MUCHOS ADULTOS EN LA MISMA CASA

Por Angélica Rodríguez

Vivir en la casa de tus papás a los treinta años debería de ser considerado como el tiempo extra que se juega cuando ya se terminó un partido. La primera vez que le expresé mis ganas de independizarme a mi papá me dijo muy asombrado: “¿Pero por qué te quieres ir?” A lo que yo tranquilamente le respondí: “Papá siendo sinceros ya no es normal que viva aquí, tengo casi treinta, ya estamos en el tiempo extra”.

La casa, la familia, la sociedad en la que vivimos, la ciudad o país de cada quien son diferentes. No podemos generalizar diciendo que las mujeres salen de su casa vestidas de blanco o que después de los veinticinco te conviertes en una persona exitosa, independiente y económicamente estable.  

Existen lugares en el mundo en donde no es normal que a cierta edad vivas en casa de tus padres (sin importar si eres hombre o mujer). La realidad es que en nuestra cultura tiene que pasar algo importante; una boda, una oportunidad de trabajo, una pareja… para salir de la casa que has compartido toda tu vida con tu familia. ¿Será que siempre se requiere tener un “por qué” valioso para que independizare sea lo correcto? En mi punto de vista la adultez debería de ser la respuesta absoluta.

Mientras vivas en el mismo techo que tus papás estas bajo sus reglas, tienes responsabilidades y  actividades que se deben cumplir, además que todo se rige según su percepción de lo correcto e incorrecto. No significa que vivas en la esclavitud, ni que esto no sea una buena vida, de hecho no es requisito llevar una mala relación con tu familia para decidir irte.

Ser adulto es una aventura, es cumplir tus fantasías de niño. Quieres poder tomar tus propias decisiones e ir en busca de tus sueños. Mientras sigas bajo reglas y la rutina de una mecánica familiar, que es lo único que conoces, no podrás encontrar auténticamente quien eres. Habiendo tantos adultos en casa cada quien quiere imponer sus creencias, poner reglas y vivir su vida a su manera. Cuando estamos en etapas formativas (bebés, niños y adolescentes) eso es lo ideal, siendo adulto es todo lo contrario. Eres una extensión de tu familia, más no estás desarrollando tu propia identidad.

Al llegar a una edad adulta deben de pasar ciertas cosas. Nosotros siempre sabemos a donde debemos irnos y cuando, tomar la decisión (cuando nos es posible elegir) es un acto de valentía. Buscar ser quien quieres ser es una forma de demostrar que deseas hacer las cosas diferentes, de salirte del molde, de no ser lo mismo.

Es difícil dejar comodidades para adquirir responsabilidades. Se vive también la parte emocional, del por qué estás decidiendo alejarte de la familia, renunciar a todo lo que te están dando y el librarte de las reglas de casa. Aunque mayormente esto ni si quiera es cierto hay familias que recriminan la decisión de los hijos de irse. No vivir bajo el mismo techo no significa poner distancia, decidir quedarse por todo lo que se nos da nos puede hacer conformistas, querer libertad no significa libertinaje. Independizarte no debería causar culpa, ni tampoco decidir quedarte. Así como vamos a la escuela a cierta edad, me gustaría que esta etapa de la vida se viva con naturalidad, como parte de un ciclo (porque al final lo es). Cualquier razón o situación por la que decidas irte es correcta. Normalizar que quien se va no tiene que ser porque se casa, consigue un trabajo en el extranjero o se va a una mejor ciudad a continuar sus estudios.

En mi caso, siendo una mujer de treinta años, soltera y sin hijos, no tenía una razón aparente para dejar de vivir con mis papás. La única era mi anhelo de comenzar la gran vida de la independencia. Fue una decisión fácil y consiente, segura de que era lo correcto. Para mí era importante que mis papás pudieran sentir mi felicidad y compartir esta alegría ya que a final de cuentas independizarte es un logro en el camino del desarrollo y crecimiento personal. Mi familia que siempre me ha apoyado en todo y con la que llevo una relación increíble siempre estará cerca de mí.

Mi objetivo es: tener una vida que ame. Ser adulto abre la puerta a todas las posibilidades para poder construir una vida que me haga feliz. Todas mis decisiones son basadas bajo ese ideal. En donde estaba era feliz pero ya no daba para que viviera la vida que yo quería. Algo que tenía muy claro desde hace tiempo es que no quería saltar de mi hogar para irme a una nueva casa a formar mi propia familia. Quería crear algo propio. No veo más que crecimiento, lecciones y una etapa increíble por delante. Incluso para la dinámica familiar, la distancia nos hace valorar y disfrutar del tiempo de calidad con nuestros seres queridos. Me siento orgullosa y afortunada de poder crear la vida que quiero y me hace ilusión seguir cumpliendo mis sueños. Hay miles de formas de vivir, cada quien elige lo que considera lo mejor y lo hace con lo que puede y lo que tiene. A mí me gusta preguntarme: dentro de unos años, ¿qué decisión me voy a aplaudir?

Angelica Rodriguez

Licenciada en Mercadotecnia, emprendedora, soñadora y creativa. Feminista en progreso. Creadora de la marca y libro planeador de bodas To be Bride. Veintinueve años de experiencia en la vida y sumando. Escribo con el objetivo de inspirar, ayudar y documentar.

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