Las posturas incómodas

POR: MAYTE CEPEDA

Realizar un deporte o práctica física es muy bien sabido que te sirve para mil cosas. Desde ayudarte a mantener tu salud al oxigenar tejidos y órganos, mejorar el funcionamiento cardio vascular, tener una buena digestión y calidad del sueño, hasta proporcionarte un estado de ánimo óptimo para estar más presente y hacer todas las cosas con más energía.

Sin embargo, en ocasiones nos sucede que quieres todo menos hacer ejercicio; el ánimo, “tus días”, los pendientes que no terminan y “los pretextos” (¿por qué no decirlo?) se unen en complot y te hacen sentir y pensar que ni ahorita, ni mañana ni el resto de la semana podrás ejercitarte, cuando tal vez sí podías hacerlo, solo que te dejaste llevar por el “no” más que por el “si”. ¿Te has ubicado en esa situación? Es más común de lo que creemos.

Cada vez que realizo mi práctica de yoga, desde junio del 2001, usualmente me topo con una serie de posturas (ásanas) que me hacen ruido y en ocasiones no las quiero hacer. Y no porque físicamente resulten complicadas, sino que el aspecto emocional y mental interviene y de plano no quiero entrar ni hacer la postura independientemente de que poco tiempo en ella, me niego, aunque finalmente la termine haciendo.

En el yoga, igual que en la vida de repente nos topamos con obstáculos físicos, mentales o emocionales con los que no queremos lidiar. Y se dan una que otras actividades específicas, posturas, obligaciones que no queremos hacer y no necesariamente porque nos resulte materialmente difícil hacerlas, sino porque detrás de ese bloqueo se esconde muy probablemente una emoción reprimida con la que no queremos lidiar.

Recuerdo varias situaciones mientras daba clase de ashtanga vinyasa yoga me tocó escuchar algún alumno con el sollozo y sentimiento como si estuviera a punto de tirarse a llorar; en otras ocasiones alguien riendo o con una cara como si tuviera dentro de sí una discusión muy fuerte consigo mismo. Esto significa que alguna postura o posturas les detonaron esa emoción que no hubo de otra más que dejarla salir, lo cual es lo mejor que nos puede pasar.

Esto sucede debido a la íntima conexión que existe entre la mente y el cuerpo. Es inevitable e imposible separar esa conexión. Y como entre la mente y el cuerpo navegan las emociones, veamos como algunos grupos de posturas infieren directamente con la detonación de diversas emociones.

LAS POSTURAS DE APERTURA

Dentro de las posturas que implican abrir el pecho, llevar la cabeza hacia atrás y expandir el tórax, nos enfrentamos a emociones y sensaciones de miedo ya que exponemos nuestros órganos internos (estómago, páncreas, corazón, intestinos etcétera) y esa sensación una vez que la practicas con este tipo de posturas, se va convirtiendo en valentía, en fuerza y en disposición de enfrentar los miedos.

LAS POSTURAS HACIA ADELANTE Y HACIA ABAJO

En aquellas posturas que funcionan al contrario, es decir, que hay una flexión hacia adelante y abajo, como el paschimattanasana, se “esconden” estos órganos mencionados y se expone la columna haciendo un estiramiento consciente de la espalda y músculos anteriores de las piernas; se da una sensación de amor y apapacho hacia ti misma. A soltar lo que no es tuyo y regocijarte en tu amor propio. Nos ayudan a experimentar una sensación de rendirnos ante lo que no podemos solucionar y dejar nuestros problemas en manos de Dios.

Así, cada postura de yoga que abre, equilibra, extiende, flexibiliza, tuerce, en algunas ocasiones tienden a incomodarnos, pero en el fondo, la finalidad que persigue es liberar esa emoción, ayudarnos a ver el problema o la situación incómoda de frente y darle con todo a la solución.

Si tienes dudas sobre la práctica de yoga y buscas una orientación al respecto, búscame. Namasté!

Mayte Cepeda

Yogini ~ abogada ambientalista ~ mamá ~ esposa ~ hija ~ hermana ~ enamorada de la naturaleza, la vida, la familia, los libros y la música ?

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