MI MUNDO PARA MIS HIJOS

Por Laura Prieto

Desde mi infancia, había una frase que padres y maestros repetían “piensa en el mundo que le dejarás  a tus hijos”. Mi hermana solía decir “cuidemos el agua para que nuestros hijos también tengan”. Mi mamá “no desperdicien la comida, algún día no habrá” y en la escuela nos enseñaban a cuidar el medio ambiente, para que nuestros hijos tuvieran un mundo bonito y saludable.

Hace días tuvimos unas vacaciones familiares, fuimos a la playa, la pasamos muy bien. Los niños son felices brincando las olas y haciendo castillos de arena. Para mi, fue un viaje de reflexión, yo conocía esa playa, fui cuando no había redes sociales, era un destino poco visitado, apenas empezaba el auge turístico, era un paraíso tropical, las calles para el turista eran pocas y empezaban a construirse hoteles, era muy bonito, el agua cristalina, caminabas y dejabas atrás la población y te encontrabas sola, en medio de una hermosa playa de arena blanca y agua muy azul, una playa virgen tan limpia, y así quedó ese paraíso guardado en mi recuerdo.

El regreso fue distinto, el pueblito había cambiado, ya era una ciudad, con cadenas de tiendas extranjeras por toda su avenida principal, gigantescos hoteles por toda la orilla de la playa, y tanta gente, tanta gente fumando en la playa usando la arena de cenicero, algunos cargaban hieleras de unicel, todos llevaban botellas de plástico, enormes bolsas de frituras, se untaban bloqueador solar y se metían al mar. Yo, me quedé en la orilla con mi bebé en brazos, viendo a mi hijo y mi esposo jugar, meditando, observando cómo el mar escupía sargazo en un llamado desesperado a que lo dejáramos en paz. Veía las playas erosionadas por las construcciones de edificios irrespetuosamente cerca del mar, todo pensado en el turista, en el hombre. Me vinieron a la mente las páginas de búsqueda de hoteles donde la mayoría de la gente pregunta “¿el hotel tiene playa?” Nos sentimos dueños de todo y por pagar mas podemos estar en un hábitat que no nos pertenece pero que lamentablemente damos por hecho que es nuestro. Me puse a pensar en tantos paraísos destruídos desde el Cañón del Sumidero, que cuando era niña se hizo famoso por la televisión, hasta Playa Marieta que se hizo viral en redes sociales y todos fueron, la contaminaron, destruyeron y afortunadamente la cerraron al público, Cuatrocienegas con sus playitas, la Poza de la Becerra necesitó un descanso. Concluí que el hombre es una plaga, me dio tristeza pensar en que a veces, decimos frases despectivas en contra de algún destino turístico, “esta feo, está sucio, el mar huele mal” pero no nos detenemos a pensar que el mar, la montaña, las ciudades no se ensucian solas, tampoco se deterioran solas, donde pone mano el hombre ahí está la  suciedad y destrucción.

Tengo la esperanza de que mis hijos conozcan un mundo mejor al que yo lo conocí, espero sembrarles la conciencia ambiental que me enseñaron, me encantaría que las campañas para el cuidado de nuestro mundo sean más constantes, más agresivas, esperanza de que no se fume en la playa, se prohíban los desechables, se deje en paz a la montaña y no le llenen con casas sus laderas. En casa haré lo mío, pondré mi granito de arena, seguiremos plantando árboles, recogiendo basura, reciclando, seguiré diciéndoles a mis hijos que no somos “tipo agua”, no pertenecemos al mar, no pertenecemos a la montaña, lo poco que no ha tocado el hombre espero se pueda preservar, tengo la esperanza de que mis hijos tengan un mundo limpio y mejor, espero.

febrero 6, 2019

Laura Prieto

Nací en Saltillo, Coahuila hace 32 años. La vida me llevó a aprender a tatuar, complementé mi aprendizaje estudiando artes gráficas y haciendo toda cosa creativa que llegara a mí. Ahora soy madre, esposa, llevo 14 años en el mundo del tatuaje y sigo feliz y encantada de trabajar en lo que estoy.

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