HOLA KARLA, SOY CÁNCER

Por Karla López

Hola Karla, soy Cáncer, tal vez has escuchado de mí, conoces alguien que vivió conmigo e incluso a personas que se han ido por mí. Hoy estoy contigo y vine a trasformar tu vida, a enseñarte nuevas emociones, pensamientos, miedos y sentimientos que no conocías. A revolver tu vida con mi apretada agenda, a modificar tu aspecto si así lo decido, tu estado de ánimo y probablemente te robe alegría. No soy fácil suelo tener mala fama, a veces soy cruel y despiadado, pero si tú me aceptas puedo ser un factor de cambio, como me ves ahora, ¿me aceptas?

Suelo provocar heridas, marcas legibles de tu lucha contra mí, te enseñaré aparatos médicos y medicinas que jamás conocerías si no fuera por mí. Conocerás médicos y te darán información que te paralizará. Seré terco y me quedaré contigo por un tiempo y puede que toda tu vida. Conocerás el terror de pensar que tus hijos, lo más preciado que tienes, los puedo tocar, aunque eso no debería preocuparte ahora, solo Dios conoce sus planes, ese poder no lo tengo.

Tengo mucho poder sobre ti si tú me lo permites, puedo destrozarte si tú me dejas y podrías conocer la más grande soledad si no me enfrentas. Llegué a ti desde hace tiempo, silencioso y pacífico no me mostré y poco a poco me alimenté, crecí y ahora soy fuerte. Se suponía que jamás me ibas a descubrir hasta que me apoderara de ti, pero recibiste una señal divina. A Dios no le gustó que estuviera en su hija consentida y te alertó. Por primera vez me sentí amenazado no sabía que actuarías tan rápido. Desde ese día no has parado de buscar y de investigarme. Por fin nos conocimos cara a cara, sabes mi nombre y lo fuerte que soy.

Lo primero que hice fue llenarte de terror del más grande que haz conocido en tu vida. De ese que pareciera que te han sentenciado a muerte, no dormiste y no tuviste paz por unos días. Te aterroricé haciéndote pensar que dejarías a tus hijos y tu esposo solos, que crecerían sin ti y te he hecho llorar de manera cruel. Hice llorar a tu amado esposo y a tu madre, los hice imaginar lo peor y los lastimé tanto que pensé que ganaría, pero de nuevo Dios salió a tu encuentro dándote consuelo y te permitió un poco de tranquilidad.

Creíste que no era tan grave y podrías manejarme. Yo pacientemente esperé el momento en el que por fin te hablarían de mí, que te mostrarían de lo que soy capaz y de lo furioso que soy. Esperé a que te dijeran todo lo que por mi culpa te iban a hacer y todas las cosas que tendrías que soportar. Me encanta cuando los doctores hablan de mí, me describen tan bien y me ayudan a generar más pánico. No tienen reparos al decir todo lo que hago y lo que he hecho, parecen mis aliados en ese momento. Recuerdo que te vi derrotada de nuevo. Tu miedo volvió, te robé las ganas de comer, de dormir, llorabas todo el tiempo y no podías pronunciar mi nombre. Te incapacité el habla, no fuiste capaz de decirle a nadie sobre mí, porque tenías terror, así pensé que sería nuestra vida juntos yo dominando cada parte de ti. Pensé que ganaría esta batalla, pero de nuevo Dios salió en tu defensa y te permitió hablar con dos Ángeles a las que les confiaste tus miedos y les contaste de mi existencia. Les pediste su ayuda y les pediste que cuidaran de lo más preciado que tienes, tus hijos. Ese día decidiste que no podrías sola que necesitarías ayuda y empezaste a orar a comunicarte más con Dios, a pedir a la virgen fuerza, entendimiento, confianza y abandono.

Me esforcé muchísimo por robarte esa esperanzas que germinaban en ti, pensé que si hablabas de mí me harías más poderoso y parecía lo contrario. Sí logré hacerte llorar y era un llanto en el que no te permitía desahogo ni calma, no te permitía sanar con tus lágrimas, te tenía prisionera. Y de nuevo Dios me retuvo y conociste a un Ángel que cura mentes, ella te ayudó a liberar esas emociones y por primera vez te vi llorar con desahogo, pero aún te sentías sola así que pensé que era algo momentáneo. No contaba con el ejército que te esperaba en casa, por fin se enteraron más Ángeles. Te enviaron flores y mensajes llenos de amor y de esperanza, te juraron ser tu red apoyo, no me juzgaron y no hablaron mal de mí, parecía que no existía, no me tuvieron miedo. ¿Cómo es posible?

