UNA MADRE AGOTADA… SOBRE EL TDAH

Por Blanca Garza y Vero Barreda

Esta columna va con todo nuestro amor para ti Lety, por todas las cosas maravillosas que haces hoy por Zurdito.

En México, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) puede afectar hasta 8 por ciento de la población entre 5 y 16 años, es decir, cerca de 2.5 millones de niños y adolescentes viven con este padecimiento, que de no ser atendido puede generar no sólo un comportamiento impulsivo y problemas de concentración, también eleva el riesgo para el consumo de drogas.

Agotadas. Así se sienten hoy, ayer, antes de ayer. Así se sientes tú, pero también todas las familias de niños con TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y, ¿por qué no decirlo alto?, todas o la mayoría de las veces nosotras, las madres. Pero si nos sentimos todas así, ¿por qué hay tan poca gente que las entienda?

¿Por qué en cada cambio de grado, de profesor(a) tienen que volver a contar el tipo de trastorno que sufren sus hijos y el tipo de adaptaciones que le vendrían mejor? Todo esto, con buenos modales, alabando una y otra vez su comprensión, apoyo (aunque en muchas ocasiones sea nulo), para que el trato hacia sus hijos sea lo más comprensible posible.

Resulta por demás agotador, y nos parece injusto que todas estas madres tengan que estar semana sí, semana no, recordando a unos profesionales lo que sus hijos necesitan para poder llevar el curso más o menos normal. Pero creemos que los maestros(as) tampoco son del todo culpables de su desesperación, porque son muy pocos, por no decir casi ninguno, los que de verdad están formados sobre las adaptaciones que necesitan los niños con TDAH.

¿Por qué no son obligatorios los cursos de formación sobre este tipo de trastornos? ¿Por qué no es obligatorio llevar a cabo la guía clínica para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad?

Es duro ver día tras día cómo sus hijos(as) vuelven del colegio con la agenda en blanco, porque se les ha olvidado apuntar lo que han dado, y nadie se lo ha recordado, y, claro, tengo ahí están ellas ideándo con sus apuntes para repasar por su cuenta lo que creen que más falta les hace. Si preguntaran por separado a cada familia de TDAH qué hacen por las tardes, todas coincidirían en responder: estoy sacando otra vez Primaria, Secundaria.

“Mamá, ¿por qué yo no tengo tiempo para jugar como mis amigos?”, y ahí están ellas, inventándole una historia sobre el esfuerzo y su fruto (que la mayoría de las veces no lo ven), sin llegar al punto en que voltee contigo y te pregunte entonces, “mamá, ¿por qué no soy inteligente?”.

Las lágrimas algunas veces estarán de visita por la noche, cuando se vean a los ojos y escuchen aquella palabra que hace que valga la pena el esfuerzo: “Gracias, mamá, y perdóname”.

El TDAH es un trastorno reconocido y aceptado por la comunidad científica internacional. Sin embargo, no todo es consenso y unanimidad.

 El TDAH pudiera estar sobre diagnosticado. No nos referimos a los errores en el diagnóstico, sino a que muchos de los afectados podrían haber tenido una vida perfectamente normal, feliz e integrada incluso sin haber sido nunca diagnosticados o tratados. El exceso de celo a la hora de etiquetar a niños y adolescentes hiperactivos ha creado una epidemia desproporcionada, y en un importante porcentaje de ocasiones puede haber ocasionado más desventajas que beneficios, además de muchos sufrimientos innecesarios. El sobrediagnóstico lleva parejo, en muchos casos, el uso de fármacos en personas en las que pueden ser más perjudiciales que útiles

El TDAH hunde sus raíces en la medicina, sí, pero también en lo social, lo cultural, lo educativo. Y por tanto las explicaciones y las soluciones a este trastorno no pueden venir sólo de la medicina. Parece más fácil encauzar el problema hacia la consulta de un médico que cambiar todo un modelo educativo y su engranaje con el sistema de salud. O que cambiar las políticas sociales para que las madres y padres puedan dedicar más tiempo a sus hijos sin que ello suponga ningún perjuicio social o laboral, por ejemplo. Ninguna respuesta, por sí sola, es 100% definitiva: medicalizar también tiene sus ventajas, pero no sale gratis. Si todos estamos dispuestos a asumir que la medicalización es la única respuesta posible también debemos asumir sus consecuencias.

Recuerda antes de juzgar, ellas están agotadas.  La clave de la educación es el amor. Amor que nace dentro de uno mismo y se extiende hacia nuestro entorno. Enseñar a amar, a respetar, a apreciar las cosas buenas de la vida y a valorarlas, es el primer deber que toda madre tendría que proponerse. Amar a otras personas es una de las experiencias que más sentido dan a nuestras vidas y que mayor felicidad nos proporciona. Nuestra manera de tratarlos y de tratar a otras personas, con respeto y con un cariño sin violencia ni dominio, es una enseñanza vital.

Por otro lado, el respeto es una actitud, es un valor fundamental para las sociedades humanas, una actitud necesaria para engrasar las interacciones y para favorecer los vínculos. Solo cuando somos capaces de ver más allá de nuestro propio interés y de nuestras propias necesidades, solo entonces podemos entender al otro, podemos ponernos en su lugar y podemos ser capaces de aceptarle.

Y sí, no podemos dejar de decirlo, una de las enseñanzas más importantes es educar con el ejemplo. Somos el espejo en el que se miran nuestros hijos y de poco sirven las palabras si nuestros actos no son congruentes con ellas. Acércate con esa madre, aunque luzca desesperada, aunque tu casa termine como una zona de guerra gracias a su hijo(a), aunque prefieras al hijo(a) de tu buena amiga, ese con el que tu niño(a) juega más “en santa paz”, y dejemos de “hablar” de como comprendemos el agotamiento de esas madres, démosle paso a la acción. Y recuerda, aunque así lo parezca, NES NO ESTAS SOLA.

Blanca Garza y Vero Barreda

Blanca Myrna Garza Aburto apasionada de la vida, la familia y los amigos. Admiradora del ser humano y la naturaleza, amante de la música y las letras. Abogada, psicoterapeuta, máster en desarrollo humano y mediadora. Fundadora de EMCOPAZ Empresa Constructora de Paz AC. Verónica Barreda Alcocer, hija, esposa, hermana y madre. Enamorada de esta vida y de lo que los seres humanos somos capaces de dar. Ingeniera de profesión, y siguiendo mis instintos y mi necesidad de crecimiento, hoy soy psicoterapeuta, máster en desarrollo humano, docente y mediadora. Feliz fundadora de EMCOPAZ Empresa Constructora de Paz AC.

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