creo que soy muy afortunada.

Sin embargo, me encuentro en este sillón, que por cierto tiene alguno que otro manchón, por aquí de leche, por allá migaja de galleta María. Estoy sentada ahí con canciones infantiles, mirando fijamente un televisor, en estado moribundo, a un par de horas de que en mi casa “se cierre el telón”.

Y de pronto despierto de ese modo “pausa” o “freeze” que incontrolablemente llega a mi cuándo va escondiéndose el sol. Es inconsciente, el cansancio me pone en automático así y me sabotea momentos deliciosos que no volverán, instantes de los que hay que respirar, sentir y tocar.

Como el de ahora, pues mi viejo sillón de TV es el mismo, las canciones favoritas de mis hijos cambian conforme van descubriendo nuevas, el baile tan encantador que están haciendo mis dos pequeñitos frente al televisor cada día es más perfecto y yo en estado “ROBOT”.

Las múltiples obligaciones, los compromisos, las reglas que yo misma impongo y que de pronto son muy duras, los pendientes que aumentan con cada cumpleaños, las preocupaciones y lo que “tengo que ser” , me distrae de momentos como este, que por muy sencillo es el más hermoso.

No quiero ser una mamá “ROBOT”, quiero reír con ellos a carcajadas, ser una niña como ellos cuando la ocasión se preste, disfrutar y emocionarme tanto como ellos por una salida al parque, abrazarlos y besarlos tanto que me quede tranquila de noche sabiendo que si las cosas cambiaran o el tiempo avanzara yo podría sonreír pensando en que no ha quedado ningún beso ni abrazo pendiente que darles.

Y es que, los robots no sienten, son perfectos en sus funciones, no se desesperan pero tampoco pueden reír ni soñar. Así que aunque muy imperfecta prefiero ser una mamá “normal”.

Pero de pronto tiendo a comportarme como un Robot, intento que todo quede a la perfección tal y como lo planeo: horarios, disciplina, tareas, obligaciones y comienzo a convertirme en una máquina con botón de “on” y “off“, de “si” y “no”.

Me olvido de lo hermosos que son mis hijos, de cómo me aman en esta etapa de sus vidas, cuánto me necesitan y de que soy la protagonista de su cuento favorito. Un robot nunca podría ser todo esto para un niño.

Así que, voy a cerrar mis ojos por 1 minuto, recordar que ellos están aquí y ahora, que en cuanto abro mis brazos para abrazarlos ellos corren a mí gritando “¡mami!”, que su mejor día es aquel en el que jugamos juntos a que ellos son los Trolls y yo el Berteno.

Voy a cerrar los ojos y apagar mi modo “robot”, porque ellos están aquí, cantando, bailando, riendo y yo… quiero reír y hacer todo eso con ellos… NO QUIERO SER UNA MAMÁ ROBOT.

Alex Campos

Lic. en Comunicación por la Universidad Del Valle de México. Conductora en diferentes facetas, actualmente presentadora de noticias. Apasionada de la escritura y enamorada del arte de ser mamá. Mamá de Samantha, José Antonio y Rafael.

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