"Es difícil describir lo que no se puede imaginar", C.R.G.
Por Liliana Contreras Reyes
Que Cristina Rivera Garza haya escrito una novela policiaca, me pareció un poco raro. Que la lectura fuera tan fluida y clara, no tanto. Empecé a leer a la autora por su libro La novela según los novelistas y Nadie me verá llorar y, más recientemente, El mal de la taiga. Publicado en 2019, se trata de una novela corta, de XXIV capítulos breves, en los que relata cómo una detective vuelve a su profesión, después de dedicarse un tiempo a escribir novela negra: la escritura dentro de la escritura o la metaescritura.
Que la novela cumpliera con ese adjetivo de rareza, fue una sorpresa. Acostumbrada a leer a una Cristina Rivera Garza más realista y académica, este libro muestra una faceta distinta, puesto que raya en lo fantástico, recordándome las historias mágicas narradas por los abuelos, en un ambiente bucólico y solitario.
Que la detective se haya decidido a tomar un caso, fue una locura. La mujer tuvo que perseguir a la esposa de un desconocido, quien la contrató sin conocerla, ya que, la esposa, lo había dejado para huir con su amante. El hombre estaba seguro que su esposa quería ser encontrada, pues le había dejado rastros de su camino, como Hansel y Gretel cuando los dejaron a su suerte.
Que la pareja se internara en la taiga, no tenía sentido. Se trataba de una zona boscosa, a la que la detective llegó sin saber nada más que, quien se internaba en ella, se volvía loco. Aún así aceptó y, con ayuda de un guía, pudo seguir los pasos de los amantes, oler su rastro, encontrar anécdotas y señales, que la fueron acercando cada vez más al frío del polo.
Que la detective se haya topado con una tribu muy extraña, era de esperarse. Lo que sorprendió fue que aceptara ir a un lugar en medio de la nada, al que los hombres acudían en busca de mujeres, alcohol, sexo y en el que descubrió unas mujeres-bailarinas-miniatura que podían bien ser la causa de locura de quienes las conocían. Es por eso que, al final, es difícil responder si lo que narra la detective ocurrió en realidad o fue parte de su imaginación.
Que crea que una historia como ésta, pueda surgir del conocimiento de una palabra, lo creo. La taiga: ese lugar boscoso que se encuentra cercano al polo norte y que, por su ubicación y naturaleza, resulte tan solitario e inhabitable, podría ser el móvil para una novela como la que les recomiendo.