La presencia

Por Clara F. Zapata Tarrés

Me encuentro con dos hijas. Una de 12 y otra de 10. Las dos casi a punto de entrar en la pre-adolescencia o adolescencia ya! Me quiero preparar y veo algunas pláticas, leo algunos libros y ya pensaba que iba a ser algo fácil porque las amamanté a las dos. En mi imaginario pero también al leer algunas investigaciones y por supuesto por la experiencia vivida, sé que estos bebés amamantados junto con una crianza amorosa son bastante resilientes, muy amables, tranquilos y con una autoestima bastante intacta también, por el respeto que hubo, durante su primera infancia, hacia sus necesidades tanto físicas como emocionales.

Me encuentro con dos hermosas niñas, con algunos textos de Yvonne Laborda y con mi propia historia a cuestas. Reflexionando muy profundamente sobre el significado de la palabra PRESENCIA. Estar aquí, estar en la mirada, estar en el tiempo y el espacio… Porque podemos estar en ese mismo tiempo y espacio y en realidad no dar presencia. Así que necesitamos crearlo y construirlo…

Es complejo, muy complejo adentrarse en este mundo de la adolescencia. Este mundo de reencuentro. Sobre todo, cuando a mi parecer yo misma viví una muy agitada, frágil y en días quebradiza. Mi mamá me decía que fue una buena experiencia porque notaba que ahora de adulta, soy madura y sé tomar buenas decisiones… Le agradezco y recuerdo seguido estas palabras porque me fortalecen en momentos de vulnerabilidad.

Las preguntas van y vienen. Yo quisiera que mis hijas pasaran esta etapa de manera suave sin tantas dudas o tanta intensidad como las que yo experimenté. Pero bueno, ese es mi deseo. Y como dicen “Del dicho al hecho, hay mucho trecho”.

He notado, en este año de contingencia que las cosas no se han puesto de lo más fáciles. La pre-adolescencia y la adolescencia es un momento de gritar, expresarte locamente, aprender cosas nuevas con los amigos y las amigas, de retar a algunas autoridades, de autodescubrimiento, de autonomía y de realmente saber quién eres tú, independientemente de tus padres o tus familiares cercanos. Eso fue para mi, por lo menos. Veo que en estos contextos, esto se vuelve complejo porque no se descubren tantos amigos nuevos, el encierro genera ansiedades nuevas y desconocidas y el sólo hecho de no poder salir libremente, sin cubrebocas, no poder entrar a muchos lugares o encontrarse con que los espacios para los niños están bloquedos, puede transformarse en una experiencia en la que no se puede explayar todo el potencial de estos seres divertidos y curiosos llamados adolescentes.

Confío entonces en que el haberlas tenido cerca, muy cerca de mí, pegadas a mis pechos, llenándolas de amor a través de mi leche, podría ser la puerta para que este difícil paso con este difícil entorno, pueda ser más suave.

Sin embargo, la PRESENCIA toca más de una vez a mi puerta. ¿Cómo estar, cómo participar de su mundo sin volverse metiche, cómo tener presencia amorosa que les pueda dar una armadura que las proteja de los riesgos que existen en esta etapa y con este contexto? Sigo preguntando…

Y entonces vienen a mí, algunas palabras: escuchar, validar sentimientos, estar ahí como cuando jugaba a las comiditas con Rebeca de 3 años o a los carritos con María José de 2, estar ahí jugando ahora Scrabble, UNO, haciendo rompecabezas, leer libros juntas, jugar voleybol en la calle frente a casa…

La presencia es cuestionante y compleja porque una misma como mamá está pasando también por un proceso de adaptación constante dentro de los significados que esta pandemia tiene cada día en el imaginario propio.

Hay que hacer un esfuerzo por estar presente y entrar en ese mundo y también por adaptarse. No tengo las respuestas pero sé que depende de la valentía que tengamos como familia, como pequeña tribu, el camino que queremos recorrer. Iremos de la mano, espero nunca solas. Presencia, amor, escucha y acompañamiento solidario- pausando el tiempo- mirándonos- y de la mano serán los mapas que nos guiarán. Si tienes algunas otras ideas para compartir, sería maravilloso…

Clara Zapata

Soy Clara, etnóloga chilena-mexicana. Tengo dos hermosas hijas, Rebeca y María José, con Joel, mi regiomontano amado. La libertad y la justicia son mi motor. Creo plenamente en que la maternidad a través de la lactancia puede crear un mundo más pacífico y equitativo y por eso acompaño a familias que han decidido amamantar. Amo la escritura, la cultura y la educación.

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