NO PUEDO PROMETERTE

Por Miriam Valdez

Me conmueven profundamente noticias como la que acaba de ocurrir en días pasados en donde un pequeño inocente, víctima de nuestra sociedad, de tan sólo once años – un año mayor que mi hijo Pablo solamente-  haya sido orillado a tomar decisiones como las que tomó, sólo él sabe qué sentimiento o circunstancia originó accionar ese pensamiento y finalmente, ese gatillo.

Desde un punto de vista un tanto egoísta, lo cual considero completamente normal por la magnitud de la situación, no deja de rondar en mi mente, como imagino rondó en cada mente de cada padre de éste país, que ése pudo ser uno de mis hijos o que a cualquiera de nuestros hijos le tocara atravesar por una situación igual dentro de su colegio. No hay palabras.

Podría expresar mi opinión y reflexión al respecto, pero eso poco importa o es irrelevante, porque de eso también tuvimos ya bastante.

Justamente mi hijo mayor de tan sólo diez años… ¡diez años!, me cuestionó ese día en la noche (sin estar enterado de los sucesos), por qué no lo dejo jugar Fortnite, que sus amigos lo comienzan a molestar con que es “noob” y raro. Sostuvimos una plática interesante, en dónde le hice ver, una vez más, que no es sólo por la edad (él sabe que no puede ver películas, ni jugar videojuegos que no sean recomendados para su edad), sino que el objetivo del juego es terrible: eliminar a todos los individuos y quedar un solo sobreviviente, de lo cual se originó la reflexión de la importancia de vivir en comunidad y sociedad. Le hicimos ver que aún teniendo la edad para jugarlo, él debe saber elegir qué tipo de contenido mete a su mente. 

Me parece inaudito que muchos padres no estamos en el mismo canal y sin ser moralista, el hecho de que nuestros hijos se tengan que enfrentar a éste tipo de acusaciones por no “estar en onda”. En fin, lo que hagan otros padres eso es algo que tampoco puedo, ni pretendo, controlar, como un sinfín de situaciones a las que se van a enfrentar mis hijos.  Por lo tanto, sólo puedo enfocarme en tres cosas: amarlos y hacerlos saber amados todos los días de mi vida, ser congruente a través de mis acciones y palabras, y crearles una conciencia individual y colectiva, para que sepan tomar decisiones no sólo “correctas”, sino basadas en las consecuencias.

A mis tres hijos: no puedo prometerte que no vivirás situaciones de angustia y dolor, no puedo prometerte que la vida será sencilla, no puedo prometerte que toda la gente, tus amigos, tu entorno, sea siempre como tú esperas. No puedo prometerte que dejarán de llamarte “noob” o raro porque no te damos permiso de muchas cosas. No puedo prometerte que no te harán burla si decides actuar correctamente. No puedo prometerte darte permiso de hacer mil cosas que quizás a tus amigos sí les darán. No puedo prometerte que estarás libre de situaciones de riesgo, de adicciones, de maldad o sucesos lamentables. No puedo prometerte que alguien, tan falto de amor, víctima de la desolación, arremeta contra ti en algún momento queriéndote llevar con él al abismo. No puedo prometerte que no te meterás en problemas por tu propia iniciativa. No puedo prometerte que siempre tendrás esperanza.  No, no puedo.

Lo único que puedo prometerte es estar ahí para ti, ante cualquier situación y circunstancia. Aquí estará tu casa, tu refugio, aquí estamos tu papá y tu mamá que te amamos con locura, esos padres que sabemos de antemano que te vas a equivocar muchas veces. Seguro debes estar que ante cualquier problema, grande o chico, en cualquier situación, siempre habrá una solución, que juntos encontraremos la manera. Y cuando ya no estemos juntos, como te lo digo constantemente, tú sólo sabrás tomar la decisión adecuada, porque eres valioso y has sido profundamente amado.

Miriam Valdez

Soy mujer, madre de tres, esposa de uno. Licenciada en diseño gráfico, máster en administración, comunicóloga de clóset. Amante de la lectura, de la cocina y de la naturaleza. Escribo desde muy pequeña como una forma de reflexión y expresión sin grandes pretensiones. He llevado mi vida por muy diversos caminos y fases. Inicié una vida profesional en el sector privado alcanzando puestos importantes y decidí dejarlo para vivir mi maternidad más de cerca. A partir de ese momento he emprendido negocios, me involucro en proyectos que me representen reto, ingreso y diversión. Mi búsqueda constante: el balance. Mi mayor satisfacción: ser madre.

DEJA UN COMENTARIO

LECTURAS RELACIONADAS