ENCÁRGASELO A LOS JUGLARES

Por Dona Wiseman

Hoy formé parte de un panel en un evento que lleva por nombre Mujeres de Ciencia. El panel fue nombrado La Mujer en el Proceso de Creación Literaria.  Cuatro panelistas con cuatro temas tan diversos como las mujeres que somos y las visiones de la vida que tenemos.

Al final no hubo mucho tiempo para preguntas.  Lástima, creo que podríamos haberle sacado mucho jugo a cada uno de los temas.  De las preguntas que sí vieron la luz, destacó una en particular.  Una mujer abrió las incógnitas que experimenta al ser una científica, investigadora, que tiene como parte de la asignación de su quehacer divulgar información y llevarla “a los confines de la sociedad”.  Ella preguntó cómo se hace para llevar el conocimiento científico a “todos”. 

Su pregunta surgió en parte en respuesta a la experiencia de una de las panelistas que escribe textos para un museo, pero que usa la poesía, “el lenguaje más suave”, para presentar los objetivos que en momentos comunes se expresan en términos cortos, fríos, y secos, términos y textos con muy poco corazón.

Después de compartir algunos de sus bellos escritos, era de suponer que más de una persona se preguntara cómo, siendo alguien más ordinaria y mucho menos “literario”, podría llevar sus escritos y los resultados de sus investigaciones a una expresión atractiva.

La oferta está abierta para mover textos a través del museo y se habló sobre comisiones y políticas públicas.  Bien.  Y yo agrego (no tuve opción de hacerlo esta mañana) que la respuesta está contenida en el planteamiento del panel.  La Creación.  La tarea es volver al proceso creativo.  No me refiero a un proceso internalizado de examinar los motivos personales y colectivos que inspiran una obra literaria, sino al proceso que nos lleva a darnos cuenta de que la manera en que hemos estado haciendo las cosas no funciona, el proceso que nos empuja a levantar la vista y a observar a los receptores intencionados de nuestros mensajes.  Hay una frase que dice que cuando un alumno no entiende la manera en que un maestro enseña, el maestro tiene la responsabilidad de buscar el modo en que ese alumno sí entiende.  El maestro debe cambiar su manera de enseñar y no pedir que el alumno aprenda a su manera.  Si mi trabajo es divulgación, pero mi público no lee artículos científicos, queda en mí la opción de buscar otra manera.  Tomo la información y la pinto, la canto, la declamo, la pongo a bailar, la convierto en juego, se la encargo a los juglares.  Recuerdo ahora un monólogo que se llama De Princesas y otros Bichos.  Encantadora mezcla de cuento de hadas entretejido con un estudio extraño de algunos tipos de sapos imaginarios.  El vocabulario científico-fantasioso me hace pensar que la creatividad, el proceso creativo, es la clave al “problema” que enfrenta a las personas que divulgan información (científicos, maestros y mamás, entre otros). 

En el consultorio me topo a diario con la declaración, “Sí, ya le dije, pero nada.”  Pues sí, nada.  Lo dijiste, pero no tomaste el tiempo de revisar si el mensaje fue recibido.  No sabes si la otra persona te entendió, o más bien, no sabes qué entendió.  De hecho, no sabes siquiera si te oyó, o si te escuchó.  Cuando hablamos (parte del ciclo de la comunicación, sí, el único tema que he visto en libros de texto con más frecuencia que el sistema solar) o enviamos un mensaje en cualquier modalidad, es bueno asegurar primero que tenemos la atención del receptor.  Para eso tenemos que ver y conocer al mismo, y a veces tendremos que ampliar la definición que le hemos dado a ese concepto de receptor. 

El proceso creativo no es siempre expresar algo para mí, independiente de la comprensión de otros, sino que a veces su objetivo es justo llevar algo hacia otros.  Para que llegue, tendré que abrir mi visión más allá de la manera en que siempre he hecho las cosas. 

La respuesta es volver al origen, al proceso creativo. 

noviembre 11, 2019

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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