Ese día lloraste por mucho tiempo, pensé que ese llanto era de temor, me di cuenta de que era diferente, era de desahogo total, de paz y de agradecimiento. Por fin tus lágrimas brotaban sin parar, te quedabas sin aliento, como si te estuvieras consolando, te renovaste y tu ánimo cambió. Volvió a brotar en ti tu brillo, tu sonrisa, dormiste tranquila y esos pensamientos negativos que me encanta poner en ti fueron desapareciendo, ahí empezaste tu sanación. Yo no lo podía creer: perdí otra batalla. Pero no soy tan fácil de vencer, sabía que vendrían más pruebas y que pronto te recuperaría.

Aún no tenías doctores que te dieran tu tratamiento y sabía que ahí podría regresar. Pero conociste a otro Ángel alguien que te contó cómo está luchando contra mí y te platicó de un lugar lleno de luchadoras donde tienen sus batallas diarias contra mí. Fuiste allá temerosa y nerviosa, de nuevo me alimentaba de esos sentimientos. Platicaste con nuevos doctores y de nuevo esa incertidumbre y miedos volvieron. Te llevaron a donde todas esas guerreras estaban en lucha. Viste el horror de la guerra, te fuiste huyendo sabiendo que pronto tendrías que enfrentarme, pero pasó algo, era un Ángel diferente, no te conocía y aun así salió a buscarte, te pidió que volvieras y que no sólo te fijaras en las batallas que se están peleando sino en las que ya se habían ganado. Te abrazó y en ese momento supiste que ahí querías luchar contra mí, ese día te fuiste tranquila segura de que Dios te envió la señal de que estarías en el lugar correcto.

No lo podía creer, pasaste unos días buenos, normales como si yo no estuviera, me minimizaste y me heriste. Afortunadamente vendrían más pruebas de esas que te inquietan te conozco bien, logré que lloraras y no comieras. Tomé un poco de fuerza, esos sentimientos me alimentan, pero a cada prueba que llegabas parecía que te ponían Ángeles desconocidos para ti que te alentaban y te ayudaban a no tenerme miedo. ¿Por qué lo hacían si no sabían nada de ti? Al parecer han visto a más personas como tú y saben consolar. Todas esas pruebas las fuiste pasando sin problemas y volviste a sonreír, comías y disfrutabas de tus días. Tu ejército de ángeles te mandaba más apoyo. No dejan de sorprenderte y te alimentas de su energía. Puedes hablar de mí sin llorar y pareciera que ya no me tienes miedo, pero sé que en la profundidad de tu corazón aún existe ese sentimiento y esperaré que salga para retomar mis fuerzas. Poco apoco han llegado más ángeles, unos que aunque tienen poco de conocerte se sumaron a esta guerra contra mí, otros con mensajes de cariño, algunos con oraciones, otros con consejos y conociste a otras guerreras esas que ya están por acabar conmigo y otras que ya lograron vencerme. Pensé que jamás saldrías de mi prisión, pero todas ellas a su manera y con sus posibilidades te ayudaron a salir de ahí, te alimentaron y te prepararon para tu primer batalla contra mí.

Por fin llegó nuestro esperado encuentro, logré llevarte con mucho temor, gracias a toda esa desinformación que suelen tener los humanos, y pensé que así te mantendría, pero de nuevo tus ángeles son de esos que están ahí para darle las armas y las municiones a las guerreras, de esos que les ayudan a cargar la armadura y sanar sus heridas, y te dieron valor, te explicaron para qué sirve cada arma y cómo usarlas contra mí. Te acompañó tu papá, tu mamá, tu esposo y tus hijos, que aunque no todos podrían entrar, su amor te acompañó hasta el final. Entró tu papá quien te regala la fuerza y entró tu esposo quien te regala su amor. Recuerdo que hiciste algo que no esperaba, le pediste a Dios que esa arma se convirtiera en su preciosa sangre. Entonces entendí que ya no tengo control sobre ti, estás abandonada en él y ahora él conduce tu vida, tus emociones y temores. Él es dueño de ti. Perdí la primera batalla, tú saliste victoriosa y sin ninguna herida. Saliste feliz, no te conocía así, estoy asustado, pero aún faltan muchos enfrentamientos más así que esperaré cada uno de nuestros siguientes encuentros. La lucha entre nosotros será larga y lenta, así que prepárate y da lo mejor de ti, nos vemos pronto.

karla lopez

Mamá, esposa, mercadóloga, ama de casa y mujer guerrera en su lucha contra el cáncer de mama.

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