Las mamás también merecemos gritar

Por Lorena Salas

 

Cansancio, agotamiento, somnolencia, irritabilidad, depresión, son sólo algunos síntomas de desgaste físico, emocional y mental característicos del famoso Cansancio, agotamiento, somnolencia, irritabilidad, depresión, son sólo algunos síntomas de desgaste físico, emocional y mental característicos del famoso ‘Síndrome de Burnout’, que en pocas palabras es el estrés llevado a su máxima expresión.

Contrario a lo que se creía, o más bien a la razón por la cual se definió este término de ‘Burnout’, sus causas hacían referencia intrínsecamente al ámbito laboral, sin embargo, hoy en día es muy común encontrar estudios que avalan que este tipo de agotamiento excesivo se da también en la maternidad.

Al convertirnos en mamás, todo cambia, absolutamente todo, desde nuestras hormonas que son las causantes de mandar constantemente esas órdenes al cerebro para mantenernos hasta cierto punto “cuerdas” aunque no hayamos dormido ni en nuestros más hermosos sueños, todo con el fin de cuidar y proteger a nuestros hermosos críos, esos seres que se ven tan angelicales cuando duermen aunque hayamos pasado el día entero corriendo detrás de ellos, gritándoles el inevitable “no agarres eso” o simplemente deseando que llegue la noche para dormitar unas cuantas horas y seguir de nuevo en pie.

“Un día a la vez” me repito de nuevo, por más que intento dar un respiro, nada más no llega ni un segundo de paz, y es que no solamente está la parte de ser mamá de dos hijos, está la parte afectiva, de pareja, que si no cuentas con eso, la carga se hace aún más pesada, es por eso que en uno de esos días en que pareciera que me ahogo, decido encontrar un momento para gritar, llorar, desahogarme, quejarme y decir “hoy estoy hasta la madre”, “hoy no estoy bien”, “hoy necesito ayuda”, “hoy he tocado fondo”, “hoy tengo derecho a explotar”, “hoy merezco descansar”.

Hoy entiendo perfectamente a aquellas madres “abnegadas” que vivieron con ese estigma que se les impuso de generación en generación por cuestión cultural donde sólo se les pedía básicamente una cosa: no quejarse y dedicarse fielmente a su hogar y cumplir con su papel de esposa, ama de casa y madre perfecta. Aunque parezca increíble y los tiempos hayan cambiado, aún hay muchas mujeres que se dicen ser felices así, aunque por dentro quieran escapar y liberarse de sus propias cargas mentales. El cansancio tarde o temprano siempre cobra factura.

Cuando al fin te quitas los “tapones” mentales, esos parches que te bloquean emocionalmente para no tener momentos de catarsis curativa, entonces te liberas y todo cobra un sentido, y es que hace falta eso, externar lo que sentimos, gritarlo si es posible y sobre todo pedir auxilio a tiempo. ¿Eres peor mamá si te quejas? Por supuesto que no, eres tan mujer y humana y encima llevas ese título sagrado que durará toda tu vida.

Lorena Salas

Periodista de profesión y madre de dos, combino también mi pasión por el mundo de la belleza conectándome con cada historia que escucho al hacer lo que me gusta. Amo plasmar por escrito todo aquello que me inspira logrando así proyectar desde lo más profundo de mi alma.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS