ACUÑA SIN POESÍA

Por Dona Wiseman

Ahora entro por la puerta del patio, no por la puerta principal. Este lugar es parte de mi historia en Saltillo. Lo conocí hace 45 años y ni en ese tiempo era nuevo, ni bien mantenido.  Creo que estas instalaciones están en uso desde 1922, o algo así.  Ahora está en condiciones peores que antes.  Desde aquellos tiempos han existido las ventanas rotas, basura debajo de las gradas retractables, pintura desgastada, polvo, sanitarios sin tapas, cortinas rotas, nidos de palomas (con plumas y demás evidencias) y espacios en desuso.  Hace unas semanas dije (en broma solamente porque no podría hacerlo) que lo iba a comprar para echar a todos y ponerlo bien. Es un espacio muy grande, de usos múltiples, que en algún momento tuvo vida. Ahora le queda poca.  Hay un patio de entrada, el patio español, un salón de fiestas, el gimnasio con foro (con unas enormes máscaras en la pared, los típicos símbolos del teatro), baños de vapor, y algunas oficinas. Creo que me oyó alguien porque pintaron, sin realmente arreglar nada, el salón de eventos. Pintaron por encima de superficies descarapeladas y humedades evidentes. Hay una enorme cantidad de chicle aplastado y casi fosilizado en los pisos, y cada día hay más. Los baños están incompletos, avejentados y poco cuidados. Los señores de siempre, de hace muchos años supongo, se juntan allá adentro en los baños de vapor.  A veces hacen carne asada en el patio. Parece que hay un bar por allí. No sé. Hay baños de vapor para mujeres, pero no he visto a ninguna. Cuentan que, por allá, arriba y al frente, había una biblioteca con miles de libros. Los libros, y la poesía parecen haber huido.  Hace 45 años yo frecuentaba el gimnasio. Pasé mucho tiempo allí. Nunca lo conocí ni limpio ni en muy buenas condiciones. Los jugadores de voleibol a veces salían astillados por las condiciones de un piso que aún tiene la potencial de ser hermoso, o cuando menos limpio y funcional; sin chicle, sin polvo, pulido y pintado. El foro es magnífico. El patio es una maravilla. Hoy este lugar parece estar agarrado a la vida por hilos muy finos.  Me da la sensación de que está poblado de más recuerdos que presente, y quizás de muy poco futuro.  Me imagino con facilidad a decenas de espectros bailando en el patio, y a otros tantos buscando en ese espectacular gimnasio los restos de actividades deportivas llenos de pasión.  Me dará mucho pesar si este lugar cae en el olvido total.  Poco le falta.  Es uno de tantos edificios en Saltillo (como en tantos lugares) que tiran de mi corazón y me provocan deseos ardientes de verlos inyectados de nueva vida y de color. Agua, jabón, pintura, esfuerzo, intenciones…amor.   Por lo pronto solo puedo esperar que en los ensayos de Perpetuum Misterioestemos dejando un poco de buena vibra a este lugar, a la Sociedad Mutualista Manuel Acuña. Y como dice el Papa Bonifacio VIII, escrito por Darío Fo:  ¡Empujad todos juntos!

abril 30, 2019

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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