STRADIVARIUS EN EL METRO

Por Dona Wiseman

“Un violinista tocó 45 minutos en el metro de Nueva York. Cuatro personas pararon y una aplaudió. Logró recaudar 20 dólares.  La noche siguiente el mismo violinista tocó en uno de los escenarios más reconocidos del mundo y cobró mínimo $100 dólares cada entrada. El experimento probaba que lo extraordinario en un ambiente ordinario no brilla, no se lo reconoce. Existen profesionales brillantes que no reciben una recompensa acorde a su potencial, pero una vez que se arman de valor y se marchan de este tipo de ambientes florecen y crecen. Cuando una persona no está en el ambiente correcto la gente podrá pasar a su lado y no ver lo excepcionales que son, solo por favor asegúrate de estar ¡donde debes estar!”

En primer lugar, el experimento no era ese y la anécdota está mal contada. Las entradas al concierto eran de $1000 dólares (y estoy segura de que algunas personas pagaron por conservar su imagen, y no por saber apreciar la música). El experimento tenía que ver con lo que el ser humano ve o no en el curso diario de su vida, a qué le pone atención.  Pero así somos.  Usamos anécdotas contadas a nuestra manera para expresar un punto a lo que queremos llegar de manera personal y con la interpretación que deseamos darle.  Entonces, voy a hacer lo mismo.

“El extraordinario en un ambiente ordinario no brilla…”  El violinista ya era y es muy reconocido.  Su violín costó varios millones de dólares.  Y me pregunté si para poder apreciar el arte debo de poder pagar $1000 la entrada.  El artista está en todo su derecho de tener la opción de ganar el dinero que quiere por su arte, lo celebro.  Pero también celebraría que ese mismo artista pusiera su arte al alcance de personas que no pueden pagar.  Esta versión de la historia insinúa que, si yo soy ordinaria, no tengo derecho a lo extraordinario.  Entonces pregunto yo, ¿Cómo le haremos para que el mundo y sus habitantes crezcan y tengan opciones de conocer lo extraordinario?  Pregunto si los artistas y las personas que brillan, las extraordinarias y las excepcionales, no tienen de alguna manera una responsabilidad para con el mundo.  “Perdón que te lo diga, pero eso es idealismo,” dijo mi maestra.  Lo sé.  Y estoy muy de acuerdo que quienes pueden brillar brillen con toda su luz, su talento y su esfuerzo.  También que ganen todo el dinero posible y aún más.  Pero ¿para eso es necesario poner el arte fuera del alcance de los que somos ordinarios?

En un metro, donde la gente va de prisa, preocupada, distraída, donde van personas que jamás han oído un violín, menos un Stradivarius tocado por un Maestro, ¿cómo y en qué mente cabe que el mundo se detendrá para escuchar?  ¿Cómo comparamos una cosa con otra? ¿Qué sucede con la responsabilidad de educar a quienes desean aprender y dejar pasar a quien no? 

Y ¿qué sucede con esta sugerencia que me quiere convencer de que el hecho de que yo no brille es porque no estoy donde otros me aprecien? ¿Otra vez mi vida es determinada por otros?  Ese Maestro violinista no perdió su brillo por tocar en un metro.  Es, fue y será el mismo virtuoso antes y después.  ¿De verdad creemos que dejamos de ser quienes somos por no estar donde nos aplauden lo suficiente o no nos remuneran siempre en cantidades mayores?  Sí, tengo que cuidar mi supervivencia y mi economía.  Desde mi perspectiva también tengo algo que aportar a los demás, a los de arriba y a los de abajo.  “Arriba y abajo” son términos feos usados en este contexto, pero por ahora no encuentro otros.  Y a eso se refiere quien destrozó la anécdota original para expresar su propia propaganda. 

Tiene derecho el mundo entero al arte.  Nadie tiene obligación de apreciar el arte.  El artista tiene derecho a vivir de su arte.  El artista tiene influencia sobre mucha gente y creo que lo debería tener en cuenta.  El artista debe ser consumidor de arte y también debe construir público para su arte y el arte de otros. 

Y si brillo, brillo…eso no depende de otros.  Alguien que brilla siempre encontrará sus espacios. 

Dona Wiseman

Psicoterapeuta, poeta, traductora y actriz. Maestra de inglés por casualidad del destino. Poeta como resultado del proceso personal que libera al ser. Madre de 4, abuela de 5. La vida sigue.

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